El viaje de Bigán - Por Jose Manuel Romeo (Incompleto)



La caída secuencial de un hechizo
Los dos niños se incorporaron muy despacio.
Encontrarse en Uun pasillo metálico y tubular casi a oscuras, salvo por las dos bandas luminosas que recorrían el techo, en vez lugar de ende una habitación cuadrada de paredes de piedra, el con exceso de humedad en el suelo y la carencia de iluminación tan característica, junto del al calor reconfortante en las noches de invierno, del fuego de una chimenea (y la falta de presencia de la misma), no hicieron más que confirmar lo que Bigán ya se temía… esas vacaciones de invierno iban a ser muy largas…
- Rastall, volviste a pifiarla con el hechizo musical -, le espetó a la niña, que, curiosa, observaba el cambio de ubicación al que habían sido sometidoscon el que se habían encontrado.
“Quizás no pronuncié bien la partícula “alef” en la caída secuencial del hechizo” pensó Rastall., y en voz alta se excusó:
- Creo que ed problema ez eze auda que tienez, lo dezvidtúa todo -, comentó se excusó en voz alta la pequeña con su característico acento…
- A mi aura no le pasa nada, Rastallatsar Daomllizaonnie -, se defendió Bigán pronunciando el nombre completo, poniendo los brazos en jarra y mirando hacia las pequeñas ascuas azules que resultaban aparentaban ser los ojos de la pequeña, y dejandopara dejar claro que él era el mayor y el responsable, y ella una niña de sólo 6 años, medio dragón medio humana, de sólo 6 años bastante alocada. - Si meditaras en los hechizos antes de lanzarlos, quizás…
Un ruido, leve como un suspiro, les interrumpió.
Una figura estaba allí, de pie, frente a ellos. Parecía amenazarles con algo que en un principio no supieron determinar, pero que les resultaba familiar. Por ello, actuaron prudentemente.
La figura avanzó, y descubrieron que se trataba de una chica, quizás de la misma edad de Bigán, unos diez años. Su cabello, al igual que el de Bigán, era castaño y estaba recogido con una diadema. Sus brazos desnudos sujetaban un arco metálico, con el que no dejaba de apuntarles. Una sencilla túnica blanca le servía de prenda de vestir, y calzaba unas brillantes sandalias doradas, que entre tanta suciedad resultaban de lo mas llamativas. Bigán pudo constatar que tal indumentaria difería mucho del corto vestido de franela naranja que llevaba Rastall, con unos leotardos a rayas verdes que la sucia humedad del pasillo había empezado a ennegrecer a la altura de sus piececitos. También sintió un poco de vergüenza al pensar en su indumentaria, estaba casi desnudo, pues la única ropa que llevaba cuando sucedió el desastre consistía en unos pantalones de lino pardo que hubieran sido bombachos si no fuera por el hecho de que a el le gustaba desatar las correas que ajustaban los bajos, para disgusto de su madre, de modo que caían cubriendo sus pies, calzados con unas zapatillas de piel, muy especiales, a modo de mocasines.
- ¿De donde salís? -, preguntó la chica con tono autoritario - No sois enanos, ¿quizás criados de…?
No llegó a terminar la frase. Algo la sobresaltó, obligándola a mirar hacia detrás de ella. Bajó su arco y acto seguido se desplazó silenciosamente hacia ellos. Parecía flotar. Los cogió de la mano y los llevó rauda hacia uno de los pasillos secundarios.
Allí había mucha menos luz. Se detuvo obligándoles a permanecer ocultos.
- Me haz hecho daño con ed adco -, se quejó Rastall.
- ¡Silencio! -, dijo la chica con el tono de voz lo mas bajo posible, pero lo suficientemente seco para seguir pareciendo autoritaria.
- ¿Qué te pasa? -, le susurró Bigán, que se temía qué era lo que estaba pasando, y pensaba utilizarlo para tomar ventaja de ese encuentro.
- Un soldado Titán -, les informó ella mientras se asomaba discretamente -. Si nos pilla podemos darnos por muertos -. Pero tras ver la cara de desconcierto de la pequeña Rastall y la seria e inquisitiva mirada de Bigán, añadió: - ¿Acaso no habíais visto antes a un soldado “teunotecuatroene”?, ¿qué pasa? ¿venís de un lugar más abajo que el de los enanos? –. Y, siguiendo un razonamiento que sólo ella podía entender, concluyó: - Claro, tiene que ser eso. Anub’s no tiene criados tan cutres -, y, mientras tanto, retiraba la nivea melena de Rastall para tocar con curiosidad sus orejas draconianas -. ¡Qué guay!, eres una mutante de Gia.
-  No zoy una mutante -, le espetó Rastall cruzando los brazos muy enfadada -, zoy una dragona…
- ¡Silencio! -. Esta vez era Bigán el que gritó quedamente -. No veo al soldado ese, pero puede estar cerca…
Y, en ese momento, apareció por el otro extremo del pasillo en el que se escondían. Era un hombre uniformado de negro, con un casco igual de negro, salvo por un aro ovalado de luz que delimitaba lo que parecía ser su rostro. En cuanto le vieron aparecer echaron a correr, mientras el soldado alzaba su arma y disparaba repetidas veces…
Doblaron la esquina. Bigán tiraba del bracito de Rastall, que aguantándose el dolor que le ocasionaba corrió como si le fuera la vida en ello. Muy por delante de ellos iba la chica que acababan de conocer, flotaba flotando a escasos centímetros del suelo sin esfuerzo aparente. Para colmo los ruidos y sus ecos, provocados por los chapoteos de sus pies a la carrera, no sólo alertaban a  su perseguidor del camino seguido en su huida, sino que además les impedían calcular cuan cerca estaba su perseguidor de ellos, además de alertarle del camino seguido en su huida.
Un disparo más y Bigán, viendo que el soldado les ganaba terreno, gritó: - ¡Ayúdanos!, Rastall casi no puede correr a mi ritmo y menos al tuyo -, pero la chica pareció ignorarlos al doblary dobló la esquina a otro pasillo.
Al llegar a la esquina se la encontraron de frente. Se agachó y le ofreció la espalda a Rastall -. Súbete a corderetas -. Luego, cargando con Rastall, se volvió hacia Bigán y, apresuradamente, le dijo: - Súbete encima de mis pies y abrázame…
- ¿Pisarte? Pero… te haré daño -, se excusaba excusó Bigán, más avergonzado por abrazarla que por pisarla.
- ¡Calla y hazlo! -, le gritó ella.
Bigán así lo hizo y se abrazó a ella, a la vez que aferraba a Rastall.
Los tres, raudos, salieron flotando alejándose cada vez mas del soldado. Recorrieron infinidad de pasillos tubulares, o así le pareció a Bigán. “Quizás sólo estamos dando vueltas al mismo sitio, para despistarlo”,  pensó.
Finalmente llegaron a un pasillo mas iluminado y con mucha menos humedad.
- Creo que estamos a salvo -, dijo Bigán.
- Con un Titán nunca se sabe -, le informó la chica -. ¡Au! -, se quejó al momento…
- Peso demasiado, ¿te estoy haciendo daño?. Debería bajarme -, dijo Bigán al ver , viendo la oportunidad de liberarse del engorroso abrazo.
- No, no es eso. Queman -, le aclaró ella…
- ¿Queman? -, y, viendo al soldado aparecer de nuevo, alarmado, gritó: - ¡Nos ha vuelto a encontrar!…
Le pareció que cogían mas velocidad, pero a ella le pasaba algo. Su expresión era de sufrimiento y no paraba de mover los pies y como Bigán estaba guardado el equilibrio sobre ellos debía abrazarse con mas fuerza a la chica. Al no tener los pies quietos su trayectoria no era rectilínea, daban balanceos y estos eran cada vez mas peligrosos.
Salieron a un amplio túnel vertical, quizás un enorme conducto de ventilación, o el hueco de un gigantesco ascensor.
La chica no paraba de moverse y de quejarse incoherentemente sobre que se estaba quemando. Por fin Bigán notó algo de calorcillo en sus pies y lo comprendió todo.
En ese momento la sensación de estar flotando desapareció y cayeron al vacío, al principio despacio y luego aceleradamente.
- Levio… -, oyeron como Rastall gritaba, y Bigán, asustado, le dijo:
- ¡No, Rastall!, no sabes si esa magia funcionará. Mi padre me advirtió al respecto…
Pero ya era tarde. Un “zaaaaa” prolongado que continuó en con un alarmado “aaaaa” le indicó que el hechizo había salido mal
- Rastall, ¿estás bien? -. La chica no daba crédito a lo que estaba oyendo, pero aun así Bigán seguía preocupado.
- Bigán, no funciona, no flotamos -. La voz de Rastall indicaba que algo malo le estaba sucediendo -. Bigán, ¿qué me pasa?, ¡mi lengua…!
- Oye -, dijo la chica -, tu amiga es muy rarita -, y retomando el tema que más les urgía les aclaró: - Pero no os preocupéis, cuando las sandalias se enfríen iremos hacia arriba.
- ¡Bigán!…
El último grito desesperado de Rastall fue el detonante. Bigán se concentro en su don tal y como le habían enseñado sus padres, sintió como seguían cayendo, sintió la velocidad con la que lo hacían, y también sintió el peso de los tres.  Deseo flotar, ser ligero como una pluma y sintió notó como su don iba poco a poco aminorando la caída.
- ¿Pero cómo es posible? -. La chica no daba crédito. - ¿Cómo puedes usar tu poder? Nadie de esta base puede…
Bigán, ignorándola, siguió con su concentración. Los iba a guiar a un lugar seguro, sólo tenía que encontrar uno. Abrió los ojos y buscó. Por fin lo vio, un pasillo allá abajo, sólo debía aproximarse poco a poco. Rastall lloraba amargamente y esto lo desconcertó un poco, así que los últimos metros fueron un suplicio.
Finalmente la concentración falló, pero afortunadamente su caída, aunque pesada y dolorosa, fue en la boca del pasillo esperado, que, al igual que el que habían dejado, estaba iluminado por dos bandas. Pero aquí no había humedad, sino una vegetación densa de arbustos.
Bigán se medio incorporó y gateó hacia Rastall, que seguía sollozando. La abrazó intentando consolarla y deseando que no fuera realequivocarse, pero sus mas oscuros temores se confirmaron cuando le vio las orejas. El hechizo había transformado completamente a la pequeña en humana.
La chica, ajena al sufrimiento de la niña, no paraba de exclamar en voz alta su suerte, además de maravillarse ante la proeza de la que había sido testigo mientras se deshacía, entre aullidos de dolor, de las sandalias cuya suela estaba al rojo vivo.
Bigán, que no paraba de recriminarse el no haber podido hacer algo a tiempo, estalló.
- ¡Ya basta! No sé quién eres, ni de qué vas, pero deja de farfullar estupideces. Rastall no está bien.
- Pero ¿qué dices? ¡Has volado, tío!. Nadie puede usar sus poderes en la base, y menos volar. Desde que CR’ON-05 nos “marcó”, nadie ha podido usar sus poderes, ni el misterioso de Anub’s, ni el analítico Thorius, y eso que fue él quien nos liberó…
- ¡Basta ya! ¿Es que eres de otro planeta?. Mi amiga se está muriendo, se esta convirtiendo en humana. El fuego que arde dentro de su cuerpo es como el que arde dentro de cualquier dragón. ¡Si se apaga, morirá! -. Bigán estaba fuera de sí.
