La caída
secuencial de un hechizo
Los dos niños se
incorporaron muy despacio.
Encontrarse
en Uun pasillo
metálico y tubular casi a oscuras, salvo por las dos bandas luminosas que
recorrían el techo, en vez lugar de ende
una habitación cuadrada de paredes de piedra, el con exceso
de humedad en el suelo y la carencia de iluminación tan
característica, junto del al calor
reconfortante en las noches de invierno, del fuego de una chimenea (y la falta
de presencia de la misma), no hicieron más que confirmar lo que Bigán ya se
temía… esas vacaciones de invierno iban a ser muy largas…
- Rastall,
volviste a pifiarla con el hechizo musical -, le espetó a la niña, que,
curiosa, observaba el cambio de ubicación al que habían sido sometidoscon el que
se habían encontrado.
“Quizás no
pronuncié bien la partícula “alef” en la caída secuencial del hechizo” pensó
Rastall., y en voz alta se excusó:
- Creo que ed
problema ez eze auda que tienez, lo dezvidtúa todo -, comentó se excusó
en voz alta la pequeña con su característico acento…
- A mi aura no le
pasa nada, Rastallatsar Daomllizaonnie -, se defendió Bigán pronunciando el
nombre completo, poniendo los brazos en jarra y mirando hacia las pequeñas
ascuas azules que resultaban aparentaban ser
los ojos de la pequeña, y dejandopara dejar
claro que él era el mayor y el responsable, y ella una niña de sólo 6 años,
medio dragón medio humana, de sólo 6 años bastante alocada. - Si
meditaras en los hechizos antes de lanzarlos, quizás…
Un ruido, leve
como un suspiro, les interrumpió.
Una figura estaba
allí, de pie, frente a ellos. Parecía amenazarles con algo que en un principio
no supieron determinar, pero que les resultaba familiar. Por ello, actuaron
prudentemente.
La figura avanzó,
y descubrieron que se trataba de una chica, quizás de la misma edad de Bigán,
unos diez años. Su cabello, al igual que el de Bigán, era castaño y estaba
recogido con una diadema. Sus brazos desnudos sujetaban un arco metálico, con
el que no dejaba de apuntarles. Una sencilla túnica blanca le servía de prenda
de vestir, y calzaba unas brillantes sandalias doradas, que entre tanta
suciedad resultaban de lo mas llamativas. Bigán pudo constatar que tal
indumentaria difería mucho del corto vestido de franela naranja que llevaba
Rastall, con unos leotardos a rayas verdes que la sucia humedad del pasillo
había empezado a ennegrecer a la altura de sus piececitos. También sintió un
poco de vergüenza al pensar en su indumentaria, estaba casi desnudo, pues la
única ropa que llevaba cuando sucedió el desastre consistía en unos pantalones
de lino pardo que hubieran sido bombachos si no fuera por el hecho de que a el
le gustaba desatar las correas que ajustaban los bajos, para disgusto de su
madre, de modo que caían cubriendo sus pies, calzados con unas zapatillas de
piel, muy especiales, a modo de mocasines.
- ¿De donde
salís? -, preguntó la chica con tono autoritario - No sois enanos, ¿quizás
criados de…?
No llegó a
terminar la frase. Algo la sobresaltó, obligándola a mirar hacia detrás de ella.
Bajó su arco y acto seguido se desplazó silenciosamente hacia ellos. Parecía
flotar. Los cogió de la mano y los llevó rauda hacia uno de los pasillos
secundarios.
Allí había mucha
menos luz. Se detuvo obligándoles a permanecer ocultos.
- Me haz hecho
daño con ed adco -, se quejó Rastall.
- ¡Silencio! -,
dijo la chica con el tono de voz lo mas bajo posible, pero lo suficientemente
seco para seguir pareciendo autoritaria.
- ¿Qué te pasa? -,
le susurró Bigán, que se temía qué era lo que estaba pasando, y pensaba
utilizarlo para tomar ventaja de ese encuentro.
- Un soldado
Titán -, les informó ella mientras se asomaba discretamente -. Si nos pilla
podemos darnos por muertos -. Pero tras ver la cara de desconcierto de la
pequeña Rastall y la seria e inquisitiva mirada de Bigán, añadió: - ¿Acaso no
habíais visto antes a un soldado “teunotecuatroene”?, ¿qué pasa? ¿venís de un
lugar más abajo que el de los enanos? –. Y, siguiendo un razonamiento que sólo
ella podía entender, concluyó: - Claro, tiene que ser eso. Anub’s no tiene
criados tan cutres -, y, mientras tanto, retiraba la nivea melena de Rastall
para tocar con curiosidad sus orejas draconianas -. ¡Qué guay!, eres una
mutante de Gia.
- No zoy una mutante -, le espetó Rastall
cruzando los brazos muy enfadada -, zoy una dragona…
- ¡Silencio! -.
Esta vez era Bigán el que gritó quedamente -. No veo al soldado ese, pero puede
estar cerca…
Y, en ese momento,
apareció por el otro extremo del pasillo en el que se escondían. Era un hombre
uniformado de negro, con un casco igual de negro, salvo por un aro ovalado de
luz que delimitaba lo que parecía ser su rostro. En cuanto le vieron aparecer
echaron a correr, mientras el soldado alzaba su arma y disparaba repetidas
veces…
Doblaron la
esquina. Bigán tiraba del bracito de Rastall, que aguantándose el dolor que le
ocasionaba corrió como si le fuera la vida en ello. Muy por delante de ellos
iba la chica que acababan de conocer, flotaba flotando a
escasos centímetros del suelo sin esfuerzo aparente. Para colmo los ruidos y
sus ecos, provocados por los chapoteos de sus pies a la carrera, no sólo
alertaban a su perseguidor del camino
seguido en su huida, sino que además les impedían calcular cuan
cerca estaba su perseguidor de ellos, además
de alertarle del camino seguido en su huida.
Un disparo más y
Bigán, viendo que el soldado les ganaba terreno, gritó: - ¡Ayúdanos!, Rastall
casi no puede correr a mi ritmo y menos al tuyo -, pero la chica pareció
ignorarlos al doblary dobló la
esquina a otro pasillo.
Al llegar a la
esquina se la encontraron de frente. Se agachó y le ofreció la espalda a
Rastall -. Súbete a corderetas -. Luego, cargando con Rastall, se volvió hacia
Bigán y, apresuradamente, le dijo: - Súbete encima de mis pies y abrázame…
- ¿Pisarte? Pero…
te haré daño -, se excusaba excusó Bigán, más
avergonzado por abrazarla que por pisarla.
- ¡Calla y hazlo!
-, le gritó ella.
Bigán así lo hizo
y se abrazó a ella, a la vez que aferraba a Rastall.
Los tres, raudos,
salieron flotando alejándose cada vez mas del soldado. Recorrieron infinidad de
pasillos tubulares, o así le pareció a Bigán. “Quizás sólo estamos dando
vueltas al mismo sitio, para despistarlo”,
pensó.
Finalmente
llegaron a un pasillo mas iluminado y con mucha menos humedad.
- Creo que
estamos a salvo -, dijo Bigán.
- Con un Titán
nunca se sabe -, le informó la chica -. ¡Au! -, se quejó al momento…
- Peso demasiado,
¿te estoy haciendo daño?. Debería bajarme -, dijo Bigán al ver , viendo la
oportunidad de liberarse del engorroso abrazo.
- No, no es eso.
Queman -, le aclaró ella…
- ¿Queman? -, y,
viendo al soldado aparecer de nuevo, alarmado, gritó: - ¡Nos ha vuelto a
encontrar!…
Le pareció que
cogían mas velocidad, pero a ella le pasaba algo. Su expresión era de
sufrimiento y no paraba de mover los pies y como Bigán estaba guardado el
equilibrio sobre ellos debía abrazarse con mas fuerza a la chica. Al no tener
los pies quietos su trayectoria no era rectilínea, daban balanceos y estos eran
cada vez mas peligrosos.
Salieron a un
amplio túnel vertical, quizás un enorme conducto de ventilación, o el hueco de
un gigantesco ascensor.
La chica no
paraba de moverse y de quejarse incoherentemente sobre que se estaba quemando.
Por fin Bigán notó algo de calorcillo en sus pies y lo comprendió todo.
En ese momento la
sensación de estar flotando desapareció y cayeron al vacío, al principio
despacio y luego aceleradamente.
- Levio… -,
oyeron como Rastall gritaba, y Bigán, asustado, le dijo:
- ¡No, Rastall!,
no sabes si esa magia funcionará. Mi padre me advirtió al respecto…
Pero ya era tarde.
Un “zaaaaa” prolongado que continuó en con un
alarmado “aaaaa” le indicó que el hechizo había salido mal
- Rastall, ¿estás
bien? -. La chica no daba crédito a lo que estaba oyendo, pero aun así Bigán
seguía preocupado.
- Bigán, no
funciona, no flotamos -. La voz de Rastall indicaba que algo malo le estaba
sucediendo -. Bigán, ¿qué me pasa?, ¡mi lengua…!
- Oye -, dijo la
chica -, tu amiga es muy rarita -, y retomando el tema que más les urgía les
aclaró: - Pero no os preocupéis, cuando las sandalias se enfríen iremos hacia
arriba.
- ¡Bigán!…
El último grito
desesperado de Rastall fue el detonante. Bigán se concentro en su don tal y
como le habían enseñado sus padres, sintió como seguían cayendo, sintió la
velocidad con la que lo hacían, y también sintió el peso
de los tres. Deseo flotar, ser ligero
como una pluma y sintió notó como su
don iba poco a poco aminorando la caída.
- ¿Pero cómo es
posible? -. La chica no daba crédito. - ¿Cómo puedes usar tu poder? Nadie de
esta base puede…
Bigán,
ignorándola, siguió con su concentración. Los iba a guiar a un lugar seguro,
sólo tenía que encontrar uno. Abrió los ojos y buscó. Por fin lo vio, un
pasillo allá abajo, sólo debía aproximarse poco a poco. Rastall lloraba
amargamente y esto lo desconcertó un poco, así que los últimos metros fueron un
suplicio.
Finalmente la
concentración falló, pero afortunadamente su caída, aunque pesada y dolorosa,
fue en la boca del pasillo esperado, que, al igual que el que habían dejado,
estaba iluminado por dos bandas. Pero aquí no había humedad, sino una
vegetación densa de arbustos.
Bigán se medio
incorporó y gateó hacia Rastall, que seguía sollozando. La abrazó intentando
consolarla y deseando que no fuera realequivocarse,
pero sus mas oscuros temores se confirmaron cuando le vio las orejas. El
hechizo había transformado completamente a la pequeña en humana.
La chica, ajena
al sufrimiento de la niña, no paraba de exclamar en voz alta su suerte, además
de maravillarse ante la proeza de la que había sido testigo mientras se
deshacía, entre aullidos de dolor, de las sandalias cuya suela estaba al rojo
vivo.
Bigán, que no
paraba de recriminarse el no haber podido hacer algo a tiempo, estalló.
- ¡Ya basta! No
sé quién eres, ni de qué vas, pero deja de farfullar estupideces. Rastall no
está bien.
- Pero ¿qué
dices? ¡Has volado, tío!. Nadie puede usar sus poderes en la base, y menos
volar. Desde que CR’ON-05 nos “marcó”, nadie ha podido usar sus poderes, ni el
misterioso de Anub’s, ni el analítico Thorius, y eso que fue él quien nos
liberó…
- ¡Basta ya! ¿Es
que eres de otro planeta?. Mi amiga se está muriendo, se esta convirtiendo en
humana. El fuego que arde dentro de su cuerpo es como el que arde dentro de
cualquier dragón. ¡Si se apaga, morirá! -. Bigán estaba fuera de sí.
- Vale -, intentó
tranquilizarle la chica -, pero no te preocupes. Se está convirtiendo en humana. Si el fuego
permanece en su interior la matará abrasándola. No sé de dragones, pero si sé
algo del fuego.
