Saludos querido Hermn - por Jose Manuel Romeo



SALUDOS, QUERIDO HERMN

Saludos, querido Hermn:

Lo único que siento es que para cuando recibas esta carta ya será tarde para que vengas con nosotros. Espero que después de este periodo de meditación que llevas recluído en lo mas profundo de tus montañas te sirva para llegar a obtener el título de Señor de las Superficies y así obtengas ese respeto que tanto te deben los de tu pueblo. Después de todos estos años de embajador no oficial de tu raza, ya era hora de que se portasen, y, sinceramente, podían haberse saltado esos molestos rituales de reconocimiento.
Te escribo esta carta para contarte lo que aconteció el pasado festival del solsticio de verano.
No sabría como empezar... Yo diría que todo surgió por una apuesta, y, agárrate..., ¿sabes quién aceptó la apuesta?. Pues nada menos que el mismísimo emperador en persona, Ledani Mol, sí, sí, tal como lo lees. Y los testigos fuimos Luna, Rosa (la ex de mi señor Semrol) y yo mismo en persona, además de toda la corte tanai, que estaba en ese momento cenando en palacio.
Todo ocurrió durante las festividades que se celebran, como siempre, a lo largo de todo el imperio tanaii con motivo de la llegada del verano, que este año, todo el mundo coincide, se ha adelantado.
Pocas semanas antes del acontecimiento (las justas para hacer maletas y viajar al sur, a la capital) recibimos una carta sellada y resellada y custodiada por cinco mensajeros, en la que se nos invitaba, para desesperación de nuestros conocidos en Zirah (después de hacer preparativos, durante meses, para la fiesta) a pasar la primera noche del verano en la corte.
La petición venia directamente del emperador. No hace ni dos años que Luna abdicó en nuestro Ledani Mol, ella ya no es la primera Emperatriz en la historia tanai, pero aun así, cada vez que vienen noticias de palacio se me ponen los pelos como lanzas, pensando que se me la van a llevar. Y es que compartir a la persona amada durante tres años con los millones de tanaii que habitan el imperio marca mucho.
Así que tuvimos que pasar la festividad en la capital en vez de en Zirah.
El motivo de la invitación era la visita a la corte de una antigua conocida, Rosa, la ultima hembra de la raza de los perversos (aunque este detalle sobre su origen solo sea conocido por algunos de nosotros). El motivo de la visita todavía no lo tengo muy claro. Cuando recibimos la noticia Luna creía que era la nostalgia que aun siente por mi amigo Semrol, su antiguo amante, pero después de lo que aconteció esa noche hemos llegado a pensar que persigue algo, o más bien, a alguien. Imagínate a quién. Sólo te diré que el emperador fue a buscarla en persona allá donde vive ella, en las antípodas, mas o menos.