- Vale -, intentó tranquilizarle la chica -, pero no te preocupes.  Se está convirtiendo en humana. Si el fuego permanece en su interior la matará abrasándola. No sé de dragones, pero si sé algo del fuego.
- ¿Es que no lo entiendes? -, gritó desesperado -. ¡Es un dragón, un ser mágico! La transformación convertirá el cuerpo en el de una humana, pero la magia que tiene dentro desaparecerá y lo que es ella también. Habrá una niña humana que se parecerá a Rastall, pero no será Rastall. Ella intentó salvarnos, a los dos, ella es así, una niña, medio dragona medio humana, pero con el corazón mas grande que jamas haya tenido nadie de las dos especies, y ¡mira el alto precio que esta pagando por su impulsividad!.
- Lo siento, no pretendía ofenderte. No sé qué hacer, no tengo el don de curar, y, aunque lo tuviera, no podría usarlo. Nadie a quienque yo conozca puede usar sus poderes, salvo tú…
Bigán abrazo con fuerza a su amiga mientras entablaba establecía contacto mental para consolarla: - Aguanta, Rastall. Tu madre te echará en falta. Ella es una diosa, la diosa de la magia. Seguro que puede rastrearnos a través de las dimensiones. Ella vendrá y sabrá que hacer. Piensa que tienes que hacerte tan grande como tu padre, el dragón negro… aguanta, Rastall -. Mientras le transmitía ánimos recordó a una persona a la que Rastall quería mucho, el padre de Bigán. Rompió el contacto mental pues le empezaba a costar consolar a su amiga, e intento pensar en qué habría hecho su propio padre en una situación así. Él había viajado mucho, sabía exactamente qué hacer en cada momento. Si él hubiera estado allí, Rastall no habría lanzado el hechizo. Su padre los habría llevado volando desde el primer momento, pues la levitación era el don de su padre. Él no había sido capaz de ello, todavía estaba aprendiendo, todavía tenia que descubrir cual iba a ser su verdadero don…


Extraños lazos de sangre (I)
Unos ruidos llegaron por el pasillo. De entre las matas surgieron unos animalillos que recordaban vagamente a unos conejos, tanto por el pelaje como por sus largas orejas, pero por su actitud parecían perros.
La chica al verlos se alegró.
- ¡Me habéis encontrado! -, dijo -. Nada escapa a vuestro olfato.
Mientras los acariciaba miró con tristeza a la pequeña niña. Rastall, a través de sus ojos anegados de lágrimas, los miraba con curiosidad, y ellos se acercaron buscando las caricias de ésta. Bigán se alegró, pues los animalillos la estaban animando. Los tres rieron, al verlos saltar juguetonamente alrededor de la pequeña, rieron liberando un poco la tensión acumulada.
- Parece que le has gustado a Pirata -, dijo la chica, señalando a uno que tenia una mancha negra rodeando un ojo.
- Zi. Pidatita, ten cuidado, zoy un dragón y puedo comedte -, dijo Rastall, ilusionada por su nuevo amiguito.
Los dos chicos se quedaron de piedra. La pequeña volvía tener su lengua draconiana y sus orejas, incluso en la piel se adivinaban algunas escamas de tono perlado.
- ¡Rastall! -, exclamó la chica -, ¡vuelves a ser una dragona!
- ¡¡¡Ziiiii!!! -, gritó entusiasmada la niña mientras se tocaba sus draconianas orejas.
- El misterio y el peligro de la magia, si no se controla nunca puedes determinar la duración -, aclaró Bigán.
- ¿Eso quiere decir que sabías que el efecto no iba a ser permanente?
- Con la magia nunca se sabe, pero me temía lo peor. Ha habido suerte, ¿quién sabe? Quizás fueron tus mascotas, ¿serán mágicas?
- No, no lo creo. Pero creo que Rastall piensa que si -, declaró la chica, y procedió a presentarse -. Me llamo Shange, pero los demás me llaman Ardem’s, que significa “la Cazadora”, y como siempre llevo este arco… No sé si sabéis cómo son mis hermanos con los nombres -, y añadió con un poco de tristeza -: Pertenecía a una persona muy querida, fue un gran arquero que ya no esta entre nosotros.
- Entonces, encantado de conocerte, Shange. Creo que presentarnos nosotros a estas alturas es absurdo, pero ella es Rastall y yo soy Bigán. Gracias, si no hubiera sido por tus mascotas, no sé qué hubiera sucedido.
Estuvieron buen rato riendo y hablando de lo simpáticos que resultaban los “conejillos” de Shange, hasta se olvidaron de lo cerca que habían estado de ser capturados.
Una voz que surgió de la espesura los saco del ensueño
- ¿Ardem’s?. Curioso, la cazadora cazada. He seguido a tus bichejos y, mira por dónde…
Shange, aunque parecía haber reconocido la voz, se mostró sorprendida por la presencia de la misma -. ¡Erms…! ¡Hermanito! -, exclamó dubitativamente -. Has tardado en encontrarme, ¿no estarás enfadado por haberte que te he cogido las sandalias?
De entre la espesura salió un chico alto, quizás tenia unos 15 años. Vestía una túnica como la de su hermana y lo que mas llamaba la atención era su rizada melena rubia, coronada por un casco metálico del que sobresalían dos alas, que a Bigán le recordaban mas a las alas de los vehículos aéreos que había visto en la lejana ciudad de Mogar, que a la de los pajaros de su mundo. Erms, tras salir de la espesura, recogió del suelo las maltrechas sandalias que su hermana había dejado hasta que se enfriasen y se dirigió hacia ella, disgustado al ver el estado en el que habían quedado.
- Tú y esa maldita manía de escaparte por los pasillos exteriores. Como las hayas estropeado… -, amenazó.
- ¿Yo? ¡Por favor! Si las he cuidado muy bien. Sólo tuve que huir de un Titán, y por el camino me encontré con…
Pero el hermano de Shange no le prestaba atención. Se dirigió hacia Bigán y, sin abandonar su actitud amenazadora, dijo: - ¿Y tú quien eres?, ¿que haces con mi hermana? -. Luego, volviéndose hacia ella, le informó: - A Thorius no le va a gustar esto. Y lo de las sandalias, ya hablaremos más tarde…
- No soy la única aquí que “coge” las cosas prestadas. Y a Thorius le va a interesar lo que tengo que decirle -, le desafío Shange -. Este chico puede hacer cosas que nosotros no podemos, y eso puede significar que quizás ha llegado el momento que profetizó Wutan.
- Eso habrá de verse –, y, con un rápido movimiento, golpeó violentamente a Bigán en el nacimiento del cuello, haciéndole perder el conocimiento. Todo se hizo oscuro y lejano en la cabeza del chico.
Bigán no tardó en recuperarse y, con cautela, abrió los ojos. Al principio le costo asimilar los que pasaba, pues iba boca abajo colgado de los hombros de Erms. Shange andaba sumisa al lado de su hermano y Rastall, apenada, les seguía a duras penas. La pequeña dragona alzo la vista y su semblante cambio al verlo recuperado, pero silenció su entusiasmo por indicación de su amigo, quien continuó fingiendo inconsciencia. Mientras mantenía su farsa se dio cuenta que se estaban acercando a un lugar mas poblado. Escuchó las voces de mas chicos que interrogando a Shange y su hermano. Una de las voces, que por el tono parecía de alguien mucho mas mayor que ellos, les acompaño hacia donde fuera que se dirigieran.
Bigán decidió utilizar el don en el que su madre le había adiestrado de pequeño para leer sus mentes. Por respeto a su nueva amiga no leyó la mente de Shange. Penetró en la mente de Erms y vio un vasto laberinto. Decidió dejarlo para mas tarde.
Entrar en la cabeza del nuevo chico fue mas fácil. Era como pasear por despacho en cuya puerta abierta estaba escrito el nombre, Tyres, y sobre el escritorio estaba toda la información que necesitaba, a modo de informes de todos aquellos a los que conocía y que habitaban esa base. Entre los primeros había alguien llamado Thorius, al que debía obediencia, que lucía una lacia melena rubia, sujeta con una badana, y un traje que le cubría el cuerpo entero. A Bigán le recordó el traje del soldado Titán, pero éste estaba surcado de multitud de pequeñas luces que parpadeaban tímidamente. Sobre el traje llevaba la archiconocida túnica. Parecía ser su líder, el líder de todos ellos, incluida Shange. Cambio de informe y vio uno de alguien que se parecía mas a una máquina que a un ser humano. Su nombre era Wutan y la palabra “profeta” estaba escrita a su lado. También estaba la palabra “miedo”. Al parecer Tyres tenia miedo a acabar como él, por culpa de su lucha contra los soldados Titán. Encontró otro informe referente a “la profecía” de Wutan, pero le llamo la atención otro escondido en el que se leía “planes personales”. En él se encontró textos referentes a la exterminación total, tanto de sus hermanos como de los soldados Titán. Apareció unEl nombre, de SHIV4, apareció como el del ser que podía llevar a cabo este “Apocalipsis” si Tyres se lo pedía. SHIV4 era algo medio maquina medio entidad consciente encerrada en un habitáculo, y aunque Bigán no había visto nunca una su padre le había enseñado de que trataba y que nombres recibían en algunos mundos. En un margen del documento, escrito en letra pequeña, como si el subconsciente de Tyres hubiera sido una entidad independiente y consciente, se leían textos de advertencia sobre la falta de confianza en SHIV4 y sobre la peligrosidadel peligro de tratar con ese ser frío y calculador. Aburrido de por la simpleza de Tyres y a la vez que abrumado por lo apocalíptico de sus planes maestros, Bigán decidió volver a intentarlo con Erms.
Salió del trance solo para comprobar que aún estaban moviéndose, y volvió a concentrarse para penetrar en la laberíntica mente de Erms. Como ya había comprobado la primera vez, se hallaba ante un laberinto. Se dirigió hacia las dos puertas del laberinto y allí se encontró con dos soldados custodiándolas
- ¿Que puertas escoges? -, preguntó uno
- Ten cuidado con tu elección -, advirtió el otro.
Bigán, divertido por el aspecto perruno de los guardianes, preguntó:
- ¿Por qué?, ¿uno dice siempre la verdad y el otro siempre miente?
A lo que los dos soldados gritaron al unísono -: ¡No!, ¡los dos damos la voz de alarma a la vez! –
Y acto seguido un atronador y penetrante sonido le sacó de su concentración para comprobar alarmado que Erms se había percatado de su intrusión mental. Aunque la alarma solo la había escuchado mientras mantenía el contacto mental, aun sonaba en su cabeza aturdiéndolo
- ¿Será traicionero?, ¡me estaba leyendo la mente mientras fingía desmayo! -, le acusó mientras lo dejaba caer al suelo. Bigán intento incorporarse, pero el otro hermano lo agarro del pelo haciéndole daño y lo alzo con una mano mientras le propinaba un puñetazo en la cara con la otra.
Volvió a perder de nuevo la consciencia.
Despertó en una habitación, que, como iba siendo habitual, estaba a oscuras. El suelo estaba cubierto de mugre y aguas fecales. Dos puntos luminosos, parecidos a brasas azules, le observaban de cerca.
- Hola Rastall, ¿cómo estas?
Rastall, que tras ver recuperarse a su amigo, le respondió mientras devoraba algo parecido a un bollo
- Un poco preocupada pod ti. Me dijedon que zi intentaba haced adgo noz matadían. Change ze enfadó muchísimo con edioz. Yo también, pedo Change dijo que tenía un plan, que zólo teníamoz que quedadnoz en ezta habitación y que edia lo adregladía. Te zalió mucha zangre cuando zu herdmano te pegó, pero al poco dejazte de zangrar y como eda muy malo penzé que Change tenia drazón.