- ¿Es que no lo
entiendes? -, gritó desesperado -. ¡Es un dragón, un ser mágico! La
transformación convertirá el cuerpo en el de una humana, pero la magia que
tiene dentro desaparecerá y lo que es ella también. Habrá una niña humana que
se parecerá a Rastall, pero no será Rastall. Ella intentó salvarnos, a los dos,
ella es así, una niña, medio dragona medio humana, pero con el corazón mas
grande que jamas haya tenido nadie de las dos especies, y ¡mira el alto precio
que esta pagando por su impulsividad!.
- Lo siento, no
pretendía ofenderte. No sé qué hacer, no tengo el don de curar, y, aunque lo
tuviera, no podría usarlo. Nadie a quienque yo conozca
puede
usar sus poderes, salvo tú…
Bigán abrazo con
fuerza a su amiga mientras entablaba establecía contacto
mental para consolarla: - Aguanta, Rastall. Tu madre te echará en falta. Ella
es una diosa, la diosa de la magia. Seguro que puede rastrearnos a través de
las dimensiones. Ella vendrá y sabrá que hacer. Piensa que tienes que hacerte
tan grande como tu padre, el dragón negro… aguanta, Rastall -. Mientras le
transmitía ánimos recordó a una persona a la que Rastall quería mucho, el padre
de Bigán. Rompió el contacto mental pues le empezaba a costar consolar a su
amiga, e intento pensar en qué habría hecho su propio padre en una situación
así. Él había viajado mucho, sabía exactamente qué hacer en cada momento. Si él
hubiera estado allí, Rastall no habría lanzado el hechizo. Su padre los habría
llevado volando desde el primer momento, pues la levitación era el don de su
padre. Él no había sido capaz de ello, todavía estaba aprendiendo, todavía
tenia que descubrir cual iba a ser su verdadero don…
Extraños
lazos de sangre (I)
Unos ruidos
llegaron por el pasillo. De entre las matas surgieron unos animalillos que
recordaban vagamente a unos conejos, tanto por el pelaje como por sus largas
orejas, pero por su actitud parecían perros.
La chica al
verlos se alegró.
- ¡Me habéis
encontrado! -, dijo -. Nada escapa a vuestro olfato.
Mientras los
acariciaba miró con tristeza a la pequeña niña. Rastall, a través de sus ojos
anegados de lágrimas, los miraba con curiosidad, y ellos se acercaron buscando
las caricias de ésta. Bigán se alegró, pues los animalillos la estaban
animando. Los tres rieron, al verlos
saltar juguetonamente alrededor de la pequeña, rieron liberando
un poco la tensión acumulada.
- Parece que le
has gustado a Pirata -, dijo la chica, señalando a uno que tenia una mancha
negra rodeando un ojo.
- Zi. Pidatita,
ten cuidado, zoy un dragón y puedo comedte -, dijo Rastall, ilusionada por su
nuevo amiguito.
Los dos chicos se
quedaron de piedra. La pequeña volvía tener su lengua draconiana y sus orejas,
incluso en la piel se adivinaban algunas escamas de tono perlado.
- ¡Rastall! -,
exclamó la chica -, ¡vuelves a ser una dragona!
- ¡¡¡Ziiiii!!! -,
gritó entusiasmada la niña mientras se tocaba sus draconianas orejas.
- El misterio y
el peligro de la magia, si no se controla nunca puedes determinar la duración
-, aclaró Bigán.
- ¿Eso quiere
decir que sabías que el efecto no iba a ser permanente?
- Con la magia
nunca se sabe, pero me temía lo peor. Ha habido suerte, ¿quién sabe? Quizás
fueron tus mascotas, ¿serán mágicas?
- No, no lo creo.
Pero creo que Rastall piensa que si -, declaró la chica, y procedió a
presentarse -. Me llamo Shange, pero los demás me llaman Ardem’s, que significa
“la Cazadora”, y como siempre llevo este arco… No sé si sabéis cómo son mis
hermanos con los nombres -, y añadió con un poco de tristeza -: Pertenecía a
una persona muy querida, fue un gran arquero que ya no esta
entre nosotros.
- Entonces,
encantado de conocerte, Shange. Creo que presentarnos nosotros a estas alturas
es absurdo, pero ella es Rastall y yo soy Bigán. Gracias, si no hubiera sido
por tus mascotas, no sé qué hubiera sucedido.
Estuvieron buen
rato riendo y hablando de lo simpáticos que resultaban los “conejillos” de
Shange, hasta se olvidaron de lo cerca que habían estado de ser capturados.
Una voz que
surgió de la espesura los saco del ensueño
- ¿Ardem’s?. Curioso,
la cazadora cazada. He seguido a tus bichejos y, mira por dónde…
Shange, aunque
parecía haber reconocido la voz, se mostró sorprendida por la presencia de la
misma -. ¡Erms…! ¡Hermanito! -, exclamó dubitativamente -. Has tardado en encontrarme,
¿no estarás enfadado por haberte que te he cogido
las sandalias?
De entre la
espesura salió un chico alto, quizás tenia unos 15 años. Vestía una túnica como
la de su hermana y lo que mas llamaba la atención era su rizada melena rubia,
coronada por un casco metálico del que sobresalían dos alas, que a Bigán le
recordaban mas a las alas de los vehículos aéreos que había visto en la lejana
ciudad de Mogar, que a la de los pajaros de su mundo. Erms, tras salir de la
espesura, recogió del suelo las maltrechas sandalias que su hermana había
dejado hasta que se enfriasen y se dirigió hacia ella, disgustado al ver el
estado en el que habían quedado.
- Tú y esa
maldita manía de escaparte por los pasillos exteriores. Como las hayas
estropeado… -, amenazó.
- ¿Yo? ¡Por
favor! Si las he cuidado muy bien. Sólo tuve que huir de un Titán, y por el
camino me encontré con…
Pero el hermano
de Shange no le prestaba atención. Se dirigió hacia Bigán y, sin abandonar su
actitud amenazadora, dijo: - ¿Y tú quien eres?, ¿que haces con mi hermana? -.
Luego, volviéndose hacia ella, le informó: - A Thorius no le va a gustar esto.
Y lo de las sandalias, ya hablaremos más tarde…
- No soy la única
aquí que “coge” las cosas prestadas. Y a Thorius le va a interesar lo que tengo
que decirle -, le desafío Shange -. Este chico puede hacer cosas que nosotros
no podemos, y eso puede significar que quizás ha llegado el momento que
profetizó Wutan.
- Eso habrá de
verse –, y, con un rápido movimiento, golpeó violentamente a Bigán en el
nacimiento del cuello, haciéndole perder el conocimiento. Todo se hizo oscuro y
lejano en la cabeza del chico.
Bigán no tardó en
recuperarse y, con cautela, abrió los ojos. Al principio le costo asimilar los
que pasaba, pues iba boca abajo colgado de los hombros de Erms. Shange andaba
sumisa al lado de su hermano y Rastall, apenada, les seguía a duras penas. La
pequeña dragona alzo la vista y su semblante cambio al verlo recuperado, pero
silenció su entusiasmo por indicación de su amigo, quien continuó fingiendo
inconsciencia. Mientras mantenía su farsa se dio cuenta que se estaban
acercando a un lugar mas poblado. Escuchó las voces de mas chicos que interrogando
a Shange y su hermano. Una de las voces, que por el tono parecía de alguien
mucho mas mayor que ellos, les acompaño hacia donde fuera que se dirigieran.
Bigán decidió
utilizar el don en el que su madre le había adiestrado de pequeño para leer sus
mentes. Por respeto a su nueva amiga no leyó la mente de Shange. Penetró en la
mente de Erms y vio un vasto laberinto. Decidió dejarlo para mas tarde.
Entrar en la
cabeza del nuevo chico fue mas fácil. Era como pasear por despacho en cuya
puerta abierta estaba escrito el nombre, Tyres, y sobre el escritorio estaba
toda la información que necesitaba, a modo de informes de todos aquellos a los
que conocía y que habitaban esa base. Entre los primeros había alguien llamado
Thorius, al que debía obediencia, que lucía una lacia melena rubia, sujeta con
una badana, y un traje que le cubría el cuerpo entero. A Bigán le recordó el
traje del soldado Titán, pero éste estaba surcado de multitud de pequeñas luces
que parpadeaban tímidamente. Sobre el traje llevaba la archiconocida túnica.
Parecía ser su líder, el líder de todos ellos, incluida Shange. Cambio de
informe y vio uno de alguien que se parecía mas a una máquina que a un ser
humano. Su nombre era Wutan y la palabra “profeta” estaba escrita a su lado.
También estaba la palabra “miedo”. Al parecer Tyres tenia miedo a acabar como él,
por culpa de su lucha contra los soldados Titán. Encontró otro informe
referente a “la profecía” de Wutan, pero le llamo la atención otro escondido en
el que se leía “planes personales”. En él se encontró textos referentes a la
exterminación total, tanto de sus hermanos como de los soldados Titán. Apareció
unEl nombre, de SHIV4,
apareció
como el del ser que podía llevar a cabo este
“Apocalipsis” si Tyres se lo pedía. SHIV4 era algo medio maquina medio entidad
consciente encerrada en un habitáculo, y aunque Bigán no había visto nunca una
su padre le había enseñado de que trataba y que nombres recibían en algunos
mundos. En un margen del documento, escrito en letra pequeña, como si el
subconsciente de Tyres hubiera sido una entidad independiente y consciente, se
leían textos de advertencia sobre la falta de confianza en SHIV4 y sobre la
peligrosidadel peligro de tratar con ese ser frío
y calculador. Aburrido de por la simpleza
de Tyres y a la vez que abrumado
por lo apocalíptico de sus planes maestros, Bigán decidió volver a intentarlo
con Erms.
Salió del trance
solo para comprobar que aún estaban moviéndose, y volvió a concentrarse para
penetrar en la laberíntica mente de Erms. Como ya había comprobado la primera
vez, se hallaba ante un laberinto. Se dirigió hacia las dos puertas del
laberinto y allí se encontró con dos soldados custodiándolas
- ¿Que puertas
escoges? -, preguntó uno
- Ten cuidado con
tu elección -, advirtió el otro.
Bigán, divertido
por el aspecto perruno de los guardianes, preguntó:
- ¿Por qué?, ¿uno
dice siempre la verdad y el otro siempre miente?
A lo que los dos
soldados gritaron al unísono -: ¡No!, ¡los dos damos la voz de alarma a la vez!
–
Y acto seguido un
atronador y penetrante sonido le sacó de su concentración para comprobar alarmado
que Erms se había percatado de su intrusión mental. Aunque la alarma solo la
había escuchado mientras mantenía el contacto mental, aun sonaba en su cabeza
aturdiéndolo
- ¿Será
traicionero?, ¡me estaba leyendo la mente mientras fingía desmayo! -, le acusó
mientras lo dejaba caer al suelo. Bigán intento incorporarse, pero el otro
hermano lo agarro del pelo haciéndole daño y lo alzo con una mano mientras le
propinaba un puñetazo en la cara con la otra.
Volvió a perder
de nuevo la consciencia.
Despertó en una habitación,
que, como iba siendo habitual, estaba a oscuras. El suelo estaba cubierto de
mugre y aguas fecales. Dos puntos luminosos, parecidos a brasas azules, le
observaban de cerca.
- Hola Rastall,
¿cómo estas?
Rastall, que tras
ver recuperarse a su amigo, le respondió mientras devoraba algo
parecido a un bollo
- Un poco
preocupada pod ti. Me dijedon que zi intentaba haced adgo noz matadían. Change
ze enfadó muchísimo con edioz. Yo también, pedo Change dijo que tenía un plan,
que zólo teníamoz que quedadnoz en ezta habitación y que edia lo adregladía. Te
zalió mucha zangre cuando zu herdmano te pegó, pero al poco dejazte de zangrar
y como eda muy malo penzé que Change tenia drazón.