Te puedes imaginar como se puso de tenso el ambiente en la corte. Una tordal en la corte tanai.
Lo irónico de todo esto es que Rosa no es humana, no es una tordal. Tiene un aspecto muy parecido al humano, pero ahí se acaban los parecidos. La diferencia mas notable está en la dieta alimenticia. Si llegaran a saber lo que es realmente estarían acojonados.
Querido Hermn, si te soy sincero, de todas las razas que habitan Ashana hay pocas que se parezcan tanto como los humanos y nosotros los tanaii. Bueno, está el tema de la longevidad y la altura, pero son detalles sin importancia. Y creo que nuestra rivalidad esta precisamente en eso, en lo parecidos que somos, salvando, como te he dicho, esos pequeños detalles.
Bueno, no quiero enrollarme, así que continuare con mi narración.
La corte esa noche estaba dividida en tres facciones. Una era la que pasaba del tema, la tordal era la invitada del emperador y no había discusión. Otra facción era la de los partidarios del antiguo emperador, que estaban que trinaban. Casi lo correcto sería decir que había dos facciones, ya que la tercera facción éramos minoría, y defendíamos la presencia de Rosa.
Los actos de celebración fueron tan maravillosos como siempre, aunque eché de menos los bailes en la plaza principal de Zirah y mis piques con Dardo, el mejor bailarín tanai en muchos años. La única cosa que los ensombreció fueron las idas y venidas entre algunos nobles y los cotilleos de la corte sobre la visitante humana.
Como sabes he pasado casi toda mi vida con humanos. Fui criado por humanos y he crecido con humanos. Además, hasta que llegue aquí, casi todos mis mejores amigos han sido humanos. Antes desconfiaría de un tanai de la segura corte imperial que de un humano, aunque fuera de la peor calaña.
El emperador dio un discurso en el que rememoraba los acontecimientos acaecidos a lo largo de todo el año. He visitado multitud de mundos y he llegado a la misma conclusión: existe una única entidad que puede existir en todo el mutiverso a la vez y es el aburrimiento. Y una de sus manifestaciones es a través de los políticos.
Acabado el discurso y mi sesión de bostezos, hábilmente disimulados, comenzaron los preparativos para la cena, durante la cual llegó el clímax de la situación.
Estabamos a tres asientos del trono imperial, como marcan las normas para una ex-emperatriz y su consorte, y justo enfrente de nosotros estaban Rivto, el favorito del anterior emperador, y cinco de sus fieles seguidores. Rosa y Luna actuaban como si nada malo ocurriera, y, despreocupadamente, ayudaban con la cena a nuestro hijo, que este otoño cumplirá cinco años. Yo no podía estar tranquilo. Nunca me he sentido cómodo en la corte, y menos con esta situación.

Éste es un tema que hemos hablado Luna y yo largamente, y que ella, emperatriz o no, siempre ha defendido. Es cierto que ni Rivto ni sus seguidores son santo de su devoción, pero en un momento como el que atravesamos hace cinco años, recién salidos de una especie de guerra mundial contra los humanos, lo menos aconsejado era provocar una guerra entre nosotros por rivalidades. Yo por mi parte, ya lo sabes, habría desterrado a ese payaso hace tiempo.
Continúo. Discúlpame las divagaciones.
Estaban sirviendo los segundos platos cuando el emperador, para quitar tensión a la cena, decidió establecer conversación. Se dirigió a Rosa y le preguntó si todo era de su agrado y si estaba disfrutando de la fiesta. Ella, mostrándose lo mas cortés posible, tal vez porque sabía que había mucha gente atenta a todo lo que dijera y no todos eran amigos, contestó afirmativamente y elogió el trato.
Rivto, con el tono despectivo mas hiriente posible, comentó que tales comentarios eran lógicos, “Hasta los niños tanaii saben que los tordali son unos salvaj... son menos civilizados y no poseen el lujo de nuestra corte”
“Creía que tenias edad suficiente como para no creer en cuentos de niños”, le contesté (o algo así).
Bueno, ya te puedes imaginar como continuó la cosa. Él, el mas acérrimo defensor del antiguo emperador y su política. Yo, el grano en el culo que tuvo el emperador desde que llegué a la corte (y encima su sobrina y yo nos enamoramos perdidamente).
Finalmente le reté a que podía ir a territorio tordal y traer pruebas de que todas esas patrañas eran falsas. Él aceptó el reto. Yo le indiqué que, si pudiera hacerlo, esa misma noche sería la adecuada, pues para los tordali era de día, y ahora mismo estarían celebrando su festival del verano. Él volvió a insultarme por decimoctava vez (señal de que ya le había sacado de quicio).
Ledani Mol intervino por fin llamando al orden. Cuando consiguió que toda la atención se centrase en su imperial persona añadió que “él” aceptaba el reto, seria “él” en persona quien iría a la capital tordal, y “él” mismo comprobaría éso. Ahora que lo pienso con detenimiento, creo que lo hizo por ganarse el respeto de sus detractores (o por lo menos para minar sus creencias).
Yo me ofrecí a ir también, ya que como parte desafiante tenía derecho a comprobar que todo salía correctamente. Luna se levantó y añadió que ella, como antigua regente imperial, también iría y se mostraría como parte imparcial del reto, juzgando los hechos. Rivto se vio entre la espada y la pared y no tuvo mas remedio que aceptar. Firme defensor de las antiguas leyes, sabía que el número de participantes en un reto estaban cubiertos. Además, uno de ellos era el emperador, al cual no llevaría la contraria por convicciones. También es cierto que Rivto no iría a la capital humana por nada del mundo. Se le podría contagiar algo.
La cena y la fiesta acabó y todos nos retiramos a nuestros aposentos, algunos para dormir y otros para preparar la partida a la capital humana. Cuando iba hacia los aposentos, Rosa se acercó a mí. “Gracias”, me dijo, “gracias por defenderme. Sé que no te caigo bien, y, aun así, lo hiciste. Gracias”. Yo, un poco alterado, le contesté con cierto desprecio: “Eso de que no me caes bien, ¿te lo ha dicho alguien, o es que lo has adivinado en las entrañas de algún animal?”. Ella, sabiendo que hacia referencia a su faceta de bruja, me respondió: “¿Es que a todos los hombres, sean de la raza que sean, les cuesta madurar por muchos años que vivan?, y se retiró ofendida con toda la razón.
Nunca estuve de acuerdo con lo que ocurrió entre mi señor Semrol y ella, y tú, mi buen Hermn, ya lo sabías. Puede que nunca la perdone, o puede un día me despierte y entienda por que lo abandonó.
Luna, que parecía intuir lo que había ocurrido con Rosa, me recriminó con la mirada cuando llegué al dormitorio. Yo me encogí de hombros y ella sonrío con esa sonrisa que sólo tienen las mujeres enamoradas y con la que perdonan cualquier burrada que hacemos (y no me refiero a mi discusión con Rosa, sino al reto)
Rosa no se retiró inmediatamente a sus aposentos, si no que habló con Ledani Mol para darle indicaciones sobre su castillo de Loran y donde podríamos encontrar ropas humanas y algo de dinero con el que poder negociar. Del dinero hicimos acopio del necesario, sin abusar (aunque estuve tentado).