- Los tanai tenemos la piel dura -. Sonrió imaginando la de veces que, en el pasado, había recibido daños y en las que su organismo le había sanado rápidamente, cosa que a Shange y sus hermanos no les sucedía -. ¿Qué poderes habían perdido para sentir tanta envidia de los míos? -
-   y se dio cuenta que a pesar de que no tenían poderes, Erms le había descubierto al usar torpemente los suyos. Meditó en sobre ello y en sobre lo débiles que aún eran, bueno, si los comparaba con los de su padre y su madre -. Ojalá estuvieran aquí -, suspiró.
- ¿Tienez un plan pada zacardnos? -, indagó Rastall curiosa y expectante mientras le sacaba otro bollo que guardaba en los bolsillos de su vestido -. Toma, lo trajo Change, y en la jadra hay una coza muy drica, ze diama ambrozía.
- No, Rastall. Confiemos en que Shange cumpla su promesa…
En ese momento se abrieron las puertas de la “prisión”. Entraron dos chicos mayores, seguidos de Shange. Automáticamente se iluminó la sala. A él no le costó habituar los ojos al cambio de iluminación, pero fingió parpadear mientras estudiaba la situación. Uno de ellos era Tyres, fornido y musculoso, cabello muy corto y oscuro. Llevaba un peto metálico dorado que le recordaba a una de esas armaduras de caballero. Al otro chico, sin conocerlo en persona, le fue fácil identificarlo pues lo había visto a través de la mente de uno de sus captores. Mayor, con una melena rubia sujeta con una badana, un traje surcado de multitud de pequeñas luces, que le cubría el cuerpo entero, y la túnica.
Bigán decidió que era el momento de parar esta vorágine de sucesos, así que echó mano de la información que había obtenido gracias a su don.
- Tyres, ¿que te ofrece esa “computadora” para que quieras traicionarnos a todos? -, le pregunto Bigán malintencionadamente.
- ¿Has vuelto a hablar con SHIV4 hermanito?. Dime, Tyres, ¿aún sigues dándole vueltas a eso que te dijo?, ¿nos traicionarías por esa estupidez del “chorragedón”?, ¿a quién piensas incluir a tu lado, a esos tres amiguitos que disfrutan machacando equinos?
- ¡Por lo menos pienso en algo “productivo”!. En cambio, tú, ¿que haces?. No paras de echarle tirarles los tejos a todas y cada una de las tías de esta base… ¿qué opina Dhara de eso? -, le espetó Tyres –. Pero Thorius, no le escuches. Además de ser un pequeñajo, es un mentiroso y un traidor. Centrémonos en el tema en cuestión…
- ¿Centrarte tú? -, le volvió a provocar Bigán –. Y, de pensar, ni hablemos. ¿Acaso tuviste que consultarle a ese ordenador para poder mear esta mañana cuando te levantaste?
-  ¡Maldito mocoso! –, e inmediatamente Tyres se abalanzó sobre Bigan.
Pero él ya estaba preparado. No iban a pillarle por sorpresa como antes. Cuando ya lo tenía encima, Bigán se dejó resbalar por entre las piernas de su rival, deslizando por el suelo, y evitando que lo atrapara. Luego arqueó su espalda y, con un movimiento fluído, se incorporó.
Tyres se giró violentamente para volver a atraparlo, pero Bigán saltó por encima de él, con una agilidad inusitada, ayudándose del magnifico soporte que le ofrecían los poderosos brazos con los que su enemigo intentaba atraparle. No en vano su padre le había enseñado a defenderse, y su madre había perfeccionado la técnica. Todo sucedió en unos instantes. Tyres sólo llegó a ver como, tras un salto, el chico se le escapaba de entre los brazos. Contempló perplejo cómo, con la misma rapidez con la que su oponente había saltado, la zapatilla que calzaba el pie derecho se apoyaba levemente en su hombro y, tras salpicar algo de la suciedad que llevaba en los bajos del pantalón, tomaba impulso.
Bigán, que seguía moviéndose tan rápido como le permitían sus reflejos, tras su último impulso empezó a girar sobre si mismo, extendiendo su pierna izquierda, para terminar golpeándole con el empeine del pie en la cabeza.
Al resto de asistentes les pareció que el chico estaba danzando alrededor de Tyres, como lo habría un bailarín en un escenario valiéndose del decorado, para dar fuerza a su actuación. El resultado final fue la caída a plomo del “atrezzo”, que ocasionó un gran estrépito a causa de peto metálico.
- ¡Vaya, hermanito! Parece ser que el pequeñajo te ha derrotado –, era la voz de Shange. Afortunadamente para su honra, Tyres había perdido el conocimiento antes de tocar el suelo…
- No envidio el dolod de cabeza que va a tened cuando ze depiedte…


Extraños lazos de sangre (II)
- Bien chico -, dijo Thorius - ¿Quién, o qué eres?. Nadie en la base puede hacer ni la mitad de cosas que tu puedes. No eres humano, ¿verdad?…
- Por sus ropas pensé, en un principio, que venían de un nivel inferior –, terció Shange
- Soy un tanai -, aclaro Bigán -. Mi especie esta emparentada con la tuya más de lo que crees. Puedo parecer humano como vosotros, pero suelo tener algunos dones especiales… el  vuelo, recuperación rápida del daño…
- Y la lectura mental, ¿crees que no me he dado cuenta? -, le recriminó Thorius.
- E inmunidad a el virus, y me imagino que también a otras enfermedades -, dedujo Shange.
- Si,  parece que me habéis descubierto - confesó Bigán - ¿Algo mas?…
- Si, ella –, señalo Thorius donde estaba Rastall - ¿Tiene algo que ver con Gia?
- Se llama Rastall, es mi amiga… casi una hermana y no, no tiene nada que ver con… -, empezó a aclarar Bigán, pero Rastall, haciéndose la interesante, le interrumpió:
- Zoy una dragona -. Todos sonrieron ante el desparpajo con el que la pequeña hizo esta declaración.
- Y ahora vosotros. ¿O prefieres que os lea la mente? -. Ahora Bigán hablaba muy en serio.
- Tranquilo, estás en tu derecho…
- ¿Te vaz a poned drollo? -. Y Thorius se río.
- ¿Sabéis lo que es una Nave Génesis?…
- No, pedo zegudo que va a zed un drollo. ¿Zabéiz lo que ez un Ada Equiz?…
Thorius, ignorándola, continuó:
– Aquellos que nos crearon creían en una causa. Colonizar toda la galaxia. Para ello se inspiraron en antiguas leyendas mitológicas, en las que se hablaba de dioses llegados del cielo. Para ello mandarían una de esas Naves Génesis, con unos cuantos de nosotros dentro, para que al llegar al planeta en cuestión, usando nuestro “potencial”, lo habitáramos y preparáramos para su transformación en un lugar apto para la vida. El problema surgió ya en el diseño de la primera nave, la nuestra. El “defecto” fuimos nosotros mismos. Nos crearon con mucho poder, similar al que tú controlas, pero fallaron en el temaa la hora de hacernos adaptables a cualquier entorno hostil. En pocas palabras, no éramos verdaderamente inmortales. Aprovechando que todos nosotros estábamos criogenizados solo tuvieron que poner el contador del “despertar” en un bucle infinito. Hubo polémicas respecto a la decisión de mantenernos con vida. Por ello, en la superficie de la nave, dispusieron un destacamento de soldados fieles a la causa, que velarían por que nada fallase…
- El soldado Titán que vimos en el pasillo –, aclaró Shange
- Exacto –, continuo Thorius –. Ardem’s es una de las que, cada semana, recorre y explora esta base para determinar hasta donde han llegado ellos, entre otras cosas…
- ¿Como escapasteis de vuestro confinamiento? -, pregunto Bigán mientras cogía en brazos a Rastall, que, aburrida, pedía atención.
- De entre los “creadores” surgió una facción ideológica que tras ver el fracaso de esta empresa, quiso rectificar y liberarnos para que pudiéramos desarrollarnos y demostrar que no solo somos herramientas de colonización, sino seres humanos –, siguió continuó Shange con la explicación Shange -. Gracias a ellos supimos qué había pasado y por qué estábamos aquí.
- Sabotearon a CR’ON-05, un ordenador que controlaba la “prisión” en la que se había convertido esta base, pero antes de que pudieran cantar victoria, el sistema de seguridad de CR’ON-05 liberó un virus, aprovechando nuestra vulnerabilidad a entornos hostiles. Ese virus lo único que hacía era anular nuestro poder. Ese virus debería haberte afectado a ti también, pero no lo hizo. Eso significa que, o no eras humano… - ¿Quién habla aquí?
- … O que si lo era, tenía algo que me inmunizaba –, concluyo Bigán.
- Ajá. Una vez libres nos expandimos por el interior de la nave. Llegamos a establecer contacto con algunos de los sistemas de ésta, como SHIV4, un sistema de autodestrucción, por si la cosa no salía bien en la transformación planetaria. Me imagino que te harás una idea de cómo es por tu reacción con Tyres. Afortunadamente los códigos de seguridad que lo activan están fuera de su alcance, y del nuestro –, finalmente terminó de explicar finalmente Thorius.acabo con la explicación.
- Hay Ootros sistemas, como A7L45 que gestiona el soporte vital, o el IS15, que repara nuestros cuerpos, aunque en su base datos no esta la cura al para el virus. Gia, que fue quién descubrió ese sistema, ha intentado investigar por su cuenta, pero el problema es que la genética le pierde y se ha dedicado a crear monstruitos –, añadió Shange
- Tus mascotas entre ellas, hermanita -, dijo ¿?, a lo que ella asintió.
- Entonces, Shan… Ardem’s, ¿Qué buscas cada semana? -, le pregunto Bigán.
- El Y66DR451L, el centro de control, la computadora que gobierna el planetoide –. Shange al ver la cara de Bigán, explicó: - Sí, la Nave Génesis tiene forma de planetoide, desde fuera es una aburrida esfera de arena gris…
- Y el Y66DR… lo que sea…, ¿no debería estar en el centro?…
- Lo esta, pero los titán controlan el exterior y el núcleo –, informó Thorius…
- Bueno, sólo queda una pregunta: ¿Qué queréis de mi?. A los tanai nos mueve el orgullo, y a los humanos el egoísmo… ¿No me habréis contado este cuento sólo para que no os zurre? -. Rastall, que empezaba a dar muestras de sueño tras varios bostezos, se frotó los ojos tras varios bostezos.
Shange relevó a Bigán, cargando con la pequeña. Los dos cruzaron su miradas y durante un instante Bigán decidió confiar plenamente en la chica.
- Te contaré lo qué queremos de ti más tarde. ¿Estás con nosotros? - preguntó Thorius.
- Claro, pero una vez acabemos necesitaremos que nos ayudéis a nosotros. Hemos de volver a casa, que sospecho queda muy lejos –. La respuesta de Bigán fue tajante.
Thorius, llevándose un brazalete a la altura de las boca, dijo: – ¡Hey, “Loco”!, ¿están todos reunidos?
- Si jefe. Es la mayor fiesta que he organizado. ¡Vamos a arrasar! -, zumbó una voz a través del brazalete.