- Los tanai
tenemos la piel dura -. Sonrió imaginando la de veces que, en el pasado, había
recibido daños y en las que su organismo le había
sanado rápidamente, cosa que a Shange y sus hermanos no les sucedía -. ¿Qué
poderes habían perdido para sentir tanta envidia de los míos? -
- y se dio cuenta que a pesar de que no tenían poderes, Erms le
había descubierto al usar torpemente los suyos. Meditó en sobre ello
y en
sobre lo débiles que aún eran, bueno,
si los comparaba con los de su padre y su madre -. Ojalá estuvieran aquí -,
suspiró.
- ¿Tienez un plan
pada zacardnos? -, indagó Rastall curiosa y expectante mientras
le sacaba otro bollo que guardaba en los bolsillos de su vestido -. Toma, lo
trajo Change, y en la jadra hay una coza muy drica, ze diama ambrozía.
- No, Rastall.
Confiemos en que Shange cumpla su promesa…
En ese momento se
abrieron las puertas de la “prisión”. Entraron dos chicos mayores, seguidos de
Shange. Automáticamente se iluminó la sala. A él no le costó habituar los ojos
al cambio de iluminación, pero fingió parpadear mientras estudiaba la
situación. Uno de ellos era Tyres, fornido y musculoso, cabello muy corto y
oscuro. Llevaba un peto metálico dorado que le recordaba a una de esas
armaduras de caballero. Al otro chico, sin conocerlo en persona, le fue fácil
identificarlo pues lo había visto a través de la mente de uno de sus captores.
Mayor, con una melena rubia sujeta con una badana, un traje surcado de multitud
de pequeñas luces, que le cubría el cuerpo entero, y la túnica.
Bigán decidió que
era el momento de parar esta vorágine de sucesos, así que echó mano de la
información que había obtenido gracias a su don.
- Tyres, ¿que te
ofrece esa “computadora” para que quieras traicionarnos a todos? -, le pregunto
Bigán malintencionadamente.
- ¿Has vuelto a
hablar con SHIV4 hermanito?. Dime, Tyres, ¿aún sigues dándole vueltas a eso que
te dijo?, ¿nos traicionarías por esa estupidez del “chorragedón”?, ¿a quién
piensas incluir a tu lado, a esos tres amiguitos que disfrutan machacando
equinos?
- ¡Por lo menos
pienso en algo “productivo”!. En cambio, tú, ¿que haces?. No paras de echarle tirarles los
tejos a todas y cada una de las tías de esta base… ¿qué opina Dhara de eso? -,
le espetó Tyres –. Pero Thorius, no le escuches. Además de ser un pequeñajo, es
un mentiroso y un traidor. Centrémonos en el tema en cuestión…
- ¿Centrarte tú?
-, le volvió a provocar Bigán –. Y, de pensar, ni hablemos. ¿Acaso tuviste que
consultarle a ese ordenador para poder mear esta mañana cuando te levantaste?
- ¡Maldito mocoso! –, e inmediatamente Tyres se
abalanzó sobre Bigan.
Pero él ya estaba
preparado. No iban a pillarle por sorpresa como antes. Cuando ya lo tenía
encima, Bigán se dejó resbalar por entre las piernas de su rival, deslizando
por el suelo, y evitando que lo atrapara. Luego arqueó su espalda y, con un
movimiento fluído, se incorporó.
Tyres se giró
violentamente para volver a atraparlo, pero Bigán saltó por encima de él, con
una agilidad inusitada, ayudándose del magnifico soporte que le ofrecían los
poderosos brazos con los que su enemigo intentaba atraparle. No en vano su
padre le había enseñado a defenderse, y su madre había perfeccionado la
técnica. Todo sucedió en unos instantes. Tyres sólo llegó a ver como, tras un
salto, el chico se le escapaba de entre los brazos. Contempló perplejo cómo,
con la misma rapidez con la que su oponente había saltado, la zapatilla que
calzaba el pie derecho se apoyaba levemente en su hombro y, tras salpicar algo
de la suciedad que llevaba en los bajos del pantalón, tomaba impulso.
Bigán, que seguía
moviéndose tan rápido como le permitían sus reflejos, tras su último impulso
empezó a girar sobre si mismo, extendiendo su pierna izquierda, para terminar
golpeándole con el empeine del pie en la cabeza.
Al resto de
asistentes les pareció que el chico estaba danzando alrededor de Tyres, como lo
habría un bailarín en un escenario valiéndose del decorado, para dar fuerza a
su actuación. El resultado final fue la caída a plomo del “atrezzo”, que
ocasionó un gran estrépito a causa de peto metálico.
- ¡Vaya,
hermanito! Parece ser que el pequeñajo te ha derrotado –, era la voz de Shange.
Afortunadamente para su honra, Tyres había perdido el conocimiento antes de
tocar el suelo…
- No envidio el
dolod de cabeza que va a tened cuando ze depiedte…
Extraños
lazos de sangre (II)
- Bien chico -,
dijo Thorius - ¿Quién, o qué eres?. Nadie en la base puede hacer ni la mitad de
cosas que tu puedes. No eres humano, ¿verdad?…
- Por sus ropas
pensé, en un principio, que venían de un nivel inferior –, terció Shange
- Soy un tanai -,
aclaro Bigán -. Mi especie esta emparentada con la tuya más de lo que crees.
Puedo parecer humano como vosotros, pero suelo tener algunos dones especiales…
el vuelo, recuperación rápida del daño…
- Y la lectura
mental, ¿crees que no me he dado cuenta? -, le recriminó Thorius.
- E inmunidad a
el virus, y me imagino que también a otras enfermedades -, dedujo Shange.
- Si, parece que me habéis descubierto - confesó
Bigán - ¿Algo mas?…
- Si, ella –,
señalo Thorius donde estaba Rastall - ¿Tiene algo que ver con Gia?
- Se llama
Rastall, es mi amiga… casi una hermana y no, no tiene nada que ver con… -,
empezó a aclarar Bigán, pero Rastall, haciéndose la interesante, le interrumpió:
- Zoy una dragona
-. Todos sonrieron ante el desparpajo con el que la pequeña hizo esta
declaración.
- Y ahora
vosotros. ¿O prefieres que os lea la mente? -. Ahora Bigán hablaba muy en
serio.
- Tranquilo, estás
en tu derecho…
- ¿Te vaz a poned
drollo? -. Y Thorius se río.
- ¿Sabéis lo que
es una Nave Génesis?…
- No, pedo zegudo
que va a zed un drollo. ¿Zabéiz lo que ez un Ada Equiz?…
Thorius,
ignorándola, continuó:
– Aquellos que
nos crearon creían en una causa. Colonizar toda la galaxia. Para ello se
inspiraron en antiguas leyendas mitológicas, en las que se hablaba de dioses
llegados del cielo. Para ello mandarían una de esas Naves Génesis, con unos
cuantos de nosotros dentro, para que al llegar al planeta en cuestión, usando
nuestro “potencial”, lo habitáramos y preparáramos para su transformación en un
lugar apto para la vida. El problema surgió ya en el diseño de la primera nave,
la nuestra. El “defecto” fuimos nosotros mismos. Nos crearon con mucho poder,
similar al que tú controlas, pero fallaron en el temaa la hora
de hacernos adaptables a cualquier entorno hostil. En pocas palabras, no éramos
verdaderamente inmortales. Aprovechando que todos nosotros estábamos
criogenizados solo tuvieron que poner el contador del “despertar” en un bucle
infinito. Hubo polémicas respecto a la decisión de mantenernos con vida. Por
ello, en la superficie de la nave, dispusieron un destacamento de soldados
fieles a la causa, que velarían por que nada fallase…
- El soldado
Titán que vimos en el pasillo –, aclaró Shange
- Exacto –,
continuo Thorius –. Ardem’s es una de las que, cada semana, recorre y explora
esta base para determinar hasta donde han llegado ellos, entre otras cosas…
- ¿Como
escapasteis de vuestro confinamiento? -, pregunto Bigán mientras cogía en
brazos a Rastall, que, aburrida, pedía atención.
- De entre los
“creadores” surgió una facción ideológica que tras ver el fracaso de esta
empresa, quiso rectificar y liberarnos para que pudiéramos desarrollarnos y
demostrar que no solo somos herramientas de colonización, sino seres humanos –,
siguió
continuó Shange con la
explicación Shange -. Gracias a ellos supimos qué
había pasado y por qué estábamos aquí.
- Sabotearon a
CR’ON-05, un ordenador que controlaba la “prisión” en la que se había
convertido esta base, pero antes de que pudieran cantar victoria, el sistema de
seguridad de CR’ON-05 liberó un virus, aprovechando nuestra vulnerabilidad a
entornos hostiles. Ese virus lo único que hacía era anular nuestro poder. Ese
virus debería haberte afectado a ti también, pero no lo hizo. Eso significa que,
o no eras humano… - ¿Quién habla aquí?
- … O que si lo
era, tenía algo que me inmunizaba –, concluyo Bigán.
- Ajá. Una vez
libres nos expandimos por el interior de la nave. Llegamos a establecer
contacto con algunos de los sistemas de ésta, como SHIV4, un sistema de
autodestrucción, por si la cosa no salía bien en la transformación planetaria.
Me imagino que te harás una idea de cómo es por tu reacción con Tyres.
Afortunadamente los códigos de seguridad que lo activan están fuera de su
alcance, y del nuestro –, finalmente terminó de explicar
finalmente Thorius.acabo con la explicación.
- Hay Ootros
sistemas, como A7L45 que gestiona el
soporte vital, o el IS15, que repara nuestros cuerpos,
aunque en su base datos no esta la cura al para el virus.
Gia, que fue quién descubrió ese sistema, ha intentado investigar por su
cuenta, pero el problema es que la genética le pierde y se ha dedicado a crear
monstruitos –, añadió Shange
- Tus mascotas
entre ellas, hermanita -, dijo ¿?, a lo que ella asintió.
- Entonces, Shan…
Ardem’s, ¿Qué buscas cada semana? -, le pregunto Bigán.
- El Y66DR451L,
el centro de control, la computadora que gobierna el planetoide –. Shange al
ver la cara de Bigán, explicó: - Sí, la Nave Génesis tiene forma de planetoide,
desde fuera es una aburrida esfera de arena gris…
- Y el Y66DR… lo
que sea…, ¿no debería estar en el centro?…
- Lo esta, pero
los titán controlan el exterior y el núcleo –, informó Thorius…
- Bueno, sólo
queda una pregunta: ¿Qué queréis de mi?. A los tanai nos mueve el orgullo, y a
los humanos el egoísmo… ¿No me habréis contado este cuento sólo para que no os
zurre? -. Rastall, que empezaba a dar muestras de sueño tras varios bostezos,
se frotó los ojos tras varios bostezos.
Shange relevó a
Bigán, cargando con la pequeña. Los dos cruzaron su miradas y durante un
instante Bigán decidió confiar plenamente en la chica.
- Te contaré lo
qué queremos de ti más tarde. ¿Estás con nosotros? - preguntó Thorius.
- Claro, pero una
vez acabemos necesitaremos que nos ayudéis a nosotros. Hemos de volver a casa,
que sospecho queda muy lejos –. La respuesta de Bigán fue tajante.
Thorius,
llevándose un brazalete a la altura de las boca, dijo: – ¡Hey, “Loco”!, ¿están
todos reunidos?
- Si jefe. Es la
mayor fiesta que he organizado. ¡Vamos a arrasar! -, zumbó una voz a través del
brazalete.
- Vale, me toca
hablar con Wutan. Ardem’s, llévalos a la reunión… -, se interrumpió –. A la
pequeña, llévala con Dhara. Ella la cuidará…
Tras terminar de
hablar con Thorius se dirigieron hacia ese el lugar
de reunión. Recorrieron pasillos interminables, algunos de ellos oscuros, y
húmedos, y otros limpios, e iluminados, con los colores del arcoiris.