Una hora después Ledani Mol, Luna y yo nos reunimos y partimos a Loran. Al cabo de otra hora el emperador nos transportó a las puertas de Mogar, la capital humana. Me acordé de lo mal que te sienta esa forma de viajar. Siempre dejabas la última comida en el punto de destino.
¡Cuántos recuerdos acudieron a mi mente al contemplar las magnificas murallas!. Les expliqué que el tamaño de la construcción se debía a que hace mucho tiempo existió una raza de gigantes que la construyó al saberse cerca de su extinción, para legar algo a la recién nacida raza humana, pero a diferencia de la legendaria Satarlana esta era una mezcla entre una ciudad de gigantes y una humana. Luna me miro con extrañeza por lo que acababa de decir (Satarlana dejó de existir hacía unos mil quinientos años), pero sabía que yo no mentía (no le hizo falta leer mi mente, aunque sé que a veces lo hace sin que me de cuenta). Ledani Mol simplemente asintió y marchó hacia el embarcadero que hacía de entrada principal de la ciudad.
Pagamos a un barquero y yo desembolsé algo más para que no hiciera preguntas. La verdad es que llamábamos un poco la atención, pues no usamos ninguna de las ropas que nos facilitó Rosa.
Luna fue con su vestido diario de campesina. Siempre me ha sorprendido su estilo. En la corte siempre ha sido sofisticada, a la hora de combatir se decanta por lo práctico y para la vida diaria va cómoda.