- Vale, me toca hablar con Wutan. Ardem’s, llévalos a la reunión… -, se interrumpió –. A la pequeña, llévala con Dhara. Ella la cuidará…
Tras terminar de hablar con Thorius se dirigieron hacia ese el lugar de reunión. Recorrieron pasillos interminables, algunos de ellos oscuros, y húmedos, y otros limpios, e iluminados, con los colores del arcoiris.
Fueron turnándose para llevar en brazos a la pequeña Rastall.
- Podías llevarla flotando –, le había dicho ella, a lo que él respondió:
- La telequinesia no es mi punto más fuerte.  Llevándola así, como diría mi padre, se curte el carácter –, y se río por la mentirijilla que acababa de decir, ya que no era su padre quien le dijo eso. Lo había escuchado una vez, pero no recordaba dónde. Estaba a punto de revelárselo cuando se quedó sin habla de la sorpresa al llegar a un nuevo lugar. Era un espacio abierto, quizás la habitación mas grande que Bigán y Rastall hubieran visto. Un césped verde y suave cubría los suelos, el techo estaba tan lejos que parecía inexistente, al igual que las paredes, y cuando intentaba localizar los limites de la sala, lo único que veía era un cielo infinito era cuanto veía cuando intentaba localizar los limites de la sala, q. Una sala, además,ue que no discurría uniforme, sino que lo hacía por multitud de colinas que se perdían en la lontananza.
Por el cielo flotaban unos objetos con forma de semilla de haba, flotaban ayudados por unas alas ruidosas que se agitaban y zumbaban como las de los insectos.
- Si no cierras la boca, igual tienes la suerte de tragarte uno –, le dijo Shange.
- No creo, parecen ser mas grandes que… -, Bigan salió de su ensimismamiento y, asombro asombrado, preguntó: - ¿Qué son esas cosas?
- Los llamamos “querubines”. Vuelan de aquí para allá y nadie, excepto quizás Wutan o “el Loco”, sepan qué son realmente…
Pero Bigán no pudo seguir atendiendo a la explicación. Rastall se había despertado y ahora corría libremente por la superficie de una colina cercana.
- Déjala jugar –, y, tirando de su brazo, Shange le dirigió hacia el interior.
Conforme avanzaban empezaron a ver a más y más miembros de la tripulación. Todos eran diferentes en aspecto y edad, pero no había ningún adulto. El único rasgo distintivo común era la túnica.
- ¿Sabes?, cada uno de nosotros tenemos dos nombres: uno fue es el que elegimos para nosotros, que es secreto y que sólo compartimos con quien queremos; y el otro es el que usamos continuamente y fue el que nos dieron los “creadores”. El mío como sabes es, Ardem’s, “la Cazadora”, el de mi hermano Erms significa “el Mensajero”, pero según como lo entonas también significa “el que guarda Secretos” …
Bigán se dio cuenta entonces del honor que había recibido al ser participe del nombre secreto de su amiga.
- … Thorius significa “Lider” y solo tiene un nombre…
- Wutan significa “el Guía” y el mío… –, una voz les sorprendió a sus espaldas -,  bueno me llaman “el Loco”, y el verdadero nadie es capaz de pronunciarlo, ¿no es así Shange? -, y ella pareció alegrarse muchísimo al escuchar esa voz.
- Rastall, Bigán, os presento a Priomdeo, el único que, realmenteaunque , no es exactamente miembro de la tripulación, pero es realmente un gran amigo.
Bigán tenia ante si a un chico de una altura similar a la suya, quizás de la  misma edad. Tenia unos ojos despiertos, de un tono indefinido, y la cara estaba surcada de pecas. Solo una corta y rizad, cabellera rojiza destacaba más que su mirada. Llevaba un traje que, al igual que el de Thorius, le cubría el cuerpo entero, salvo que no se veía parpadear luz alguna.
- Gracias. Sólo me llaman Priomdeo mis amigos –, aclaró el recién llegado, enfatizando las dos ultimas palabras -. El resto suele llamarme “el Loco”, y, como le diste un escarmiento a Tyres, tú puedes llamarme incluso en mitad de la noche, si tienes algún problema. Volviendo a eso de que no soy de la tripulación… mi madre fue una de las que les liberó –, dijo señalando a Shange y a otros que pasaban cerca -. Saboteó CR’ON-05, permitiéndoles salir de su helada prisión…
- Priom, ¿que plan tenéis Thorius y tu? -. Shange, que acababa de volverse a recoger en brazos a Rastall tras su entusiasmado despertar, volvió a incorporarse en a la conversación.
- No, hermanita, no… –, dijo, haciendo hincapié en la última palabra –. Eso vendrá ahora. Por mucho que te aprecie, no puedo adelantarte nada. Sólo puedo decir que Wutan es la pieza clave –, y tras acariciar la mejilla de la pequeña dragona añadió –: No deberías perdértelo…
- ¿Es la guerra? -, y “el Loco”, sin añadir palabra alguna, le respondióasintió afirmativamente.


Clase de idiomas
Después de eso le llevó a un gran anfiteatro,  que estaba atestado. Estaban Alli estaban ya los hermanos de Shange. También vieron a los misteriosos enanos, con sus largas barbas, de los que Bigán había escuchado hablar al principio de su aventura. En alguna ocasión sus bocas se abrieron de sorpresa al ver seres quiméricos, mitad paquidermo mitad humanoide, conversando con otros asistentes igual de quiméricos, mitad felino mitad bípedo, o quizás no tanto, pues su rasgo característico solo era tener toda la piel de color azul, o verde… Todos estaban hablando, unos acaloradamente, otros no tanto, unos pocos cuchicheaban, algunos reían y otros hacían chanzas. La mayoría lo hacían mientras bebían de unos curiosos vasos corniformes.
El silencio llegó cuando en el centro del hemiciclo apareció una figura imponente. Era mas alto que ninguno de los asistentes, casi parecía un adulto. Iba acompañado por Thorius y llevaba un traje similar. Carecía de cabello y su ojo izquierdo estaba sustituido por uno artificial
- Es Wutan –, le susurró Shange al tanai, que asintió, mientras le relevaba cogiendo en brazos a la pequeña bostezadora sin piedad.
- Hermanos, hemos sido esclavizados durante mucho tiempo - . Todos se alzaron en un rumor que desapareció al instante –. Sólo la “conciencia” quebrada, que nuestros “creadores” habían reprimido durante milenios, permitió liberarnosque fueramos liberados, ¡pero a un alto precio! –, y llevó su mano hacia el ingenio ocular que tenia en su rostro, ante lo cual muchos asintieron, recordando también a todos aquellos que cayeron en esos días –. Pero no éramos realmente libres. Gracias a nuestra labor pudimos aislarnos del exterior y ganamos algo de tiempo frente a nuestros guardianes y captores. Pero sabíamos que éstos acabarían encontrándonos e intentarían volver a encerrarnos. O en el peor de los casos, exterminándonos–. Esta vez el sordo rumor de fondo elevó el volumen y en los rostros de todos se veía un tono de alarma -. ¡Callad, hermanos! - gritó Wutan…
- ¡Silencio! -, solicitó Thorius.
- Lo siento chico. Me caes bien –, Bigán oyó decir a Priomdeo –, pero no me gustaría estar en tu pellejo…
- ¿Que? -, preguntó Bigán alzando la voz entre todo el barullo
- ¡Hermanos! –, continuó Wutan, ignorando el jaleo –, hermanos, ¿recordáis la profecía que vaticinó Wutan?… “Por dos veces, del exterior llegará ayuda. La primera vez, nuestros ojos serán abiertos, y la segunda vez, nuestros espíritus serán liberados” -, y sin detenerse en su discurso, continuó, citando a la frase de Wutan -: “La conciencia quebrada, que nuestros creadores habían reprimido durante milenios, permitió que fueramos liberadosliberarnos”. Esa fue la primera vez, cuando despertamos de nuestro letargo y nuestros ojos se abrieron -, y señalo hacia Priomdeo, al que todos conocían como “el Loco”-. Y ahora ha llegado ayuda, otra vez del exterior. Ellos están entre nosotros y nos ayudarán, a liberarnos de una vez por todas, “a liberar nuestros espíritus”.
Bigán no daba crédito a lo que estaba a punto de suceder. Las luces que habían estado iluminando la gran sala, como si de un sol se tratara, se apagaron y un foco les iluminó sólo a ellos dos, Bigán y Rastall. Shange, a su lado, en la penumbra, observaba anonadada e incrédula. Priomdeo les miraba con compasión. Rastall no paraba de parpadear, deslumbrada, y Bigán deseaba con todas sus fuerzas despertar de esa pesadilla.
Todos los asistentes, que habían callado durante ese momento, aplaudieron al unísono. La muchedumbre les rodeó y empujó hacia el escenario. Bigán buscaba a Shange, pero ésta parecía haber desparecido, engullida por el publico.
En un instante, sujetando todavía en brazos a Rastall, se encontró, sujetando todavía en brazos a Rastall junto a Thorius, que le sonreía mientras abría sus brazos recibiéndolo en señal de amistad, y Wutan, que de cerca parecía mas máquina que humano.
Una chica de la edad de Thorius apareció en el escenario y recogió a Rastall de los brazos de Bigán.
– Soy Dhara, no te preocupes –, le dijo, intentando tranquilizarlo sin éxito -. Cuidaré de ella. –.  La pequeña  pidió auxilio a su amigo, pero el griterío y algarabía de los asistentes acallaba su voz.
Thorius se le acercó para estrechar un abrazo de hermandad.
– Eres el elegido. Wutan lo profetizó, debes aceptarlo –, le dijo al oído y acto seguido se separó y, cogiéndolo de la mano, la alzó en señal de victoria.
- ¿Tan seguros estáis? -, inquirió Bigán -. No soy quien esperáis… -. Pero sólo Thorius le escuchó, ensordecedores vítores le impedían alzar la voz sobre la de todos.
- Wutan ha determinado nuestro éxito en un 56%. Eso es mejor que el 24% del primer intento y, evidentemente, es mejor que nada –, y fue en ese momento cuando Bigán se dio cuenta realmente de lo desesperados que estaban, de lo crítica que debía de ser su situación y de lo precaria que sería su supervivencia si perdían esa batalla con los soldados Titán. Esos chicos querían ser libres, quizás nono tanto para llevar a cabo el cometido para el que habían sido creados, sino como para poder vivir como personas normales.
Los gritos de alegría se tornaron en todo lo contrario cuando una enorme explosión les pillo por sorpresa. Los soldados Titán ya estaban allí…
El paraíso que antes había sorprendido gratamente a Bigán ahora era un infierno. Soldados Titan aparecían por doquier y mortales fogonazos de luz iban sembrando la muerte.
En cuanto fue consciente de lo que estaba sucediendo, Bigán se dirigió raudo hacia la parte posterior del escenario a buscar a Rastall. Afortunadamente Dhara cuidaba de ella, y junto con otras chicas huyeron por un pasaje que, por detrás del anfiteatro, atravesaba a colina y se internaba debajo de la gran sala en la que se todos estaban reunidos.
Una chica tropezó con Bigán. Él la ayudó a levantarse, y comprobó aliviado que se trataba de Shange. Ella también había podido huir. Dhara, que había permanecido serena hasta entonces, acudió a Shange.
– Tú conoces más que nadie estos pasillos. Guíanos a salvo –, a lo que la chica contestó afirmativamente.
Anduvieron durante mucho tiempo. Bigán iba tirando del bracito de Rastall. Durante el trayecto las acompañantes de Dhara no paraban de especular sobre el qué habría pasado, sobre las posibilidades de sobrevivir, sobre si Wutan sería capaz de volver a sellar las entradas como hizo antaño y sobre si Bigán era realmente el elegido, ya que todas esperaban que fuera mayor y no un niño.