Fueron turnándose
para llevar en brazos a la pequeña Rastall.
- Podías llevarla
flotando –, le había dicho ella, a lo que él respondió:
- La telequinesia
no es mi punto más fuerte. Llevándola
así, como diría mi padre, se curte el carácter –, y se río por la mentirijilla
que acababa de decir, ya que no era su padre quien le dijo eso. Lo había
escuchado una vez, pero no recordaba dónde. Estaba a punto de revelárselo
cuando se quedó sin habla de la sorpresa al llegar a un nuevo lugar. Era un
espacio abierto, quizás la habitación mas grande que Bigán y Rastall hubieran
visto. Un césped verde y suave cubría los suelos, el techo estaba tan lejos que
parecía inexistente, al igual que las paredes, y cuando intentaba localizar
los limites de la sala, lo único que veía era un
cielo infinito era cuanto veía cuando intentaba localizar los
limites de la sala, q. Una sala,
además,ue que no
discurría uniforme, sino que lo hacía por multitud de colinas que se perdían en
la lontananza.
Por el cielo flotaban unos
objetos con forma de semilla de haba, flotaban ayudados
por unas alas ruidosas que se agitaban y zumbaban como las de los insectos.
- Si no cierras
la boca, igual tienes la suerte de tragarte uno –, le dijo Shange.
- No creo,
parecen ser mas grandes que… -, Bigan salió de su ensimismamiento y,
asombro
asombrado, preguntó: - ¿Qué son esas
cosas?
- Los llamamos
“querubines”. Vuelan de aquí para allá y nadie, excepto quizás
Wutan o “el Loco”, sepan qué son realmente…
Pero Bigán no
pudo seguir atendiendo a la explicación. Rastall se había
despertado y ahora corría libremente por la superficie de una colina cercana.
- Déjala jugar –,
y, tirando de su brazo, Shange le dirigió hacia el interior.
Conforme
avanzaban empezaron a ver a más y más miembros de la tripulación. Todos eran
diferentes en aspecto y edad, pero no había ningún adulto. El único rasgo
distintivo común era la túnica.
- ¿Sabes?, cada
uno de nosotros tenemos dos nombres: uno fue es el
que elegimos para nosotros, que es secreto y que sólo compartimos
con quien queremos; y el otro es el que usamos continuamente y fue el que
nos dieron los “creadores”. El mío como sabes es, Ardem’s, “la Cazadora”, el de
mi hermano Erms significa “el Mensajero”, pero según como lo entonas también
significa “el que guarda Secretos” …
Bigán se dio
cuenta entonces del honor que había recibido al ser participe del nombre
secreto de su amiga.
- … Thorius
significa “Lider” y solo tiene un nombre…
- Wutan significa
“el Guía” y el mío… –, una voz les sorprendió a sus espaldas -, bueno me llaman “el Loco”, y el verdadero
nadie es capaz de pronunciarlo, ¿no es así Shange? -, y ella pareció alegrarse
muchísimo al escuchar esa voz.
- Rastall, Bigán,
os presento a Priomdeo, el único que, realmenteaunque , no
es exactamente
miembro de la tripulación, pero es
realmente un gran amigo.
Bigán tenia ante
si a un chico de una altura similar a la suya, quizás de la misma edad. Tenia unos ojos despiertos, de un
tono indefinido, y la cara estaba surcada de pecas.
Solo una corta y rizad, cabellera rojiza destacaba más que su mirada. Llevaba
un traje que, al igual que el de Thorius, le cubría el cuerpo entero, salvo que
no se veía parpadear luz alguna.
- Gracias. Sólo
me llaman Priomdeo mis amigos –, aclaró el recién llegado, enfatizando las dos
ultimas palabras -. El resto suele llamarme “el Loco”, y, como le diste un
escarmiento a Tyres, tú puedes llamarme incluso en mitad de la noche, si tienes
algún problema. Volviendo a eso de que no soy de la tripulación… mi madre fue
una de las que les liberó –, dijo señalando a Shange y a otros que pasaban
cerca -. Saboteó CR’ON-05, permitiéndoles salir de su helada prisión…
- Priom, ¿que
plan tenéis Thorius y tu? -. Shange, que acababa de volverse a recoger en
brazos a Rastall tras su entusiasmado despertar, volvió a incorporarse en a la
conversación.
- No, hermanita,
no… –, dijo, haciendo hincapié en la última
palabra –. Eso vendrá ahora. Por mucho que te aprecie, no puedo adelantarte
nada. Sólo puedo decir que Wutan es la pieza clave –, y tras acariciar la
mejilla de la pequeña dragona añadió –: No deberías perdértelo…
- ¿Es la guerra?
-, y “el Loco”, sin añadir palabra alguna, le respondióasintió
afirmativamente.
Clase de
idiomas
Después de eso le
llevó a un gran anfiteatro, que estaba atestado. Estaban Alli
estaban ya los hermanos de Shange. También vieron a los
misteriosos enanos, con sus largas barbas, de los que Bigán había escuchado
hablar al principio de su aventura. En alguna ocasión sus bocas se abrieron de
sorpresa al ver seres quiméricos, mitad paquidermo mitad humanoide, conversando
con otros asistentes igual de quiméricos, mitad felino mitad bípedo, o quizás
no tanto, pues su rasgo característico solo era tener toda la piel de color
azul, o verde… Todos estaban hablando, unos acaloradamente, otros no tanto,
unos pocos cuchicheaban, algunos reían y otros hacían chanzas. La mayoría lo
hacían mientras bebían de unos curiosos vasos corniformes.
El silencio llegó
cuando en el centro del hemiciclo apareció una figura imponente. Era mas alto
que ninguno de los asistentes, casi parecía un adulto. Iba acompañado por
Thorius y llevaba un traje similar. Carecía de cabello y su ojo izquierdo
estaba sustituido por uno artificial
- Es Wutan –, le
susurró Shange al tanai, que asintió, mientras le relevaba cogiendo en brazos a
la pequeña bostezadora sin piedad.
- Hermanos, hemos
sido esclavizados durante mucho tiempo - . Todos se alzaron en un rumor que
desapareció al instante –. Sólo la “conciencia” quebrada, que nuestros
“creadores” habían reprimido durante milenios, permitió liberarnosque
fueramos liberados, ¡pero a un alto precio! –, y llevó su mano
hacia el ingenio ocular que tenia en su rostro, ante lo cual muchos asintieron,
recordando también a todos aquellos que cayeron en esos días –. Pero no éramos
realmente libres. Gracias a nuestra labor pudimos aislarnos del exterior y
ganamos algo de tiempo frente a nuestros guardianes y captores. Pero sabíamos que éstos
acabarían encontrándonos e intentarían volver a encerrarnos. O en el peor de
los casos, exterminándonos–. Esta vez el sordo rumor de fondo elevó el volumen
y en los rostros de todos se veía un tono de alarma -. ¡Callad, hermanos! -
gritó Wutan…
- ¡Silencio! -,
solicitó Thorius.
- Lo siento chico.
Me caes bien –, Bigán oyó decir a Priomdeo –, pero no me gustaría estar en tu
pellejo…
- ¿Que? -,
preguntó Bigán alzando la voz entre todo el barullo
- ¡Hermanos! –,
continuó Wutan, ignorando el jaleo –, hermanos, ¿recordáis la profecía que vaticinó
Wutan?… “Por dos veces, del exterior llegará ayuda. La primera vez, nuestros
ojos serán abiertos, y la segunda vez, nuestros espíritus serán liberados” -, y
sin detenerse en su discurso, continuó, citando a la frase
de Wutan -: “La conciencia quebrada, que nuestros creadores habían
reprimido durante milenios, permitió que fueramos liberadosliberarnos”.
Esa fue la primera vez, cuando despertamos de nuestro letargo y nuestros ojos
se abrieron -, y señalo hacia Priomdeo, al que todos conocían como “el Loco”-.
Y ahora ha llegado ayuda, otra vez del exterior. Ellos están entre nosotros y
nos ayudarán, a liberarnos de
una vez por todas, “a liberar nuestros espíritus”.
Bigán no daba
crédito a lo que estaba a punto de suceder. Las luces que habían
estado iluminando la gran sala, como si de un sol se tratara, se apagaron y un
foco les iluminó sólo a ellos dos, Bigán y Rastall. Shange, a su lado, en la
penumbra, observaba anonadada e incrédula. Priomdeo les miraba con compasión.
Rastall no paraba de parpadear, deslumbrada, y Bigán deseaba con todas sus
fuerzas despertar de esa pesadilla.
Todos los
asistentes, que habían callado durante ese momento, aplaudieron al unísono. La
muchedumbre les rodeó y empujó hacia el escenario. Bigán buscaba a Shange, pero
ésta
parecía haber desparecido, engullida por el publico.
En un instante,
sujetando todavía en brazos a Rastall, se encontró,
sujetando todavía en brazos a Rastall junto a Thorius, que le
sonreía mientras abría sus brazos recibiéndolo en señal de amistad, y Wutan,
que de cerca parecía mas máquina que humano.
Una chica de la
edad de Thorius apareció en el escenario y recogió a Rastall de los brazos de
Bigán.
– Soy Dhara, no
te preocupes –, le dijo, intentando tranquilizarlo sin éxito -. Cuidaré de
ella. –. La pequeña pidió auxilio a su amigo, pero el griterío y
algarabía de los asistentes acallaba su voz.
Thorius se le
acercó para estrechar un abrazo de hermandad.
– Eres el elegido.
Wutan lo profetizó, debes aceptarlo –, le dijo al oído y acto seguido se separó
y, cogiéndolo de la mano, la alzó en señal de victoria.
- ¿Tan seguros
estáis? -, inquirió Bigán -. No soy quien esperáis… -. Pero sólo Thorius le
escuchó, ensordecedores vítores le impedían alzar la voz sobre la de todos.
- Wutan ha determinado
nuestro éxito en un 56%. Eso es mejor que el 24% del primer intento y,
evidentemente, es mejor que nada –, y fue en ese momento cuando Bigán se dio
cuenta realmente de lo desesperados que estaban, de lo crítica que debía de ser
su situación y de lo precaria que sería su supervivencia si perdían esa batalla
con los soldados Titán. Esos chicos querían ser libres, quizás nono tanto
para llevar a cabo el cometido para el que habían sido creados, sino como para
poder vivir como personas normales.
Los gritos de
alegría se tornaron en todo lo contrario cuando una enorme explosión les pillo
por sorpresa. Los soldados Titán ya estaban allí…
El paraíso que
antes había sorprendido gratamente a Bigán ahora era un infierno. Soldados
Titan aparecían por doquier y mortales fogonazos de luz iban sembrando la
muerte.
En cuanto fue
consciente de lo que estaba sucediendo, Bigán se dirigió raudo hacia la parte
posterior del escenario a buscar a Rastall. Afortunadamente Dhara cuidaba de
ella, y junto con otras chicas huyeron por un pasaje que, por detrás del
anfiteatro, atravesaba a colina y se internaba debajo de la gran sala en la que
se todos estaban reunidos.
Una chica tropezó
con Bigán. Él la ayudó a levantarse, y comprobó aliviado que se trataba de Shange.
Ella también había podido huir. Dhara, que había permanecido serena hasta
entonces, acudió a Shange.
– Tú conoces más
que nadie estos pasillos. Guíanos a salvo –, a lo que la chica contestó
afirmativamente.
Anduvieron
durante mucho tiempo. Bigán iba tirando del bracito de Rastall. Durante el
trayecto las acompañantes de Dhara no paraban de especular sobre el qué
habría pasado, sobre las posibilidades de sobrevivir, sobre si Wutan sería
capaz de volver a sellar las entradas como hizo antaño y sobre si Bigán era
realmente el elegido, ya que todas esperaban que fuera mayor y no un niño.