Ledani Mol iba como siempre que no está en la corte, con una larga capa negra que le cubría por completo, y se negó a cambiar sus verdes ropajes.
Y yo, bueno, ya sabes como me gusta ir, esté en la corte o dónde sea. Llevaba mi camisa amplia con chorreras y mis pantalones ceñidos que me llegaban a la rodilla.
Ya en la barca, Luna me preguntó el porqué del color metálico del agua, y yo le dije que era mercurio y que rodeaba exterior e interiormente a la ciudad, separando a las murallas tanto del exterior como del islote que daba soporte a la torre en la que vivía toda la corte tordali. Fuentes subterráneas abastecían de agua a la ciudad.
Conforme avanzábamos hacia las aduanas que había en las dos gigantescas torres de la entrada, le continué explicando que era en lo alto de las murallas donde vivían casi todos los tordali, en dos niveles distintos de altura a los que se llamaba el barrio alto y el barrio bajo. Después le mostré las gigantescas torres, que, como las de la entrada, estaban situadas regularmente a lo largo de la muralla, y le expliqué que allí era donde diferentes gremios tenían sus sedes. Por último le señalé el islote central, dónde estaba la torre imperial, y le expliqué que allí vivían los pobres, los marginados, la chusma.
Una vez desembarcamos y subimos en los elevadores pasamos la aduana sin problemas (ya sabes, “estos no son los tanaii que buscan... “). Ledani Mol pasó sin ser molestado, Luna enseñó su anillo familiar y añadió “estoy aquí por motivos que solo

atañen al emperador”, y, cuando fui a pasar yo, simplemente añadí “yo, voy con ella” y sonreí. El guardián también me sonrió como si fuéramos viejos amigos.
Pasado el primer escollo y ya en las escaleras que comunican los dos barrios, Ledani Mol se dirigió a nosotros y nos comunicó su deseo de ir por su cuenta. Antes de que yo protestase y le recordara las normas de la apuesta desapareció. Eso sí, nadie estaba mirando cuando lo hizo (odio cuando se comporta así).
“Bien”, dijo Luna abrazándome, “eso nos deja a los dos solitos para disfrutar del día”. Y empezamos nuestra visita por el barrio alto.
No habíamos andado ni cien pasos cuando me di cuenta que estabamos pasando por delante de la taberna “La Viuda Alegre”, dónde te conocí. Ahora se llama “El Bárbaro Rico”. Le han cambiado el nombre y la fachada, pero la tienda de telas que tenia al lado sigue siendo la misma.
Luna se había adelantado varios pasos cuando se dio cuenta que me había detenido. Me quedé un rato pensando en tí y en todo lo que nos ocurrió entonces... tu presentación y lo chocante que me resultó, tu detención (y la mía) aquí en el barrio alto, la persecución y huida hasta el gremio de hombres voladores...
Ella debió sondearme por que se me acercó y me sugirió que entrásemos. En ese momento se abrió la puerta y entreví el interior. Esa taberna no era la que conocimos. Está en el mismo sitio, pero no es la misma. No quise entrar y continuamos nuestra visita.

Antes del mediodía habíamos recorrido la muralla por el barrio alto. Ella había comprado un muñeco de trapo a nuestro pequeño y una pulsera de plata para Dabri, su mejor amiga durante el embarazo. Bajamos y continuamos.
¿Recuerdas aquello que nos dijeron acerca del día de mercado en el barrio bajo?, pues se quedaron cortos. Arriba había ambiente de fiesta, pero aquí abajo había fiesta y ambiente. Ella pensaba comer en una taberna, pero al ver los tenderetes de comida se volvió loca. Los olores lo invadían todo e invitaban a su consumo. Tomamos dos empanadas de maíz rellenas de pescado picado y verduras junto con una salsa rosada agridulce y lo acompañamos con un buen vino.
Mientras comíamos continuamos avanzando con cuidado de no derramar la salsa, y yo, encima, atento a los múltiples intentos de robo de los que fue objeto ella. Unas siete veces lo intentaron, pero lo que no se esperaban es que la bolsa volviera a su propietaria flotando por el aire, por cortesía mía, por supuesto.
Llegamos a los puestos de ropa. Yo encontré un puesto en el que vendían zapatillas gailas, conocidas por su enorme resistencia y flexibilidad. Una vez tuve un par y recorrí casi medio mundo antes de necesitar otro. Compramos unas para nuestro pequeño, pues no ganábamos para ropa, para desesperación nuestra. Lamenté que no existieran tambien pantalones gailos, camisas gailas... . Ella encontró una prenda de lana muy fina mezcla de chaqueta y capa que le encantó y la compró para darle uso cuando las noches empezasen a refrescar.