Finalmente llegaron a un pasillo mas amplio. Todas se tranquilizaron al tratarse de un lugar familiar, pero se empezaron a preocupar al comprobar que, salvo ellos, no había nadie mas.
De repente Thorius apareció por otro de los pasillos secundarios, pero les pilló tan de sorpresa que gritaron asustados.
Thorius intento calmarles y abrazando a Dhara les informó.
- Se han hecho con el control de la gran sala de recreo y de la mayoría de los pasillos adyacentes. No creo que continuar aquí sea lo mas seguro –, y, como si le hubieran escuchado, de un tercer pasillo aparecieron mas soldados Titán. Shange cogió a Rastall en brazos y Bigán le siguió. Habían vuelto a entrar por el pasillo por el que habían venido desde el anfiteatro.
- ¡Estas loca!, ¡volveremos a encontrarnos con ellos!
- No creas –, se explicó Shange -. Si nos hubieran seguido por aquí, hace tiempo que nos habrían capturado. Creo que simplemente no lo han descubierto, de todas formas, tomaremos el siguiente desvío y ya no seguiremos por la misma ruta.
- Espera –, dijo Bigán, y se concentró. Por un instante, en su cabeza, el ruido de todas las voces que estaban mas próximas fue ensordecedor, pero poco a poco fue silenciándose. Luego fue escuchándolas una a una, y, no tardando mucho, localizó la que quería. Salió del trance y consultando la consola les indicó hacia donde ir –. Ha habido suerte, no están muy cerca…
- Eso ha sido una gran idea –, le alabó Shange.
Recorrieron mas pasillos y al final tomaron uno que desembocaba en una sala que tenía multitud de cápsulas de metal y cristal, de forma cilíndrica, sobresaliendo de las paredes. Shange, llevándose el dedo índice a la boca, le enseñó una pantalla en la que se veían una imágenes que mostraban como unos soldados Titán se dirigían hacia allí. Entraron cada uno en una cápsula y agachándose ocultaron su presencia tras la parte metálica. Los oyeron pasar de largo y cuando Shange les avisó se incorporaron.
 Bigán, desde dentro de la cápsula, la vio a ella comprobar la pantalla de su consola, y también se fijo que había un nombre escrito en el cristal. En el suyo estaba escrito:         ARDEM’5. Salió de su escondite y verificó que el nombre escrito cambiaba de verlo desde dentro a verlo desde fuera. Ahora leía: 2‘M3DRA.
- Seguiremos por ahí. Creo que ellos habrán tomado otros pasillos –, dijo esperanzada Shange, pero se vio interrumpida al tropezar, vencida quizás por el peso de la pequeña, a la que había vuelto a coger en brazos. Ambas cayeron rodando. Shange se levantó y al momento se quejó del tobillo Parecía habérselo torcido. Bigán, tras haber comprobado que Rastall estaba mas sucia que otra cosa, se interesó por Shange, quien le informó del lamentable estado de su extremidad inferior.
- No creo que sea para tanto –, intento tranquilizarla Bigán y busco algo con que entablillarle el tobillo –. Rastall ¿ves alguna tabla? -, le preguntó con la esperanza que la magnifica visión en la oscuridad de la que disfrutaba la pequeña les sirviera de algo. Rastall respondió…
- No, pedo veo una puedtecilla que pone la i padtida… zeis… zeis… de… edre… cuadro… cinco… uno… ele…
- ¿I partida?, ¡la Y!, ¿Y 6 6 D R 4 5 1 L? -, deletreó Shange, y acto seguido exclamó - ¡¡¡Y66DR451L!!!. Rastall, has encontrado el mando central de esta nave. Ayudadme a abrir la puerta –, dijo mientras se agachaba ignorando cualquier dolor resultante de la caída.
 Bigan también se agachó y, para que Shange no realizara ningún esfuerzo, empujó la plancha cuyos caracteres brillaban tenuemente en la oscuridad. No obtuvo ningún resultado. Rastall informó de que había oído ruidos provenientes de ambas partes del pasillo. Shange apartó a Bigán y empujó las planchas. Un sonido de succión les confirmo que la “puerta” se estaba abriendo. Los tres pasaron dentro, y otro sonido idéntico al anterior se produjo al volverse a cerrar la compuerta.
La sala a la que habían entrado se iluminó. Estaba llena de pantallas, controles y luces intermitentes. Una ligera capa de polvo cubría todo.
Una voz femenina, que parecía salir de todos los sitios a la vez, preguntó:
- ¿Acceso? Confirme identidad
Los tres se miraron, y Rastall gritó:
- Zoy Draztall, hija de Mirdna, Dioza de la Magia –, y acto seguido, se echaron a reír por lo cómico de la situación.
La voz volvió a insistir:
- ¿Acceso? Confirme identidad
Shange, conteniéndose las carcajadas y limpiándose las lagrimas de los ojos, gritó:
- ¡Ardem’s! -, pero volvieron a escuchar:
- ¿Acceso? Confirme identidad
Shange pareció extrañada
- Es mi nombre. ¿Por qué no lo reconoce?.
- ¿La clave no será Shange? –, le pregunto Bigán y ella lo negó. Entonces él se agacho y escribió en polvoriento suelo: ARDEM’S -. ¿Se parecen? -, y debajo escribió: ARDEM’5, a lo que ella respondió afirmativamente y e. Entonces se dio cuenta de lo que pasaba y exclamó triunfalmente:
- ¡2‘M3DRA!.
- Acceso permitido, usuario confirmado
- ¿Como conocías la clave? –, le  dijo asombrada Shange.
-   Los nombres que tomasteis eran los que ponían en las cápsulas, sólo que, erróneamente, los leísteis desde dentro. Vuestro verdadero nombre es el que se lee desde fuera. Tu nombre es 2‘M3DRA y no ARDEM‘5, ya sabes, el nombre que te dieron tus “creadores” -. Pero al mirarla fijamente a los ojos añadió -: Aunque, como nombre, me sigue gustando mas Shan… No me había dado cuenta hasta ahora, pero todos tenéis los ojos azules…
-   ¿Como tú?…
-   Interesante…
-   Y ahora que tenemos el control de la nave, ¿a donde quieres ir? -, pregunto la chica mientras se dirigía a los paneles de control.
- Antes de ir a ningún sitio hay que hacer algo con los soldados Titán -, concluyo Bigán.
- ¿Y zi lez zacamoz a patadaz? –, propuso Rastall, a lo que a Bigán se le ocurrió…
- A patadas no, pero podemos cerrar todas las puertas de acceso, incomunicarles y…
- … hacer el vacío para expulsarles al espacio –, exclamo Shange –, ¡qué gran idea…!
- Bueno, no iba a decir eso, sino que así ganaríamos tiempo…
- Ya está, el modulo 47L45 esta plenamente operativo, cuando les hayamos expulsado cerraré las compuertas externas y regeneraré el aire.
- ¿No eres muy radical con eso de expulsarlos al vacío? –, y pero tras volver a contemplar los ojos de Shange decidió callarse. Había mucho odio acumulado en esa mirada.
- ¿Y que vamoz a haced con loz de dentro?
- Saldremos al encuentro de Thorius. Es el líder, él sabrá que hacer.
- Intentó utilizarme para su causa –, le recriminó Bigán –. No me fío de él…
- No le culpes, estábamos desesperados. Tú fuiste un soplo de esperanza para todos nosotros…
- Podríais haberme consultado antes de meterme en este follón
- Bigán, Shange no ez mala, ni Zodiuz, zolo ez que tienen miedo y tu edez muy bueno y ziempre eztaz preocupado, pod mi, pod que te meto en muchoz lioz. Bigán, mi mama noz encontradá pronto, azí que no te preocupez. Mientraz tanto debemoz ayudadlez, edioz no tienen la zuedte de tened una mama que lez quieda. Y en el fondo zabez que ez lo codrecto.
-- Esta bien, Rastall. Iremos en busca de Thorius, pero nada de muertes así por que sí. Solo en defensa propia…
-- Me parece bien –, dijo Shange –. Antes de irnos cogeré este mando remoto. Nos ayudará cuando estemos lejos de aquí.
-Salieron de la sala, por la puerta principal, y se adentraron en otro pasillo. Allí también había varias zonas destrozadas por los impactos de las armas. En algunos puntos varias cañerías derramaban su contenido, en otros las paredes metálicas se habían retorcido hasta adquirir formas inusuales, casi artísticas, y cables eléctricos chisporroteaban en cortocircuito en algunos puntos. Buscaron un lugar donde los desechos y cascotes les permitieran pasar y treparon por ellos. A Bigán le preocupaba que los leotardos a rayas de su pequeña amiga ya eran poco menos que jirones dejando al descubierto sus piececitos, pero a la dragoncita no parecía importarle...
- Por ahí –, les indico Bigán una vez hubieron descendido. Pero no habían recorrido ni la mitad cuando aparecieron cinco soldados armados. Shange empujó a Rastall tras unos escombros y cogió al chico de la mano poniéndolo detrás de ella.
 – Eres el elegido, no debes morir
A lo que él contestó:
-   En estos momentos tú eres mas valiosa. Tienes el control completo de la base. Tus hermanos te necesitan.


En la boca del Lobo
Los soldados apuntaron y en ese momento de por una puerta salió Priomdeo, agitando los brazos y gritando
- ¡Eh!, ¡pringaos!, ¿a que no me dais? –. Y tras el salieron Erms y otros chicos a los que Bigán no conocía. No parecían muy contentos por la actuación de “el Loco”, que por distraer la atención de los soldados había revelado su escondite.
- Corre –, reaccionó Shange, y recogiendo a Rastall del suelo echaron de nuevo a correr.
- Nos ha salvado la vida, pero ¿podrá escapar? -, se preocupo Bigán jadeando por la carrera
- Seguro, Priomdeo es muy escurridizo, pero yo me preocuparía más por el enfado que llevará ahora Erms. Seguro que lo tacha de traidor o cosas peores –. Hizo una pausa, como si meditara algo y añadió –, creo que si Erms lo pasa mal es una forma de vengar los golpes que te dio -, y Bigán asintió satisfecho.
Recorrieron una sala alargada, que no parecía tener fin, hasta que encontraron la salida en el otro extremo. Salieron y utilizaron el plano que aparecía en la consola remota para buscar a sus amigos. Los puntos rojos eran soldados Titán, entre los azules podrían encontrar a Thorius, si no había muerto. Por varias veces estuvieron a punto de volver a encontrarse con los soldados, pero supieron darles esquinazo.
Llegaron a un pasillo sin salida y ella, accionando unos botones de la consola, abrió una puerta de servicio que no se veía a simple vista.
- Aquí estaremos a salvo mientras pasa el peligro. Puedes detectar si Thorius está en el mismo sitio, los disparos de esos soldados seguro que habrán alertado a mas de uno que estuviera cerca.
- Puedo intentarlo de nuevo. Me sentaré aquí, será mas cómodo… -, pero no llegó a acabar su frase, una luz roja ocupaba toda la pantalla de la consola – Shange, ¿qué es esa luz? -. Ella la alzó y empezó a tocar botones
- Están intentando tomar el control del Y66DR451L. Como administrador del sistema, puedo impedirlo –, y siguió tecleando. Rastall la observaba con atención y Bigán estaba concentrado buscando a Thorius –. Se habían hecho con el control de los querubines – informó Shange -, pero les he restringido el acceso. Ahora los robots nos ayudaran. Podemos salir, los soldados se están reagrupando aquí –, y señaló el punto en el mapa.