Finalmente
llegaron a un pasillo mas amplio. Todas se tranquilizaron al tratarse de un
lugar familiar, pero se empezaron a preocupar al comprobar que, salvo ellos, no
había nadie mas.
De repente
Thorius apareció por otro de los pasillos secundarios, pero les pilló tan de
sorpresa que gritaron asustados.
Thorius intento
calmarles y abrazando a Dhara les informó.
- Se han hecho
con el control de la gran sala de recreo y de la mayoría de los pasillos
adyacentes. No creo que continuar aquí sea lo mas seguro –, y, como si le
hubieran escuchado, de un tercer pasillo aparecieron mas soldados Titán. Shange
cogió a Rastall en brazos y Bigán le siguió. Habían vuelto a entrar por el
pasillo por el que habían venido desde el anfiteatro.
- ¡Estas loca!, ¡volveremos
a encontrarnos con ellos!
- No creas –, se
explicó Shange -. Si nos hubieran seguido por aquí, hace tiempo que nos habrían
capturado. Creo que simplemente no lo han descubierto, de todas formas,
tomaremos el siguiente desvío y ya no seguiremos por la misma ruta.
- Espera –, dijo
Bigán, y se concentró. Por un instante, en su cabeza, el ruido de todas las
voces que estaban mas próximas fue ensordecedor, pero poco a poco fue
silenciándose. Luego fue escuchándolas una a una, y, no tardando mucho,
localizó la que quería. Salió del trance y consultando la consola les indicó
hacia donde ir –. Ha habido suerte, no están muy cerca…
- Eso ha sido una
gran idea –, le alabó Shange.
Recorrieron mas
pasillos y al final tomaron uno que desembocaba en una sala que tenía multitud
de cápsulas de metal y cristal, de forma cilíndrica, sobresaliendo de las
paredes. Shange, llevándose el dedo índice a la boca, le enseñó una pantalla en
la que se veían una imágenes que mostraban como unos soldados Titán se dirigían
hacia allí. Entraron cada uno en una cápsula y agachándose ocultaron su
presencia tras la parte metálica. Los oyeron pasar de largo y cuando Shange les
avisó se incorporaron.
Bigán, desde dentro de la cápsula, la vio a
ella comprobar la pantalla de su consola, y también se fijo que había un nombre
escrito en el cristal. En el suyo estaba escrito: ARDEM’5. Salió de su escondite y verificó que el nombre
escrito cambiaba de verlo desde dentro a verlo desde fuera. Ahora leía:
2‘M3DRA.
- Seguiremos por
ahí. Creo que ellos habrán tomado otros pasillos –, dijo esperanzada Shange,
pero se vio interrumpida al tropezar, vencida quizás por el peso de la pequeña,
a la que había vuelto a coger en brazos. Ambas cayeron rodando. Shange se
levantó y al momento se quejó del tobillo Parecía habérselo torcido. Bigán,
tras haber comprobado que Rastall estaba mas sucia que otra cosa, se interesó
por Shange, quien le informó del lamentable estado de su extremidad inferior.
- No creo que sea
para tanto –, intento tranquilizarla Bigán y busco algo con que entablillarle
el tobillo –. Rastall ¿ves alguna tabla? -, le preguntó con la esperanza que la
magnifica visión en la oscuridad de la que disfrutaba la pequeña les sirviera
de algo. Rastall respondió…
- No, pedo veo
una puedtecilla que pone la i padtida… zeis… zeis… de… edre… cuadro… cinco…
uno… ele…
- ¿I partida?,
¡la Y!, ¿Y 6 6 D R 4 5 1 L? -, deletreó Shange, y acto seguido exclamó - ¡¡¡Y66DR451L!!!.
Rastall, has encontrado el mando central de esta nave. Ayudadme a abrir la
puerta –, dijo mientras se agachaba ignorando cualquier dolor resultante de la
caída.
Bigan también se agachó y, para que Shange no
realizara ningún esfuerzo, empujó la plancha cuyos caracteres brillaban
tenuemente en la oscuridad. No obtuvo ningún resultado. Rastall informó de
que había oído ruidos provenientes de ambas partes del pasillo. Shange apartó a
Bigán y empujó las planchas. Un sonido de succión les confirmo que la “puerta”
se estaba abriendo. Los tres pasaron dentro, y otro sonido idéntico al anterior
se produjo al volverse a cerrar la compuerta.
La sala a la que
habían entrado se iluminó. Estaba llena de pantallas, controles y
luces intermitentes. Una ligera capa de polvo cubría todo.
Una voz femenina,
que parecía salir de todos los sitios a la vez, preguntó:
- ¿Acceso?
Confirme identidad
Los tres se
miraron, y Rastall gritó:
- Zoy Draztall,
hija de Mirdna, Dioza de la Magia –, y acto seguido, se echaron a reír por lo
cómico de la situación.
La voz volvió a
insistir:
- ¿Acceso?
Confirme identidad
Shange,
conteniéndose las carcajadas y limpiándose las lagrimas de los ojos, gritó:
- ¡Ardem’s! -,
pero volvieron a escuchar:
- ¿Acceso?
Confirme identidad
Shange pareció
extrañada
- Es mi nombre.
¿Por qué no lo reconoce?.
- ¿La clave no
será Shange? –, le pregunto Bigán y ella lo negó. Entonces él se agacho y
escribió en polvoriento suelo: ARDEM’S -. ¿Se parecen? -, y debajo escribió:
ARDEM’5, a lo que ella respondió afirmativamente y e. Entonces
se dio cuenta de lo que pasaba y exclamó triunfalmente:
- ¡2‘M3DRA!.
- Acceso
permitido, usuario confirmado
- ¿Como conocías
la clave? –, le dijo asombrada Shange.
- Los nombres que tomasteis eran los que ponían en las cápsulas,
sólo que, erróneamente, los leísteis desde dentro. Vuestro verdadero nombre es
el que se lee desde fuera. Tu nombre es 2‘M3DRA y no ARDEM‘5, ya sabes, el
nombre que te dieron tus “creadores” -. Pero al mirarla fijamente a los ojos
añadió -: Aunque, como nombre, me sigue gustando mas Shan… No me había dado cuenta
hasta ahora, pero todos tenéis los ojos azules…
- ¿Como tú?…
- Interesante…
- Y ahora que tenemos el control de la nave, ¿a donde quieres ir? -,
pregunto la chica mientras se dirigía a los paneles de control.
- Antes de ir a
ningún sitio hay que hacer algo con los soldados Titán -, concluyo Bigán.
- ¿Y zi lez
zacamoz a patadaz? –, propuso Rastall, a lo que a Bigán se le ocurrió…
- A patadas no,
pero podemos cerrar todas las puertas de acceso, incomunicarles y…
- … hacer el
vacío para expulsarles al espacio –, exclamo Shange –, ¡qué gran idea…!
- Bueno, no iba a
decir eso, sino que así ganaríamos tiempo…
- Ya está, el
modulo 47L45 esta plenamente operativo, cuando les hayamos expulsado cerraré
las compuertas externas y regeneraré el aire.
- ¿No eres muy
radical con eso de expulsarlos al vacío? –, y pero tras
volver a contemplar los ojos de Shange decidió callarse. Había mucho odio
acumulado en esa mirada.
- ¿Y que vamoz a
haced con loz de dentro?
- Saldremos al
encuentro de Thorius. Es el líder, él sabrá que hacer.
- Intentó
utilizarme para su causa –, le recriminó Bigán –. No me fío de él…
- No le culpes,
estábamos desesperados. Tú fuiste un soplo de esperanza para todos nosotros…
- Podríais haberme
consultado antes de meterme en este follón
- Bigán, Shange
no ez mala, ni Zodiuz, zolo ez que tienen miedo y tu edez muy bueno y ziempre
eztaz preocupado, pod mi, pod que te meto en muchoz lioz. Bigán, mi mama noz
encontradá pronto, azí que no te preocupez. Mientraz tanto debemoz ayudadlez,
edioz no tienen la zuedte de tened una mama que lez quieda. Y en el fondo zabez
que ez lo codrecto.
-- Esta bien,
Rastall. Iremos en busca de Thorius, pero nada de muertes así por que sí. Solo
en defensa propia…
-- Me parece bien
–, dijo Shange –. Antes de irnos cogeré este mando remoto. Nos ayudará cuando
estemos lejos de aquí.
-Salieron de la
sala, por la puerta principal, y se adentraron en otro pasillo. Allí también
había varias zonas destrozadas por los impactos de las armas. En algunos puntos
varias cañerías derramaban su contenido, en otros las paredes metálicas se
habían retorcido hasta adquirir formas inusuales, casi artísticas, y cables
eléctricos chisporroteaban en cortocircuito en algunos puntos. Buscaron un
lugar donde los desechos y cascotes les permitieran pasar y treparon por ellos.
A Bigán le preocupaba que los leotardos a rayas de su pequeña amiga ya eran
poco menos que jirones dejando al descubierto sus piececitos, pero a la
dragoncita no parecía importarle...
- Por ahí –, les
indico Bigán una vez hubieron descendido. Pero no habían recorrido ni la mitad
cuando aparecieron cinco soldados armados. Shange empujó a Rastall tras unos
escombros y cogió al chico de la mano poniéndolo detrás de ella.
– Eres el elegido, no debes morir
A lo que él
contestó:
-
En estos momentos tú eres mas valiosa.
Tienes el control completo de la base. Tus hermanos te necesitan.
En la boca
del Lobo
Los soldados
apuntaron y en ese momento de por una puerta
salió Priomdeo, agitando los brazos y gritando
- ¡Eh!,
¡pringaos!, ¿a que no me dais? –. Y tras el salieron Erms y otros chicos a los
que Bigán no conocía. No parecían muy contentos por la actuación de “el Loco”,
que por distraer la atención de los soldados había revelado su escondite.
- Corre –,
reaccionó Shange, y recogiendo a Rastall del suelo echaron de nuevo a correr.
- Nos ha salvado
la vida, pero ¿podrá escapar? -, se preocupo Bigán jadeando por la carrera
- Seguro,
Priomdeo es muy escurridizo, pero yo me preocuparía más por el enfado que
llevará ahora Erms. Seguro que lo tacha de traidor o cosas peores –. Hizo una
pausa, como si meditara algo y añadió –, creo que si Erms lo pasa mal es una
forma de vengar los golpes que te dio -, y Bigán asintió satisfecho.
Recorrieron una
sala alargada, que no parecía tener fin, hasta que encontraron la salida en el
otro extremo. Salieron y utilizaron el plano que aparecía en la consola remota
para buscar a sus amigos. Los puntos rojos eran soldados Titán, entre los
azules podrían encontrar a Thorius, si no había muerto. Por varias veces
estuvieron a punto de volver a encontrarse con los soldados, pero supieron
darles esquinazo.
Llegaron a un
pasillo sin salida y ella, accionando unos botones de la consola, abrió una
puerta de servicio que no se veía a simple vista.
- Aquí estaremos
a salvo mientras pasa el peligro. Puedes detectar si Thorius está en el mismo
sitio, los disparos de esos soldados seguro que habrán alertado a mas de uno
que estuviera cerca.
- Puedo
intentarlo de nuevo. Me sentaré aquí, será mas cómodo… -, pero no llegó a
acabar su frase, una luz roja ocupaba toda la pantalla de la consola – Shange,
¿qué es esa luz? -. Ella la alzó y empezó a tocar botones
- Están
intentando tomar el control del Y66DR451L. Como administrador del sistema,
puedo impedirlo –, y siguió tecleando. Rastall la observaba con atención y
Bigán estaba concentrado buscando a Thorius –. Se habían hecho con el control
de los querubines – informó Shange -, pero les he restringido el acceso. Ahora
los robots nos ayudaran. Podemos salir, los soldados se están reagrupando aquí
–, y señaló el punto en el mapa.