Fue entonces cuando vio al mendigo inválido apoyado en la pared pidiendo. Ella se le quedó mirando durante un rato inquisitivamente, y luego le dejó una moneda en el sombrero.
Conforme nos alejábamos me confesó que estaba muy contrariada. Lo había sondeado mentalmente y había encontrado sentimientos contradictorios, que incluían a la vez piedad, orgullo y satisfacción. Le pregunté si había llegado a leer los pensamientos o sólo los sentimientos, y ella me contestó que lo último. Yo le expliqué que aquel hombre era un mendigo, pero que no sufría ninguna lesión física. Todo era un engaño. Ella le miró fijamente y el hombre se volvió a mirarla también, tras lo cual rompió a llorar amargamente.
“No debías haber hecho eso”, le dije. “Él ahora se sentirá muy mal por tu castigo, pero la gente no puede leer la mente, y pensará que es sólo un pobre desgraciado que es aún más desgraciado y le echarán más limosna”. Luna se volvió enfadada, y me dijo: “¿Es que los tordali sólo piensan en hacer daño a los suyos?”. “No, mi vida”, le respondí, “si no, su sombrero estaría realmente vacío”.
A media tarde pasamos por el balcón de ajusticiamiento y no pude por menos que acordarme de Shasan, el ladrón mas viejo del mundo... ¿Recuerdas cuando nos condenaron a caer al lago de mercurio?. No sé si podré perdonarme el no haber podido salvarle a él también. Pobre Shasan, había sido condenado doce veces y había sobrevivido a las doce. Yo le pedí que me contase el truco, pero el se rió, enseñándome

los pocos dientes que le quedaban en la boca, y me dijo que ése era su secreto. En su decimotercera condena, Shasan, el ladrón mas viejo del mundo, se llevó su secreto a la tumba.
Luna intentó animarme durante el resto de la tarde y sólo cuando llegamos a un pequeño escenario en el que diferentes artistas divertían a los viandantes, surgió la oportunidad. Uno de los bardos invitaba a los espectadores a subir para demostrar cuan hábiles eran sus compañeros, al poder tocar y seguir cualquier pieza.
Yo me ofrecí, involuntariamente, al recibir un pellizco de mi amada traicionera. Ante el ánimo de todos, subí al escenario. Desde pequeño siempre he tarareado una melodía. Siempre pensé que era producto de mi imaginación, hasta que conocí mi origen y mis lazos con este mundo. Puede que sea la melodía mas antigua en Ashana, o puede que sea otra de las muchas coincidencias que pueden darse en el multiverso.
Les solicité un ritmo más acelerado del habitual y comencé. Con una letra improvisada volví a declararme a mi princesa y a pedirle su amor para toda la eternidad. Gracias a que aprendí la lengua humana antes que la tanaii, pues en algunos párrafos no hubiera sabido expresar tiempo eterno sin confundir al público. No sé si fue lo conocido de la melodía o el propósito de la letra (no soy buen compositor, así que reconozco que la letra podría haber provocado un separación en vez de una unión) lo que hizo que el publico enloqueciera. Luna se emocionó, y, al acabar mis aullidos, se

acercó al escenario, me besó y me abrazo. “Volvería a enamorarme una y otra vez”, me susurró, “pero eres incorregible”.
Cuando pudimos alejarnos del gentío ya era hora de volver y, antes de que nos diéramos cuenta, Ledani Mol estaba ya delante de nosotros. Llevaba una bolsa de cuero y una caja de madera ricamente adornada.
“¿Reconocéis así que habéis perdido la apuesta?”, le dije, y él me contestó que eso lo debería juzgar la corte. Regresamos cuando el gallo cantaba en alguna granja de los alrededores de la capital imperial.
El duque Rivto reconoció con la mayor hipocresía jamás presenciada que los tordali eran algo menos bárbaros de lo que el creía.
Para dar fe de la apuesta el emperador hizo construir una vitrina en la que se expuso la caja, que no era otra cosa que una delicadísima caja de música. Si me permites dar mi opinión, yo diría que nuestro emperador estaba encantado con ella, y que si nadie se entera, el próximo año repetirá el viaje y puede que añada otra a la colección. 