Bigán, que acababa de volver en sí, dijo en tono derrotista:
- Pues es ahí mismo donde están Thorius y la mayoría de tus hermanos. Wutan ha caído y todos tienen miedo. Parece ser que un tal “Lobo” está al frente de toda la operación.
- ¿”El Lobo”?. Entonces es peor de lo que esperaba. Ese hombre fue quien organizó nuestro exterminio…
- ¡Zalgamoz pada adlli, noz necesitan! –, les arengó Rastall
- Cierto –, añadió Shange encorajinada -. Aún tenemos un as en la manga. Utilizaremos a los querubines. No son soldados propiamente dichos, pero quizás distraigan. Les daré ahora la orden. Para cuando lleguemos, habrán sembrado suficiente caos.
Acabaron de operar con la consola y salieron de su escondite para  dirigirse hacia donde estaba sus amigos.
Andaban los tres alertas cuando apareció Priomdeo corriendo por detrás y cogió a Rastall al vuelo mientras gritaba:
  ¡Me persiguen soldados, deberíais correr…!
Y así lo hicieron, siguiendo al “Loco”, que poco a poco iba distanciándose. Dobló una esquina y cuando ellos lo hicieron vieron que Priomdeo estaba en el suelo, reducido por varios soldados Titán. Rastall estaba apresada por un hombre de aspecto autoritario.
Bigán actúo al instante y usando su don le sustrajo el arma a uno de los soldados que habían estado persiguiéndoles, después apuntó al captor de su amiga. Shange derribó a sus perseguidores, que aún estaban sorprendidos por el “vuelo” del fusil.
- Bigán, dispárale, es “el Lobo” -, le gritó Priomdeo, y acto seguido recibió una patada en el estómago.
- Adelante chico –, le dijo “el Lobo” -. Dispárame. Quizás seas mas rápido que yo –. Y en un parpadeo tenia un arma corta apuntando la cabeza de Rastall. La pequeña, que hasta ahora había estado debatiéndose, se quedó quieta, muy asustada.
- ¡Ten cuidado, no hieras a Rastall! –. Era Shange, quien, muy preocupada, buscaba el cargador del arma del otro soldado.
- Adelante, dispárame –, le provocó “el Lobo”
Bigán estaba hecho un lío. Por un lado, estaba sopesando lo rápido que podría reaccionar su interlocutor. Había sacado su arma en un abrir y cerrar de ojos, quizás si que podría matar a Rastall. Por otro lado, no había disparado nunca ese arma, y si no respondía como él quería, todo seria inútil.
Al final determinó que dispararle no era la mejor solución. Seguía hecho un lío, pero si se rendían, tal vez tuvieran una oportunidad…
Soltó el arma y alzó sus manos
– Shange, será mejor que lo dejemos, no veo otra salida.
Ella levantó también sus brazos y miró a Bigán condescendiente. Entendía el dilema en el que se encontraba su amigo y no era capaz de ayudar.
- Vaya, el niño tiene miedo. Quizás podrías haberme vencido –, le provocó una vez mas “el Lobo” y dejó de apuntar a Rastall para apuntar hacia ellos –. Ahora necesito esa consola. Vais a dármela por las buenas o por las malas -. Y en ese momento Bigán sintió el zumbido   en su cabeza, ése del que sus padres tantas veces le había hablado.
Era una sensación, más que un sonido, muy sutil y tenue. Para alguien habituado, seguro que pasaba inadvertido, pero para quien como él nunca lo había sentido antes, llamaba su la atención. Justo en ese momento era consciente no sólo de casi todas las cosas materiales que le rodeaban, sino del espacio que había entre todas y cada una de ellas, incluidas las que no estaban a la vista. Se centro en la consola que Shange llevaba en sus manos, “visualizó” la sala del Y66DR451L, y, en un abrir y cerrar de ojos, la consola había desaparecido. Todos quedaron estupefactos, incluido el propio Bigán, pero por haber sido el artífice del truco se sobrepuso antes y pensó: “Si es inteligente, se dará cuenta que hemos de negociar”, y, aprovechando su baza, dijo en voz alta:
- Te entregaremos la consola si liberas a todos. Si no lo haces, nunca encontraras la consola.
Dicen que los lobos son astutos, pero no era el caso de éste. Tras sobreponerse de la sorpresa, “el Lobo” disparó contra Shange. Bigán intentó interponerse, pero no llegó a tiempo. Su amiga recibió el disparo. Una explosión de sangre brotó del vientre de Shange. Bigán la cogió en brazos y cayó con ella.
El chico estaba destrozado, no había sido lo suficientemente rápido y por ello lamentaba no haber podido interponerse en el camino del proyectil. El si que hubiera podido sobrevivir al disparo. Pero Shange no era una tanai, no podría sobrevivir.
Entonces escucho la voz de su madre en su mente: “Bigán, ¿estáis bien?”. No sólo era la voz, era una comunión perfecta, podía sentir la presencia, la preocupación de su madre, el esfuerzo que habían llevado a cabo para llegar allí. También sabia que su padre había venidoestaba con ella. La Viuda, ella Eera La Viuda la que les había facilitado el “viaje”, la Viuda y dos amigos de ésta a los que Bigán no conocía. Y si estaba la Viuda, también estaría Hermn y su temible artilugio lanza-flechas. Supo también que estaban muy cerca y que se iban abriendo camino hacia ellos rápidamente. También supo lo orgullosa que estaba su madre pues el habíapor el hecho de que él hubiera encontrado su don, y eso que no se lo había contado, pero era uno de los efectos secundarios de la comunión mental.
- Mamá, venid a rescatar a Rastall y quienes están prisioneros aquí -, solicitó ya determinado a dar el siguiente paso -. Yo he de ayudar a una amiga…
Bigán se levantó desafiante e hizo levitar delicadamente a su amiga entre sus brazos, para asombro del “Lobo” y sus soldados.
Las miradas del tanai y del líder Titán se cruzaron, pero para cuando “el Lobo” dio la orden de disparar Bigán y Shange habían desaparecido.
- ¡Te dejas algo! -, gritó zarandeando violentamente a Rastall por el brazo -. ¡Cobarde! -, añadió -. Tomad, poned fin a la vida de estos engendros -, y lanzo a la pequeña hacia uno de los soldados.
Ella, que había estado conteniendo la furia por todo lo sucedido, Rastall, al chocar con el duro cinto del Titán, inesperadamente, la liberó toda la furia que había estado conteniendo en forma de llamas. Esto les pilló a todos por sorpresa, incluida Rastall, que quizás era la segunda vez en su vida en la que escupía fuego como un dragón de verdad.
Estupefactos, todos los soldados contemplaban a su compañero ardiendo, y alguno se aventuro a declarar “¡Pueden utilizar sus terribles poderes!”. Thorius aprovechó la oportunidad para derribar a dos de sus captores e incitar a todos  a hacer lo mismo y huir.
La pequeña dragona corrió hacia donde yacía Priomdeo, que aun seguía en el suelo. Los soldado que la vieron acercarse huyeron temerosos detemiendo ser víctimas de su fuego abrasador.
“El Lobo” llamó al orden, pero todo se había convertido en un caos. Hizo varios disparos, sin resultado. Así que se replegó con las pocas tropas fieles tras unos escombros y por radio llamó a los refuerzos, pero solo recibió silencio.
Unos pasillos mas allá todos los refuerzos habían caído víctimas de un sueño irresistible.
“No ha sido tan fácil como esperaba. Eran demasiados”, pensaba Luna, Princesa de Zirah y ex-emperatriz tanai, pero, sobre todo, madre de Bigán. Solo aquellos que intentaban resistirse, podían, antes de caer dormidos, contemplar el aspecto de quien les había derrotado.
Rastall le perdió la pista a Priomdeo en uno de sus rescates pues, tras ver la efectividad del gestode la frase: “zuelta a eze niñyo o voy a ezcupid fuego una vez maz”, había ayudado a fugarse a mas de uno. Así que decidió que ya iba siendo hora de ayudarse a si misma y correr a refugiarse.
Se coló por uno de los agujeros que la artillería enemiga había abierto en la pared. Trepó ayudándose de los cables eléctricos que por dentro colgaban hasta que llegó a una rejilla que daba a un pasillo deshabitado. Empujó la trampilla y salió. Tras incorporarse pudo comprobar que no era un pasillo, sino una sala en forma de “L”. En el tramo mas amplio de la sala unos robots, de aspecto esquelético, y con algo que parecían alas a sus espaldas, estaban inmovilizando a unos soldados Titan. Uno de ellos la vio y se dirigió rápidamente hacia ella, y no parecía tener cara de buenos amigos. Rastall intentó volver por donde había venido, pero se equivocó a la hora de abrir de nuevo la trampilla,  y empujó, en vez de tirar. El siniestro robot, ya a su altura, alzó uno de sus brazos para capturarla. En ese momento, una joven se interpuso y dijo
- Klaatu, barada, nikto.
La figura mecánica se quedó inmóvil y acto seguido comenzó a cambiar de forma hasta alcanzar la de la característica enorme semilla de haba que tenían los “querubines”.
Rastall estaba alucinada, no por la reveladora transformación del “querubín”, ni por la súbita y fortuita aparición de la joven, sino por el aspecto de la misma. Su belleza era indescriptible, su nívea melena flotaba etéreamente entorno a ella, su desnuda y delicada piel emitía pequeños tonos nacarados, y sus grandes y radiantes ojos azules la miraban con ternura.
- Rastall -, le dijo con una encantadora voz en tono fraternal -, no olvides nunca esta palabras, un día las necesitaras para salvarte… para salvarnos… -. Y, mientras susurraba las últimas palabras, desapareció del mismo modo con en el que había aparecido, misteriosamente.
La pequeña dragona salió de su aturdimiento en cuanto aparecieron Priomdeo, Thorius, unos cuantos hermanos suyos seguidos de unos individuos, armados, cuyo aspecto era una mezcla de hombres del espacio y piratas… y de Luna. Luna, ademas del habitual uniforme de combate de su raza, lamas esmaltadas en verde y dorado, portaba las dos espadas curvas de su familia, dos sables que eran algo mas que un símbolo, eran su sello personal y su estilo de combate.
Rastall corrió hacia ellos. La madre de Bigán, aunque no era una diosa, era una buena baza, y además, el ver que Priomdeo seguía vivo la reconfortó mas aun. Ahora irían en busca de Shange y la curarían, y juntos con Bigán volverían a casa. “El Lobo” tenia sus horas contadas.


¿De que están hechos los héroes?
Duró un instante y fue como hubieran sido atravesados por una burbuja de jabón, sólo que a Bigán el hecho de cruzarla le había dado la misma sensación que estar haciéndolo a través de un muro de piedra. Le dolía todo el cuerpo,transportarlos ahí le había supuesto un esfuerzo terrible. Acababa de aprender a andar y ya se había hecho una maratón él solo. Bueno, él solo no.
Aun llevaba a Shangue en brazos, así que la dejó reposar en el suelo. Le costó agacharse ya que constantemente dolores punzantes le recordaban constantemente que había realizado un esfuerzo supremo. Afortunadamente su metabolismo tanai ya empezaba a sanarle. Su amiga no tenia esa suerte, pero por lo menos estaban a salvo en la sala del Y66DR451L.