Bigán, que
acababa de volver en sí, dijo en tono derrotista:
- Pues es ahí
mismo donde están Thorius y la mayoría de tus hermanos. Wutan ha caído y todos
tienen miedo. Parece ser que un tal “Lobo” está al frente de toda la operación.
- ¿”El Lobo”?.
Entonces es peor de lo que esperaba. Ese hombre fue quien organizó nuestro
exterminio…
- ¡Zalgamoz pada
adlli, noz necesitan! –, les arengó Rastall
- Cierto –,
añadió Shange encorajinada -. Aún tenemos un as en la manga. Utilizaremos a los
querubines. No son soldados propiamente dichos, pero quizás distraigan. Les
daré ahora la orden. Para cuando lleguemos, habrán sembrado suficiente caos.
Acabaron de
operar con la consola y salieron de su escondite para dirigirse hacia donde estaba sus amigos.
Andaban los tres
alertas cuando apareció Priomdeo corriendo por detrás y cogió a Rastall al
vuelo mientras gritaba:
– ¡Me persiguen soldados, deberíais correr…!
Y así lo
hicieron, siguiendo al “Loco”, que poco a poco iba distanciándose. Dobló una
esquina y cuando ellos lo hicieron vieron que Priomdeo estaba en el suelo,
reducido por varios soldados Titán. Rastall estaba apresada por un hombre de
aspecto autoritario.
Bigán actúo al
instante y usando su don le sustrajo el arma a uno de los soldados que habían
estado persiguiéndoles, después apuntó al captor de su amiga. Shange derribó a
sus perseguidores, que aún estaban sorprendidos por el “vuelo” del fusil.
- Bigán,
dispárale, es “el Lobo” -, le gritó Priomdeo, y acto seguido recibió una patada
en el estómago.
- Adelante chico
–, le dijo “el Lobo” -. Dispárame. Quizás seas mas rápido que yo –. Y en un
parpadeo tenia un arma corta apuntando la cabeza de Rastall. La pequeña, que
hasta ahora había estado debatiéndose, se quedó quieta, muy asustada.
- ¡Ten cuidado,
no hieras a Rastall! –. Era Shange, quien, muy preocupada, buscaba el cargador
del arma del otro soldado.
- Adelante,
dispárame –, le provocó “el Lobo”
Bigán estaba
hecho un lío. Por un lado, estaba sopesando lo rápido que podría reaccionar su
interlocutor. Había sacado su arma en un abrir y cerrar de ojos, quizás si que
podría matar a Rastall. Por otro lado, no había disparado nunca ese arma, y si
no respondía como él quería, todo seria inútil.
Al final
determinó que dispararle no era la mejor solución. Seguía hecho un lío, pero si
se rendían, tal vez tuvieran una oportunidad…
Soltó el arma y
alzó sus manos
– Shange, será
mejor que lo dejemos, no veo otra salida.
Ella levantó
también sus brazos y miró a Bigán condescendiente.
Entendía el dilema en el que se encontraba su amigo y no era capaz de ayudar.
- Vaya, el niño
tiene miedo. Quizás podrías haberme vencido –, le provocó una vez mas “el Lobo”
y dejó de apuntar a Rastall para apuntar hacia ellos –. Ahora necesito esa
consola. Vais a dármela por las buenas o por las malas -. Y en ese momento
Bigán sintió el zumbido en su cabeza,
ése del que sus padres tantas veces le había hablado.
Era una
sensación, más que un sonido, muy sutil y tenue. Para alguien habituado, seguro
que pasaba inadvertido, pero para quien como él nunca lo había
sentido antes, llamaba su la atención.
Justo en ese momento era consciente no sólo de casi todas las cosas materiales
que le rodeaban, sino del espacio que había entre todas y cada una de ellas,
incluidas las que no estaban a la vista. Se centro en la consola que Shange
llevaba en sus manos, “visualizó” la sala del Y66DR451L, y, en un abrir y
cerrar de ojos, la consola había desaparecido. Todos quedaron estupefactos,
incluido el propio Bigán, pero por haber sido el artífice del truco se
sobrepuso antes y pensó: “Si es inteligente, se dará cuenta que hemos de
negociar”, y, aprovechando su baza, dijo en voz alta:
- Te entregaremos
la consola si liberas a todos. Si no lo haces, nunca encontraras la consola.
Dicen que los
lobos son astutos, pero no era el caso de éste. Tras sobreponerse de la sorpresa,
“el Lobo” disparó contra Shange. Bigán intentó interponerse, pero no llegó a
tiempo. Su amiga recibió el disparo. Una explosión de sangre brotó del vientre
de Shange. Bigán la cogió en brazos y cayó con ella.
El chico estaba
destrozado, no había sido lo suficientemente rápido y por ello lamentaba no
haber podido interponerse en el camino del proyectil. El si que hubiera podido
sobrevivir al disparo. Pero Shange no era una tanai, no podría sobrevivir.
Entonces escucho
la voz de su madre en su mente: “Bigán, ¿estáis bien?”. No sólo era la voz, era
una comunión perfecta, podía sentir la presencia, la preocupación de su madre,
el esfuerzo que habían llevado a cabo para llegar allí. También sabia que su
padre había
venidoestaba con ella. La Viuda, ella Eera
La
Viuda la que les había facilitado el “viaje”, la Viuda y dos
amigos de ésta a los que Bigán no conocía. Y si estaba la Viuda, también
estaría Hermn y su temible artilugio lanza-flechas. Supo también que estaban
muy cerca y que se iban abriendo camino hacia ellos rápidamente. También supo
lo orgullosa que estaba su madre pues el habíapor el hecho de que él
hubiera encontrado su don, y eso que no se lo había contado, pero
era uno de los efectos secundarios de la comunión mental.
- Mamá, venid a
rescatar a Rastall y quienes están prisioneros aquí -, solicitó ya determinado
a dar el siguiente paso -. Yo he de ayudar a una amiga…
Bigán se levantó
desafiante e hizo levitar delicadamente a su amiga entre sus brazos, para
asombro del “Lobo” y sus soldados.
Las miradas del
tanai y del líder Titán se cruzaron, pero para cuando “el Lobo” dio la orden de
disparar Bigán y Shange habían desaparecido.
- ¡Te dejas algo!
-, gritó zarandeando violentamente a Rastall por el brazo -. ¡Cobarde! -,
añadió -. Tomad, poned fin a la vida de estos engendros -, y lanzo a la pequeña
hacia uno de los soldados.
Ella, que
había estado conteniendo la furia por todo lo sucedido, Rastall, al
chocar con el duro cinto del Titán, inesperadamente, la liberó toda la
furia que había estado conteniendo en forma de llamas. Esto les
pilló a todos por sorpresa, incluida Rastall, que quizás era la segunda vez en
su vida en la que escupía fuego como un dragón de verdad.
Estupefactos,
todos los soldados contemplaban a su compañero ardiendo, y alguno se aventuro a
declarar “¡Pueden utilizar sus terribles poderes!”. Thorius aprovechó la
oportunidad para derribar a dos de sus captores e incitar a todos a hacer lo mismo y huir.
La pequeña
dragona corrió hacia donde yacía Priomdeo, que aun seguía en el
suelo. Los soldado que la vieron acercarse huyeron temerosos detemiendo
ser víctimas de su fuego abrasador.
“El Lobo” llamó
al orden, pero todo se había convertido en un caos. Hizo varios disparos, sin
resultado. Así que se replegó con las pocas tropas fieles tras unos escombros y
por radio llamó a los refuerzos, pero solo recibió silencio.
Unos pasillos mas
allá todos los refuerzos habían caído víctimas de un sueño irresistible.
“No ha sido tan
fácil como esperaba. Eran demasiados”, pensaba Luna, Princesa de Zirah y
ex-emperatriz tanai, pero, sobre todo, madre de Bigán. Solo aquellos que
intentaban resistirse, podían, antes de caer dormidos, contemplar el aspecto de
quien les había derrotado.
Rastall le perdió
la pista a Priomdeo en uno de sus rescates pues, tras ver la efectividad del gestode la
frase: “zuelta a eze niñyo o voy a ezcupid fuego una vez maz”,
había ayudado a fugarse a mas de uno. Así que decidió que ya iba siendo hora de
ayudarse a si misma y correr a refugiarse.
Se coló por uno
de los agujeros que la artillería enemiga había abierto en la pared. Trepó
ayudándose de los cables eléctricos que por dentro colgaban hasta que llegó a
una rejilla que daba a un pasillo deshabitado. Empujó la trampilla y salió.
Tras incorporarse pudo comprobar que no era un pasillo, sino una sala en forma
de “L”. En el tramo mas amplio de la sala unos robots, de aspecto esquelético,
y con algo que parecían alas a sus espaldas, estaban inmovilizando a unos
soldados Titan. Uno de ellos la vio y se dirigió rápidamente hacia ella, y no
parecía tener cara de buenos amigos. Rastall intentó volver por donde había
venido, pero se equivocó a la hora de abrir de nuevo la trampilla, y empujó, en vez de tirar. El
siniestro robot, ya a su altura, alzó uno de sus brazos para capturarla. En ese
momento, una joven se interpuso y dijo
- Klaatu, barada,
nikto.
La figura
mecánica se quedó inmóvil y acto seguido comenzó a cambiar de forma hasta alcanzar
la de la característica enorme semilla de haba que tenían los “querubines”.
Rastall estaba
alucinada, no por la reveladora transformación del “querubín”, ni por la súbita
y fortuita aparición de la joven, sino por el aspecto de la misma. Su belleza
era indescriptible, su nívea melena flotaba etéreamente entorno a ella, su
desnuda y delicada piel emitía pequeños tonos nacarados, y sus grandes y
radiantes ojos azules la miraban con ternura.
- Rastall -, le
dijo con una encantadora voz en tono fraternal -, no olvides nunca esta
palabras, un día las necesitaras para salvarte… para salvarnos… -. Y, mientras
susurraba las últimas palabras, desapareció del mismo modo con en el
que había aparecido, misteriosamente.
La pequeña
dragona salió de su aturdimiento en cuanto aparecieron Priomdeo, Thorius, unos
cuantos hermanos suyos seguidos de unos individuos, armados, cuyo aspecto era
una mezcla de hombres del espacio y piratas… y de Luna. Luna, ademas del
habitual uniforme de combate de su raza, lamas esmaltadas en verde y dorado,
portaba las dos espadas curvas de su familia, dos sables que eran algo mas que
un símbolo, eran su sello personal y su estilo de combate.
Rastall corrió
hacia ellos. La madre de Bigán, aunque no era una diosa, era una buena baza, y
además, el ver que Priomdeo seguía vivo la reconfortó mas aun. Ahora irían en
busca de Shange y la curarían, y juntos con Bigán volverían a casa. “El Lobo”
tenia sus horas contadas.
¿De que
están hechos los héroes?
Duró un instante
y fue como hubieran sido atravesados por una burbuja de jabón, sólo que a Bigán
el hecho de cruzarla le había dado la misma sensación que estar haciéndolo a
través de un muro de piedra. Le dolía todo el cuerpo,transportarlos ahí le
había supuesto un esfuerzo terrible. Acababa de aprender a andar y ya se había
hecho una maratón él solo. Bueno, él solo no.
Aun llevaba a
Shangue en brazos, así que la dejó reposar en el suelo. Le costó agacharse ya
que constantemente
dolores punzantes le recordaban constantemente que
había realizado un esfuerzo supremo. Afortunadamente su metabolismo tanai ya
empezaba a sanarle. Su amiga no tenia esa suerte, pero por lo menos estaban a
salvo en la sala del Y66DR451L.
Bigán se levantó
buscando algo con lo que tapar la herida, pero estaban en una sala de control y,
no vio nada a mano. Pensó en utilizar sus pantalones, pero estaban tan sucios
que la preocupación de que pudieran infectar a su amiga superó la vergüenza de
tener que quitárselos. Quizás si utilizaba su don telequinético podría
presionar uniformemente la herida mientras extraía el proyectil con cuidado de
no estropear nada mas, pero aun así luego necesitaría limpiarla y esperar que
la sangre coagulara, la herida se cerrase y el organismo empezase a sanar…
Otra idea cruzó
por su cabeza. Acababan de atravesar el espacio que había entre dos
habitaciones separadas de la nave. Se acordó del extraordinario, y poco común, don de curación
tanai, no del don que automáticamente aceleraba, y reparaba, cualquier daño recibido
sobre sus cuerpos, sino de otro don que les permitía curar a los demás. Ademas
del emperador Semrol, sólo había visto a otra tanai utilizar ese don. Tendría
que intentarlo, aunque no supiera como.
Se agachó sobre
su amiga y decidió que quizás podría empezar un contacto mental. Eso, en un
principio, no la curaría, pero podría intentar aislar el dolor. Agitó los
brazos y empezó a respirar hondo para relajarse. Necesitaba estar completamente
concentrado.
- Vas a emprender
un viaje muy peligroso -, le sobresaltó una voz desde una de las esquinas de la
sala, a pesar de sonar serena. Bigán miro en la dirección de donde provenía y
se encontró con un tanai joven. Por su indumentaria, ropas holgadas,
polvorientas y gastadas, al principio lo confundió con su padre, pero sus
cabellos no eran pelirrojos, sino de un castaño muy claro, casi rubio. Su
semblante le era muy familiar, de hecho le recordaba a la serenidad que
mostraba su madre, y sus ojos…
- No hay tiempo
para contestar a tus preguntas, que son muchas, lo sé -, le dijo sin dejar de
mirarles -. Yo te guiaré. Podría hacerlo
yo todo, pero fue así… es así -, se corrigió -, como aprenderás a hacerlo.
Se sentó con las
piernas cruzadas, en frente de él, y le dijo:
- Has de estar
relajado. Eso sabes como hacerlo, pues ahora mismo estabas preparándote.
- Pensaba
establecer un contacto mental para inducirle un estado sin dolor -, le informó
Bigán haciendo hincapié en la palabra “inducirle”.
- Eso me parece perfecto, pero no te centres sólo
en el dolor -, le respondió el joven.
Bigán se
concentró, intentandoó establecer
contacto y llamando mentalmente a su amiga.
“Bigán, ahora no
intentes controlar el dolor”. Escuchó en su mente la voz de su misterioso
acompañante guiándole: “deja que fluya su dolor hacia a ti, pero evita que sea
él el que te controle”, le advirtió, “el dolor es algo profundo y primitivo,
como el miedo o el deseo. De esta forma ahondaras en el subconsciente y vendrá
a ti la verdadera imagen psíquica de su estado físico y mental”.
El chico así lo
hizo y de repente sintió un gran dolor ardiente en todo su propio
estómago, justo donde Shangue tenia la herida
- ¡No!, no te
centres en el dolor, déjalo fluir, siente como pasa. ¿Ves a tu amiga? -.
Ciertamente se había asustado, pero la serenidad que le transmitía su guía le
ayudó a calmarse.
Cuando la
sensación de dolor hubo pasado Bigán encontró a su amiga. La imagen mental que
Bigán veía era la de una chica vestida como una ninfa de los bosques, con una
larga cabellera prendada prendida de
flores y un vestido de hojas, y estaba aprisionada por un montón de zarzales “Quizás
tuvo algún trauma en la infancia con esas plantas, o quizás estas representaban
el dolor que ella sentía”, pensó para sí.
- Ahora deberás
retirar esas zarzas -, volvió a indicarle la voz.
Mentalmente se
vió a si mismo al lado de Shangue. De su mano surgió un haz de luz. Blandiéndolo
como un cuchillo, empezó a cortar uno a uno los tallos que la aprisionaban.
Luego empezó a retirar las espinas clavadas, y finalmente, limpiando las
heridas, empezó a curarlas. Pero las zarzas amenazaban con volver a cubrirla. Había Aunque
había cortado los tallos, aún quedaban sus raíces de las cuales
rápidamente habían empezado a brotar nuevos chitos. Se apresuro a cortarlas,
pero no daba a basto. El chico se empezó a poner nervioso. Él no tenía el don
de la curación, no lo lograría.
“Bigán”, la voz
volvió a calmarle, “tú tienes el poder, todo tanai tiene poder. Normalmente
desarrolla sólo uno, un don con el que es mas afín. El resto de los poderes
quedan latentes a la espera de ser despertados, pero ¿recuerdas lo que decía
papá?”, y acto seguido los dos recitaron a la vez: “un gran poder no sirve de
nada si no se usa la imaginación”.
Bigán recordó la
historia que Hermn le había contado de su padre. La historia de como su padre
se enfrento a un ser con un poder casi absoluto, un kragar, y como consiguió
sobrevivir gracias a su imaginación. Recordar esto le hizo recuperar la
confianza en si mismo, aunque supiera que el cuento concluía con que era su
madre la que, zanjando el conflicto con el kargar, le salvaba el pellejo a su
padre.
Se concentró otra
vez más y en esta ocasión, de élsu interior,
empezó a crecer una esfera de luz. La esfera empezó a crecer, y a cubrirlo
todo, hasta tal punto que se hizo cegadora. Cuando la luz se desvaneció, Bigán
comprobó que había erradicado todas las zarzas.
Luego recordó una
primavera, en Zirah, bajo los cerezos. Acababa de hacerse una herida muy fea en
su rodilla al caerse de un columpio. Era la primera vez que le pasaba algo así,
hasta entonces habían sido rasguños, pero esa herida le parecía terrible y
enorme, encima sangraba profusamente. Su madre lo cogió y le dijo: “Te voy a
enseñar un truco”. Le hizo sentarse en el columpio y cogió varias flores que
quedaban a mano, deshojo sus pétalos y los hizo caer sobre su rodilla herida.
Fue su naturaleza tanai, mas que la dulzura del momento o el contacto de lo
pétalos con su piel, la que realmente hizo el trabajo, p, yero
de esta forma Luna había desviado la atención del pequeño. Al final los dos
habían acabado bailando con los brazos extendidos y dando vueltas sobre sí
mismos mientras miraban al cielo contemplando las flores de cerezo.
Por ello, Bigán
hizo que aparecieran miles de pétalos de esta flor, y que cayeran como gotas de
lluvia sobre su amiga. Agitó una mano e hizo que los algunos pétalos se posaran
sobre la herida que había en el vientre de Shange, cubriéndola por entero. Al
igual que aquella mañana de primavera con su madre, sintió la delicadeza con la
que se posaban, su suavidad al tacto y el extraño hormigueo que estos producían
al contacto con la piel. Luego sopló y generó una brisa que los removió todos.
La herida había desaparecido y el aspecto de su amiga era inmejorable.
Bigán salió
sonriente de su trance y ahí encontró a su amiga que acababa de
despertarse y estaba sana y salva. En ese momento la cabeza le empezó a dar
vueltas. El misterioso joven tanai había desaparecido, una cuestión que a Bigán
le ocasionaría mas curiosidad que preocupación, si no fuera por que todo a su
alrededor se estaba volviendo neblinoso. Shangue, que aun seguía incrédula por
lo que le había sucedido y no paraba de mirarse y palparse la tripa, no reparó
en lo que le pasaba a su amigo hasta que fue tarde. Bigán se derrumbó en el
suelo como si de un muñeco de trapo se tratase. Shangue lo cogió en brazos,
pero el tanai permanecía inerte. Lo acunó mientras que las
lagrimas manaban a raudales por sus mejillas. Hacia tiempo que no lloraba así.
Ahora realmente estaba curada.
La
confluencia de los caminos
Luna se aseguro
de que los niños era correctamente atendidos
dando las ordenes precisas a algunos de los tripulantes de la nave que
los había traído hasta aquí. Luego ella se dedico a desinfectar y vendar con
delicadeza el piececito de Rastall, que por ir descalza, que había sufrido una
pequeña herida. estaban en ello. Era lo mínimo que
podían hacer, pues ella ya se había encargado del resto de las amenazas.
Todavía no acababa de asumir el increíble viaje al que se habían visto
arrastrados.
A ella le parecía
que habían pasado meses, pero solo habían sido unos días desde que se enteraron
de la desaparición de Bigán y Rastall, aunque hablando con esta ultima se
acababa de enterar que a para ellos solo habían pasado unas horas. Recordaba
como, y cuando, les informaron del hecho. Volvían al hogar, después de haber
estado ultimando los acuerdos comerciales entre el pueblo bolmai y el imperio
tanai. Una vez acabada su labor, Hermn, se ofreció a acompañarles hasta Zirah
donde se encontrarían con su hijo que regresaba tras el curso escolar. Pero en la puerta solo les estaban esperando
Mirna, la Diosa de la Magia, madre de Rastall, y el Gran Dragón Negro, el
padre, que durante esos días los tenían al cargo.
Cuando les
contaron lo sucedido se pusieron manos a la obra. Mirna les informo de que ya
habían agotado las posibilidades de encontrarlos en el universo en el que
vivían, solo quedo hacerlo por el resto del multiniverso, una labor mas que
imposible, pues quedaba fuera de su alcance y no sabían de cuanto tiempo
disponían. Hermn no perdió ni un segundo y se puso en contacto con la Viuda
Alegre, una vieja amiga de él e Yrdin.
Poco después de
caer el sol la taberna de la Viuda Alegre se materializo en el pueblecito de
Zirah, para sorpresa de todos sus habitantes, que salieron en plena noche y se
dirigieron al castillo donde informaron del fenómeno a su señora Luna. Después
de tranquilizarlos, todos, se pusieron en camino de regreso al pueblo. Una vez
allí, y tras saludar a su amiga, el padre de Rastall combinando su poder con la
capacidad para viajar entre planos, de la taberna, simplifico la búsqueda. La
Diosa de la Magia y el Gran Dragón Negro no podrían acompañarles, pues podría
crear un desequilibro con un viaje de esta envergadura.
Sin perder un
solo instante la Viuda Alegre les transporto a una ciudad erigida en un
asteroide minero, situado en el universo en el que estaban ahora, y desde allí
pudieron emprender viaje, en una destartalada nave espacial, gracias a unos
viejos conocidos de la Viuda que se dedicaban a al piratería. El propietario de
la nave era el muy locuaz capitán Nimara, un hombre de baja estatura, casi tan alto
como Hermn. Adllarin era la segunda de a bordo era una doncella de piel rojiza,
alta, esbelta y serena, el contrapunto ideal de su capitan.
No le quedaba
claro si habían cruzado de una galaxia a otra o si solo la habían atravesado de
extremo a extremo, pues era su primer viaje espacial y se lío un poco con el
idioma y con los tecnicismos. La cuestión era que habían viajado a un lugar no
registrado en las cartas estelares del. Cuando Luna pregunto si eso era normal
Adllarin le respondió que el capitán poseía una vasta colección de mapas y que
si ese lugar no estaba cartografiado era por que o no tenia interés para ellos
o no existía. Esto ultimo, como madre, no la tranquilizo nada.
Una vez entraron
localizaron el lugar que estaban buscando vieron que se trataba de un planetoide que orbitaba entorno a un planeta
habitado. Adllarin, tras comprobar el nivel tecnológico del sistema al que
habían llegado informo al capitán que ordeno inmediatamente navegación
silenciosa.
Con una análisis
mas exhaustivo comprobaron que el planetoide era una gran estación espacial.