Bigán se levantó buscando algo con lo que tapar la herida, pero estaban en una sala de control y, no vio nada a mano. Pensó en utilizar sus pantalones, pero estaban tan sucios que la preocupación de que pudieran infectar a su amiga superó la vergüenza de tener que quitárselos. Quizás si utilizaba su don telequinético podría presionar uniformemente la herida mientras extraía el proyectil con cuidado de no estropear nada mas, pero aun así luego necesitaría limpiarla y esperar que la sangre coagulara, la herida se cerrase y el organismo empezase a sanar…
Otra idea cruzó por su cabeza. Acababan de atravesar el espacio que había entre dos habitaciones separadas de la nave. Se acordó del  extraordinario, y poco común, don de curación tanai, no del don que automáticamente aceleraba, y reparaba, cualquier daño recibido sobre sus cuerpos, sino de otro don que les permitía curar a los demás. Ademas del emperador Semrol, sólo había visto a otra tanai utilizar ese don. Tendría que intentarlo, aunque no supiera como.
Se agachó sobre su amiga y decidió que quizás podría empezar un contacto mental. Eso, en un principio, no la curaría, pero podría intentar aislar el dolor. Agitó los brazos y empezó a respirar hondo para relajarse. Necesitaba estar completamente concentrado.
- Vas a emprender un viaje muy peligroso -, le sobresaltó una voz desde una de las esquinas de la sala, a pesar de sonar serena. Bigán miro en la dirección de donde provenía y se encontró con un tanai joven. Por su indumentaria, ropas holgadas, polvorientas y gastadas, al principio lo confundió con su padre, pero sus cabellos no eran pelirrojos, sino de un castaño muy claro, casi rubio. Su semblante le era muy familiar, de hecho le recordaba a la serenidad que mostraba su madre, y sus ojos…
- No hay tiempo para contestar a tus preguntas, que son muchas, lo sé -, le dijo sin dejar de mirarles -.  Yo te guiaré. Podría hacerlo yo todo, pero fue así… es así -, se corrigió -, como aprenderás a hacerlo.
Se sentó con las piernas cruzadas, en frente de él, y le dijo:
- Has de estar relajado. Eso sabes como hacerlo, pues ahora mismo estabas preparándote.
- Pensaba establecer un contacto mental para inducirle un estado sin dolor -, le informó Bigán haciendo hincapié en la palabra “inducirle”.
 - Eso me parece perfecto, pero no te centres sólo en el dolor -, le respondió el joven.
Bigán se concentró, intentandoó establecer contacto y llamando mentalmente a su amiga.
“Bigán, ahora no intentes controlar el dolor”. Escuchó en su mente la voz de su misterioso acompañante guiándole: “deja que fluya su dolor hacia a ti, pero evita que sea él el que te controle”, le advirtió, “el dolor es algo profundo y primitivo, como el miedo o el deseo. De esta forma ahondaras en el subconsciente y vendrá a ti la verdadera imagen psíquica de su estado físico y mental”.
El chico así lo hizo y de repente sintió un gran dolor ardiente en todo su propio estómago, justo donde Shangue tenia la herida
- ¡No!, no te centres en el dolor, déjalo fluir, siente como pasa. ¿Ves a tu amiga? -. Ciertamente se había asustado, pero la serenidad que le transmitía su guía le ayudó a calmarse.
Cuando la sensación de dolor hubo pasado Bigán encontró a su amiga. La imagen mental que Bigán veía era la de una chica vestida como una ninfa de los bosques, con una larga cabellera prendada prendida de flores y un vestido de hojas, y estaba aprisionada por un montón de zarzales “Quizás tuvo algún trauma en la infancia con esas plantas, o quizás estas representaban el dolor que ella sentía”, pensó para sí.
- Ahora deberás retirar esas zarzas -, volvió a indicarle la voz.
Mentalmente se vió a si mismo al lado de Shangue. De su mano surgió un haz de luz. Blandiéndolo como un cuchillo, empezó a cortar uno a uno los tallos que la aprisionaban. Luego empezó a retirar las espinas clavadas, y finalmente, limpiando las heridas, empezó a curarlas. Pero las zarzas amenazaban con volver a cubrirla. Había Aunque había cortado los tallos, aún quedaban sus raíces de las cuales rápidamente habían empezado a brotar nuevos chitos. Se apresuro a cortarlas, pero no daba a basto. El chico se empezó a poner nervioso. Él no tenía el don de la curación, no lo lograría.
“Bigán”, la voz volvió a calmarle, “tú tienes el poder, todo tanai tiene poder. Normalmente desarrolla sólo uno, un don con el que es mas afín. El resto de los poderes quedan latentes a la espera de ser despertados, pero ¿recuerdas lo que decía papá?”, y acto seguido los dos recitaron a la vez: “un gran poder no sirve de nada si no se usa la imaginación”.
Bigán recordó la historia que Hermn le había contado de su padre. La historia de como su padre se enfrento a un ser con un poder casi absoluto, un kragar, y como consiguió sobrevivir gracias a su imaginación. Recordar esto le hizo recuperar la confianza en si mismo, aunque supiera que el cuento concluía con que era su madre la que, zanjando el conflicto con el kargar, le salvaba el pellejo a su padre.
Se concentró otra vez más y en esta ocasión, de élsu interior, empezó a crecer una esfera de luz. La esfera empezó a crecer, y a cubrirlo todo, hasta tal punto que se hizo cegadora. Cuando la luz se desvaneció, Bigán comprobó que había erradicado todas las zarzas.
Luego recordó una primavera, en Zirah, bajo los cerezos. Acababa de hacerse una herida muy fea en su rodilla al caerse de un columpio. Era la primera vez que le pasaba algo así, hasta entonces habían sido rasguños, pero esa herida le parecía terrible y enorme, encima sangraba profusamente. Su madre lo cogió y le dijo: “Te voy a enseñar un truco”. Le hizo sentarse en el columpio y cogió varias flores que quedaban a mano, deshojo sus pétalos y los hizo caer sobre su rodilla herida. Fue su naturaleza tanai, mas que la dulzura del momento o el contacto de lo pétalos con su piel, la que realmente hizo el trabajo, p, yero de esta forma Luna había desviado la atención del pequeño. Al final los dos habían acabado bailando con los brazos extendidos y dando vueltas sobre sí mismos mientras miraban al cielo contemplando las flores de cerezo.
Por ello, Bigán hizo que aparecieran miles de pétalos de esta flor, y que cayeran como gotas de lluvia sobre su amiga. Agitó una mano e hizo que los algunos pétalos se posaran sobre la herida que había en el vientre de Shange, cubriéndola por entero. Al igual que aquella mañana de primavera con su madre, sintió la delicadeza con la que se posaban, su suavidad al tacto y el extraño hormigueo que estos producían al contacto con la piel. Luego sopló y generó una brisa que los removió todos. La herida había desaparecido y el aspecto de su amiga era inmejorable.
Bigán salió sonriente de su trance y ahí encontró a su amiga que acababa de despertarse y estaba sana y salva. En ese momento la cabeza le empezó a dar vueltas. El misterioso joven tanai había desaparecido, una cuestión que a Bigán le ocasionaría mas curiosidad que preocupación, si no fuera por que todo a su alrededor se estaba volviendo neblinoso. Shangue, que aun seguía incrédula por lo que le había sucedido y no paraba de mirarse y palparse la tripa, no reparó en lo que le pasaba a su amigo hasta que fue tarde. Bigán se derrumbó en el suelo como si de un muñeco de trapo se tratase. Shangue lo cogió en brazos, pero el tanai permanecía inerte. Lo acunó mientras que las lagrimas manaban a raudales por sus mejillas. Hacia tiempo que no lloraba así. Ahora realmente estaba curada.


La confluencia de los caminos
Luna se aseguro de que los niños era correctamente atendidos  dando las ordenes precisas a algunos de los tripulantes de la nave que los había traído hasta aquí. Luego ella se dedico a desinfectar y vendar con delicadeza el piececito de Rastall, que por ir descalza, que había sufrido una pequeña herida. estaban en ello. Era lo mínimo que podían hacer, pues ella ya se había encargado del resto de las amenazas. Todavía no acababa de asumir el increíble viaje al que se habían visto arrastrados.
A ella le parecía que habían pasado meses, pero solo habían sido unos días desde que se enteraron de la desaparición de Bigán y Rastall, aunque hablando con esta ultima se acababa de enterar que a para ellos solo habían pasado unas horas. Recordaba como, y cuando, les informaron del hecho. Volvían al hogar, después de haber estado ultimando los acuerdos comerciales entre el pueblo bolmai y el imperio tanai. Una vez acabada su labor, Hermn, se ofreció a acompañarles hasta Zirah donde se encontrarían con su hijo que regresaba tras el curso escolar.  Pero en la puerta solo les estaban esperando Mirna, la Diosa de la Magia, madre de Rastall, y el Gran Dragón Negro, el padre, que durante esos días los tenían al cargo.
Cuando les contaron lo sucedido se pusieron manos a la obra. Mirna les informo de que ya habían agotado las posibilidades de encontrarlos en el universo en el que vivían, solo quedo hacerlo por el resto del multiniverso, una labor mas que imposible, pues quedaba fuera de su alcance y no sabían de cuanto tiempo disponían. Hermn no perdió ni un segundo y se puso en contacto con la Viuda Alegre, una vieja amiga de él e Yrdin.
Poco después de caer el sol la taberna de la Viuda Alegre se materializo en el pueblecito de Zirah, para sorpresa de todos sus habitantes, que salieron en plena noche y se dirigieron al castillo donde informaron del fenómeno a su señora Luna. Después de tranquilizarlos, todos, se pusieron en camino de regreso al pueblo. Una vez allí, y tras saludar a su amiga, el padre de Rastall combinando su poder con la capacidad para viajar entre planos, de la taberna, simplifico la búsqueda. La Diosa de la Magia y el Gran Dragón Negro no podrían acompañarles, pues podría crear un desequilibro con un viaje de esta envergadura.
Sin perder un solo instante la Viuda Alegre les transporto a una ciudad erigida en un asteroide minero, situado en el universo en el que estaban ahora, y desde allí pudieron emprender viaje, en una destartalada nave espacial, gracias a unos viejos conocidos de la Viuda que se dedicaban a al piratería. El propietario de la nave era el muy locuaz capitán Nimara, un hombre de baja estatura, casi tan alto como Hermn. Adllarin era la segunda de a bordo era una doncella de piel rojiza, alta, esbelta y serena, el contrapunto ideal de su capitan.
No le quedaba claro si habían cruzado de una galaxia a otra o si solo la habían atravesado de extremo a extremo, pues era su primer viaje espacial y se lío un poco con el idioma y con los tecnicismos. La cuestión era que habían viajado a un lugar no registrado en las cartas estelares del. Cuando Luna pregunto si eso era normal Adllarin le respondió que el capitán poseía una vasta colección de mapas y que si ese lugar no estaba cartografiado era por que o no tenia interés para ellos o no existía. Esto ultimo, como madre, no la tranquilizo nada.
Una vez entraron localizaron el lugar que estaban buscando vieron que se trataba de un  planetoide que orbitaba entorno a un planeta habitado. Adllarin, tras comprobar el nivel tecnológico del sistema al que habían llegado informo al capitán que ordeno inmediatamente navegación silenciosa.
Con una análisis mas exhaustivo comprobaron que el planetoide era una gran estación espacial. También comprobaron que tenia una base en la superficie en la que estaba atracada otra nave espacial, cosa que los puso mas en alerta. Una vez localizaron una exclusa, en el otro extremo del planetoide, decidieron entrar dividiendose en tres grupos de rescate. El primero estaría formado por Luna, Adllarin y el grueso de los piratas espaciales. En el segundo irían el capitán, la Viuda, Hermn y el resto de la tripulación. En el tercero iría Yrdin y un curioso hombrecillo, también de la tripulación, que se había “encariñado” con el.
Después de eso no pararon de encontrarse con soldados

Se dispuso a hablar con la pequeña dragona, y sus nuevos amigos, cuando reparo en que el segundo grupo ya había llegado.
 El capitán de la nave que les había traído hasta allí, un hombre de baja estatura y vestido con una casaca negra ribeteada en dorados, conversaba acaloradamente con su segundo de a bordo en un extraño dialecto, ella era una doncella de piel rojiza, alta, esbelta y serena, el contrapunto ideal. Resultaba cómico. Rastall los contemplaba curiosa, como si entendiera lo que estaban diciendo.
Gracias a sus poderes telepáticos Luna entendía perfectamente el motivo de la discusión. El se quejaba del poco espacio del que disponían en la nave para llevarse a todos los pequeños, ella asentía silenciosamente y esperaba pacientemente a que alguna deidad superior les indicase el camino correcto. Luna dedujo que se trataba de una sacerdotisa o similar.
 Hermn se aproximó acompañado por la Viuda. Luna no puedo evitar relacionar los puntos en común que tenia con el capitán. Ermn, como buen bolmai, era bajo y el color ébano de la Viuda le parecía un rasgo bastante distintivo, por lo menos para ella, que se había criado entre tanai de piel clara) -. Hemos administrado todos los medicamentos de los que disponíamos, como sigamos encontrando heridos habrá que descubrir si esta condenada nave tiene algún botiquín o deberemos prepararnos para lo peor.
- Si pudiéramos volver a la taberna podríamos conseguir mas -. Tercio la Viuda y Luna recordó que la taberna no era solamente un lugar, era un vehículo, el vehículo con el que la Viuda viajaba entre las dimensiones con una puerta trasera bastante peligrosa -. Bien -, añadió -, ¿que sabemos de Yrdin?, en cuanto encuentre a Bigán podremos marcharnos...
Luna, iba a contestar cuando, sintió varias presencias peligrosas al otro lado del muro.
Para cuando intento avisar ya era tarde. La explosión los pillo de sorpresa a todos.
Se levanto aturdida, intentando analizar la situación y buscando a sus amigos entre los escombros. Hermn se estaba levantando y la Viuda tendida en el suelo tosía aparatosamente. Rastall y el resto de los niños habían corrido a esconderse al fondo. El capitán, su segundo de abordo y algunos piratas, aunque aturdidos, empezaban a tomar posiciones. Atrás en la pared volatilizada por la explosión, enterrados por los escombros, yacían sin vida el resto de los piratas. A unos pocos metros estaba su brazo sujetando todavía su espada recién desenvainada...
[...]
Yrdin estaba explorando varios niveles mas abajo. Solo lo acompañaba Maiarsha, nombre por al que respondía un humanoide, cubierto completamente por pequeñas plumas azuladas y que por boca tenia un ancho pico amarillo, que recordaba al de los gorriones.
Yrdin, que hacia una hora se había comunicado mentalmente con Luna, intentaba comprender que estaba pasando allí. Parecía que habían llegado en medio de una guerra y Bigán era la pieza clave de la misma.
Ademas hacia poco había sentido una punzada de dolor psíquico. Su relación con Luna le había bendecido con unos lazos mas profundos que los de una simple comunicación mental. Por eso sabia que algo andaba mal.
Y el hecho de que Maiarsha le siguiera siempre vigilante no ayudaba nada. Cuando se embarcaron en esta misión de rescate, Yrdin, no se podía imaginar que acabaría encontrándose con un elemento de su pasado, uno que había creído enterrado y olvidado, hasta el punto de que solo Maiarsha parecía acordarse perfectamente de Yrdin -. Eres una amenaza -, le dijo la primera vez que se encontraron -, y pienso vigilarte muy de cerca. 
Yrdin simplemente le ignoro, realmente no sabia a que se refería. Pero cuando Maiarsha le hablo del semi-universo en el que Yrdin se había criado durante su adolescencia y madurez ,y ademas le dio detalles exactos, la cosa cambio. Solo entonces Yrdin, supo a que se refería el hombrecillo azul, pero seguía sin recordar realmente quien era. Las únicas, y ultimas, personas que cruzaron una de las puertas, de la Torre de las Mil Puertas, habían sido Yrdin y un cadáver que se llevaba para enterrarlo lejos de ese semi-universo. Si ese hombrecillo azul sabia todo eso era por que había conseguido escapar, ¿pero como?.
Realmente había destruido ese semi-universo -. En honor a la verdad -, se había dicho a si mismo -, yo solo fui quien descubrió el mapa, y lo hizo publico, los que abrieron el cofre desatando por fuerzas apocalípticas fueron los ambiciosos habitantes del semi-universo -, y  justificándose añadió -, que mas da que todo formara parte de un plan para vengarse por la perdida de sus seres queridos, y de su infancia -, también perdida.
- Por aquí -, dijo Maiarsha empujándole otra vez con el cañón del arma de rayos, en dirección a un pasillo principal -. Y no intentes nada, estoy aquí para asegurarme que no exterminas nada, ni a nadie, esta vez.
- Vale -, aclaro Yrdin -, pero el primer y el segundo grupo ya están encontrándose en el punto que acordamos.
- No me importa, eso no importa ahora -, el nerviosismo de Maiarsha era cada vez mayor -, lo importante es que tu no hagas nada.
- ¿No te vale con mi palabra?, prometí que no haría daño a nadie -, se excuso el tanai mientras seguía andando -, podría haberte ignorado, o haberme quedado en la nave, esperando, sin embargo aquí estoy para demostrarte mi buena voluntad.
El azulado humanoide emitió un extraño sonido, por su boca-pico, que a Yrdin le pareció despectivo. Seguía sin recordaba haber visto a ningún ser, como el que le acompañaba, en toda su vida. Tal vez su aspecto fuera debido a las caóticas mutaciones que todos sufrieron cuando se desato el Apocalipsis, el tuvo que amputarse los pies cuando estos tomaron forma de pezuña. Afortunadamente los tanai se recuperan rápidamente.
Estaba ensimismado en estos pensamientos cuando algo parecido a un relámpago, pero mas biológico que eléctrico, llamo su atención. Echo a correr, para desesperación de Maiarsha que no paraba de gritarle. Al doblar una esquina volvió a verlo. Una forma sinuosa, medio reptiliana medio felina, una mezcla de pelo y escamas. A pesar de haberlo visto unos instantes, claramente le recordó al Dragón Enano de Sial, la mascota que Bigán había tenido hacia unos años y que había desaparecido repentinamente cuando el pequeño tuvo que marchar a su nueva escuela. El dragón era una criatura empática, un catalizador psíquico, que se había encariñado con el crío.
Siguió corriendo tras el, tenia un presentimiento. Finalmente le perdió la pista. Se detuvo en un pasillo en el que había una puerta en la que unas letras rezaban: Y66DR451L
Maiarsha llego tras él emitiendo silbidos agudos, eran gemido de cansancio -. No vuelvas a hacer eso -, amenazo levantando un brazo pues, fatigado como estaba, le era imposible apuntar con el arma. Derrengado apoyo el arma en la pared y, valiéndose de esta, se dejo caer sentado. Se oyó un zumbido tenue. Los dos buscaron el origen del mismo.
La puerta se abrió.


Habían caído en una trampa, era obvio.
Estaban entre dos fuegos cruzados y a duras penas conseguían sobrevivir, pero gracias a la forma curvada de un gran fragmento del techo, derrumbado en la explosión, todos los niños, incluida Rastall, Hermn y ella misma, podían estar a salvo.
Aunque no podía decirse lo mismo del resto de piratas supervivientes que, junto con la Viuda, se parapetaban del fuego enemigo empleando los cadáveres de sus compañeros caídos.
Para Luna el dolor provocado por la mutilación de su brazo era inaguantable. A duras penas conseguía mantenerse consciente, y menos usar sus poderes para inclinar la balanza a su favor. A pesar de que en los entrenamientos y en el campo de batalla, había recibido daño y había sufrido heridas considerables, nunca antes había perdido un miembro. Por fortuna le volvería a crecer, solo era cuestión de tiempo y desgraciadamente carecían de el.
Hermn permanecía con ella limpiándole la herida, pues a pesar de haber probado múltiples veces su valor en situaciones extremas, no era un tipo de acción. Todo lo contrario que la Viuda, que con sus extraños amigos espaciales iban poco a poco acabando, más despacio de lo que esperaban, con uno de los bandos.
Era asombrosa la versatilidad de la Viuda, por su manejo de las armas de fuego y de la compañera del capitán.
Precisamente la segundo de abordo acababa de regresar, saltando sobre los cadáveres, a la tétrica trinchera en la que se refugiaban. Había salido a recoger las granadas de unos de los enemigos caídos aunque su capitán le había ordenado no hacerlo, a lo que ella contesto -: si la Diosa quiere que me reúna con ella nada podrá impedirlo, por el contrario si mi acción la honra y le place me dará la mejor de las suertes -. Y no es que los tanaii creyeran mucho en los dioses - creían más en entidades de gran poder – pero Luna tuvo que reconocer que por mucha suerte que la segundo de abordo hubiera tenido había sido favorecida por una fuerza superior.
El capitán, indignado por la desobediencia de su segundo, se había vuelto a la Viuda y le había dicho -, debía haberte cobrado por adelantado para haberte dejado tirada a la primera de cambio -, a lo que la Viuda le había respondido sin inmutarse -, tal vez, pero no te habrías divertido tanto -. Ambos sabían que la deuda del capitán hacia la Viuda era tan grande que no podía pagarse con dinero.
Justo en ese momento, al otro lado de la confrontación, apareció el ser azul con pico de pájaro. Parecía exultante. Luego detrás de el apareció Yrdin. A Luna le dio un vuelco el corazón, en brazos de su pareja estaba su hijo, inerte. Shange iba detrás ocultándose de cualquier posible peligro.
La Viuda acababa de lanzar unas granadas que acabaron con la casi totalidad de uno de los bandos. El otro bando, viendo que era imposible alcanzarles tras la trinchera, recibió la orden, del Lobo en persona, de cambiar de estrategia -, munición explosiva e incendiaria -, había ordenado.
Los proyectiles salieron hacia su objetivo.
Yrdin había alzado el brazo mientras dejaba a Bigán en brazos del hombrecillo azul -. Me prometiste no matar a nadie -, se quejo este a ver lo que estaba a punto de suceder -. Y a nadie matare -, le respondió el tanai totalmente concentrado.
Mientras Yrdin iba cerrando poco a poco la mano levantada, los proyectiles iban explosionado dentro de lo que parecía una burbuja de fuego, que iba aumentando de tamaño conforme llegaban más y más proyectiles. Solo se oían los fusiles disparar, pero poco a poco silenciaron, quizás por falta de munición, quizás por el asombro que sentían los soldados al ver el fenómeno que tenían delante de ellos, silencioso, amenazante.
La mano de Yrdin era un puño. Cruzo la mirada con el temible Lobo y añadió desafiante -, no morirá nadie mas -, y extendiendo los dedos de su puño hizo que lenguas de fuego brotasen raudas de la burbuja hacia cada uno de los fusiles enemigos, calentándolos hasta que no les quedaba mas remedio, a los soldados, que soltarlos.