También comprobaron que tenia una base en la superficie en la que estaba
atracada otra nave espacial, cosa que los puso mas en alerta. Una vez
localizaron una exclusa, en el otro extremo del planetoide, decidieron entrar
dividiendose en tres grupos de rescate. El primero estaría formado por Luna,
Adllarin y el grueso de los piratas espaciales. En el segundo irían el capitán,
la Viuda, Hermn y el resto de la tripulación. En el tercero iría Yrdin y un curioso
hombrecillo, también de la tripulación, que se había “encariñado” con el.
Después de eso no
pararon de encontrarse con soldados
Se dispuso a
hablar con la pequeña dragona, y sus nuevos amigos, cuando reparo en que el
segundo grupo ya había llegado.
El capitán de la nave que les había traído
hasta allí, un hombre de baja estatura y vestido con una casaca negra ribeteada
en dorados, conversaba acaloradamente con su segundo de a bordo en un extraño
dialecto, ella era una doncella de piel rojiza, alta, esbelta y serena, el
contrapunto ideal. Resultaba cómico. Rastall los contemplaba curiosa, como si
entendiera lo que estaban diciendo.
Gracias a sus
poderes telepáticos Luna entendía perfectamente el motivo de la discusión. El
se quejaba del poco espacio del que disponían en la nave para llevarse a todos
los pequeños, ella asentía silenciosamente y esperaba pacientemente a que
alguna deidad superior les indicase el camino correcto. Luna dedujo que se
trataba de una sacerdotisa o similar.
Hermn se aproximó acompañado por la Viuda.
Luna no puedo evitar relacionar los puntos en común que tenia con el capitán.
Ermn, como buen bolmai, era bajo y el color ébano de la Viuda le parecía un
rasgo bastante distintivo, por lo menos para ella, que se había criado entre tanai
de piel clara) -. Hemos administrado todos los medicamentos de los que
disponíamos, como sigamos encontrando heridos habrá que descubrir si esta
condenada nave tiene algún botiquín o deberemos prepararnos para lo peor.
- Si pudiéramos
volver a la taberna podríamos conseguir mas -. Tercio la Viuda y Luna recordó
que la taberna no era solamente un lugar, era un vehículo, el vehículo con el
que la Viuda viajaba entre las dimensiones con una puerta trasera bastante
peligrosa -. Bien -, añadió -, ¿que sabemos de Yrdin?, en cuanto encuentre a
Bigán podremos marcharnos...
Luna, iba a
contestar cuando, sintió varias presencias peligrosas al otro lado del muro.
Para cuando
intento avisar ya era tarde. La explosión los pillo de sorpresa a todos.
Se levanto
aturdida, intentando analizar la situación y buscando a sus amigos entre los
escombros. Hermn se estaba levantando y la Viuda tendida en el suelo tosía
aparatosamente. Rastall y el resto de los niños habían corrido a esconderse al
fondo. El capitán, su segundo de abordo y algunos piratas, aunque aturdidos,
empezaban a tomar posiciones. Atrás en la pared volatilizada por la explosión,
enterrados por los escombros, yacían sin vida el resto de los piratas. A unos
pocos metros estaba su brazo sujetando todavía su espada recién desenvainada...
[...]
Yrdin estaba
explorando varios niveles mas abajo. Solo lo acompañaba Maiarsha, nombre por al
que respondía un humanoide, cubierto completamente por pequeñas plumas azuladas
y que por boca tenia un ancho pico amarillo, que recordaba al de los gorriones.
Yrdin, que hacia
una hora se había comunicado mentalmente con Luna, intentaba comprender que
estaba pasando allí. Parecía que habían llegado en medio de una guerra y Bigán
era la pieza clave de la misma.
Ademas hacia poco
había sentido una punzada de dolor psíquico. Su relación con Luna le había
bendecido con unos lazos mas profundos que los de una simple comunicación
mental. Por eso sabia que algo andaba mal.
Y el hecho de que
Maiarsha le siguiera siempre vigilante no ayudaba nada. Cuando se embarcaron en
esta misión de rescate, Yrdin, no se podía imaginar que acabaría encontrándose
con un elemento de su pasado, uno que había creído enterrado y olvidado, hasta
el punto de que solo Maiarsha parecía acordarse perfectamente de Yrdin -. Eres
una amenaza -, le dijo la primera vez que se encontraron -, y pienso vigilarte
muy de cerca.
Yrdin simplemente
le ignoro, realmente no sabia a que se refería. Pero cuando Maiarsha le hablo
del semi-universo en el que Yrdin se había criado durante su adolescencia y
madurez ,y ademas le dio detalles exactos, la cosa cambio. Solo entonces Yrdin,
supo a que se refería el hombrecillo azul, pero seguía sin recordar realmente
quien era. Las únicas, y ultimas, personas que cruzaron una de las puertas, de
la Torre de las Mil Puertas, habían sido Yrdin y un cadáver que se llevaba para
enterrarlo lejos de ese semi-universo. Si ese hombrecillo azul sabia todo eso
era por que había conseguido escapar, ¿pero como?.
Realmente había
destruido ese semi-universo -. En honor a la verdad -, se había dicho a si
mismo -, yo solo fui quien descubrió el mapa, y lo hizo publico, los que
abrieron el cofre desatando por fuerzas apocalípticas fueron los ambiciosos
habitantes del semi-universo -, y
justificándose añadió -, que mas da que todo formara parte de un plan
para vengarse por la perdida de sus seres queridos, y de su infancia -, también
perdida.
- Por aquí -,
dijo Maiarsha empujándole otra vez con el cañón del arma de rayos, en dirección
a un pasillo principal -. Y no intentes nada, estoy aquí para asegurarme que no
exterminas nada, ni a nadie, esta vez.
- Vale -, aclaro
Yrdin -, pero el primer y el segundo grupo ya están encontrándose en el punto
que acordamos.
- No me importa,
eso no importa ahora -, el nerviosismo de Maiarsha era cada vez mayor -, lo
importante es que tu no hagas nada.
- ¿No te vale con
mi palabra?, prometí que no haría daño a nadie -, se excuso el tanai mientras
seguía andando -, podría haberte ignorado, o haberme quedado en la nave,
esperando, sin embargo aquí estoy para demostrarte mi buena voluntad.
El azulado
humanoide emitió un extraño sonido, por su boca-pico, que a Yrdin le pareció
despectivo. Seguía sin recordaba haber visto a ningún ser, como el que le
acompañaba, en toda su vida. Tal vez su aspecto fuera debido a las caóticas
mutaciones que todos sufrieron cuando se desato el Apocalipsis, el tuvo que
amputarse los pies cuando estos tomaron forma de pezuña. Afortunadamente los
tanai se recuperan rápidamente.
Estaba ensimismado
en estos pensamientos cuando algo parecido a un relámpago, pero mas biológico
que eléctrico, llamo su atención. Echo a correr, para desesperación de Maiarsha
que no paraba de gritarle. Al doblar una esquina volvió a verlo. Una forma
sinuosa, medio reptiliana medio felina, una mezcla de pelo y escamas. A pesar
de haberlo visto unos instantes, claramente le recordó al Dragón Enano de Sial,
la mascota que Bigán había tenido hacia unos años y que había desaparecido
repentinamente cuando el pequeño tuvo que marchar a su nueva escuela. El dragón
era una criatura empática, un catalizador psíquico, que se había encariñado con
el crío.
Siguió corriendo
tras el, tenia un presentimiento. Finalmente le perdió la pista. Se detuvo en
un pasillo en el que había una puerta en la que unas letras rezaban: Y66DR451L
Maiarsha llego
tras él emitiendo silbidos agudos, eran gemido de cansancio -. No vuelvas a
hacer eso -, amenazo levantando un brazo pues, fatigado como estaba, le era
imposible apuntar con el arma. Derrengado apoyo el arma en la pared y,
valiéndose de esta, se dejo caer sentado. Se oyó un zumbido tenue. Los dos
buscaron el origen del mismo.
La puerta se
abrió.
Habían caído en una
trampa, era obvio.
Estaban entre dos
fuegos cruzados y a duras penas conseguían sobrevivir, pero gracias a la forma
curvada de un gran fragmento del techo, derrumbado en la explosión, todos los
niños, incluida Rastall, Hermn y ella misma, podían estar a salvo.
Aunque no podía
decirse lo mismo del resto de piratas supervivientes que, junto con la Viuda,
se parapetaban del fuego enemigo empleando los cadáveres de sus compañeros
caídos.
Para Luna el dolor
provocado por la mutilación de su brazo era inaguantable. A duras penas
conseguía mantenerse consciente, y menos usar sus poderes para inclinar la
balanza a su favor. A pesar de que en los entrenamientos y en el campo de
batalla, había recibido daño y había sufrido heridas considerables, nunca antes
había perdido un miembro. Por fortuna le volvería a crecer, solo era cuestión
de tiempo y desgraciadamente carecían de el.
Hermn permanecía
con ella limpiándole la herida, pues a pesar de haber probado múltiples veces
su valor en situaciones extremas, no era un tipo de acción. Todo lo contrario
que la Viuda, que con sus extraños amigos espaciales iban poco a poco acabando,
más despacio de lo que esperaban, con uno de los bandos.
Era asombrosa la
versatilidad de la Viuda, por su manejo de las armas de fuego y de la compañera
del capitán.
Precisamente la
segundo de abordo acababa de regresar, saltando sobre los cadáveres, a la
tétrica trinchera en la que se refugiaban. Había salido a recoger las granadas
de unos de los enemigos caídos aunque su capitán le había ordenado no hacerlo,
a lo que ella contesto -: si la Diosa quiere que me reúna con ella nada podrá
impedirlo, por el contrario si mi acción la honra y le place me dará la mejor
de las suertes -. Y no es que los tanaii creyeran mucho en los dioses - creían
más en entidades de gran poder – pero Luna tuvo que reconocer que por mucha
suerte que la segundo de abordo hubiera tenido había sido favorecida por una
fuerza superior.
El capitán,
indignado por la desobediencia de su segundo, se había vuelto a la Viuda y le
había dicho -, debía haberte cobrado por adelantado para haberte dejado tirada
a la primera de cambio -, a lo que la Viuda le había respondido sin inmutarse
-, tal vez, pero no te habrías divertido tanto -. Ambos sabían que la deuda del
capitán hacia la Viuda era tan grande que no podía pagarse con dinero.
Justo en ese
momento, al otro lado de la confrontación, apareció el ser azul con pico de
pájaro. Parecía exultante. Luego detrás de el apareció Yrdin. A Luna le dio un
vuelco el corazón, en brazos de su pareja estaba su hijo, inerte. Shange iba
detrás ocultándose de cualquier posible peligro.
La Viuda acababa de
lanzar unas granadas que acabaron con la casi totalidad de uno de los bandos.
El otro bando, viendo que era imposible alcanzarles tras la trinchera, recibió
la orden, del Lobo en persona, de cambiar de estrategia -, munición explosiva e
incendiaria -, había ordenado.
Los proyectiles
salieron hacia su objetivo.
Yrdin había alzado
el brazo mientras dejaba a Bigán en brazos del hombrecillo azul -. Me
prometiste no matar a nadie -, se quejo este a ver lo que estaba a punto de
suceder -. Y a nadie matare -, le respondió el tanai totalmente concentrado.
Mientras Yrdin iba
cerrando poco a poco la mano levantada, los proyectiles iban explosionado
dentro de lo que parecía una burbuja de fuego, que iba aumentando de tamaño
conforme llegaban más y más proyectiles. Solo se oían los fusiles disparar,
pero poco a poco silenciaron, quizás por falta de munición, quizás por el
asombro que sentían los soldados al ver el fenómeno que tenían delante de
ellos, silencioso, amenazante.
La mano de Yrdin
era un puño. Cruzo la mirada con el temible Lobo y añadió desafiante -, no
morirá nadie mas -, y extendiendo los dedos de su puño hizo que lenguas de
fuego brotasen raudas de la burbuja hacia cada uno de los fusiles enemigos,
calentándolos hasta que no les quedaba mas remedio, a los soldados, que
soltarlos.