Querido Hermn:
Se que para tí no ha pasado mas tiempo que el de pasar una página después de otra, pero para mí ha sido distinto. Me quedé sin hojas en las que terminar de escribir el final de la historia y he tardado unos tres días en encontrar. No quedaba papel en nuestro palacio en Zirah y tuve que ir al pueblo a buscar más. Luna vino conmigo, pues después de varios días fuera la despensa estaba vacía.
El encuentro con nuestros amigos fue maravilloso. Parecía que habíamos pasado años enteros fuera. Celebramos por segunda vez el festival de la llegada del verano, y hubo cena y baile, pero sin Dardo.
Cuando acabamos la juerga nos fuimos a dormir a la posada del pueblo. Desde luego, Luna es la madre del pequeño Bigan, pero las ganas de juerga seguro que las ha sacado de mí. A la mañana siguiente, después de recuperarnos de la resaca, volvimos a nuestra casa, y cuál fue nuestra sorpresa al ver que el emperador había venido a visitarnos de incógnito.
Nos saludó y, dirigiendo una intensa mirada sobre Luna, se dirigió a mi estudio. Luna le siguió. Yo les grité: “¡No importa, no me interesa!”, y me dediqué a recoger todo lo que habíamos traído del pueblo con un humor de perros.

Mientras mi hijo se afanaba en imitarme cogiendo los bultos mas grandes, yo, de vez en cuando, echaba una mirada al torreón en el que está mi estudio. A causa de lo preocupado que estaba pensando en lo que podían estar hablando, más de una vez hice flotar algunos bultos tras de mí sin percatarme de que entre ellos estaba mi pequeño.
Estuvieron hablando toda la noche. Yo intenté permanecer despierto para ver el resultado. Amaneció y Luna me despertó. Me había dormido a los pies de la cama del niño. Abandonamos la habitación con cuidado de no despertarlo.
Mientras preparábamos y tomábamos el desayuno, Luna me contó todo lo que el emperador le había confesado.
Al parecer Ledani Mol había pedido consejo a mi chica. Uno de los tíos mas poderosos del planeta necesitaba ayuda. Creo que si me hubiera enterado de todo esto antes de que se marchara mi cinismo hubiera sido demasiado corrosivo.
Ledani le contó el motivo de la visita de Rosa. No era otro que ganarse el perdón y la salvación.
Bueno, esto puede ser un poco complicado de explicar, así que lo haré desde el principio.
Como ya sabes, Rosa había abandonado a mi señor Semrol simulando su propia muerte. El motivo que ella alegó fue que llevaba demasiado tiempo viéndole sufrir de nostalgia. Por amor a él simuló su final, para que se sintiera libre de volver a su mundo y ser feliz (porque me parece que desconocías que mi señor Semrol no era de este mundo, sino que vino de otra dimensión).
En esta última visita, Rosa había contado a Ledani otro motivo que mantuvo oculto. Ella pertenecía a la raza de los perversos, aunque no había nacido como tal, sino que se había convertido después. Por ello poseía una serie de dones que Semrol no tenía. Le amaba, pero le resultaba muy difícil considerar el volver a convertirse en humana por él.
Sin embargo, con el paso de los años desde que él se fue, ella se dio cuenta que aquella no era la solución. Buscando otra opción, descubrió a través de unos antiguos escritos que no era imposible volver a convertirse en humana, aunque sí era difícil y requería mucho tiempo, quizás más de lo que podría vivir al convertirse en mortal. Además, por haber rendido culto a un dios condenado, su alma estaba perdida. Necesitaba conservar la inmortalidad para tener tiempo de volver a ser humana y salvar su alma. Ledani Mol tenia el poder para mantener esa inmortalidad.
Como era de esperar, Luna, convencida de que Rosa ama realmente a Semrol y de que hará lo posible por volver con él, recomendó a nuestro emperador que le ayudara.
Por mi parte, y como ya te dije, nunca estuve de acuerdo con lo que ocurrió entre mi señor Semrol y ella. También te dije que puede que nunca la perdone y también te dije que puede que un día me despierte y entienda algo, porque lo que es ahora...

Pero como nadie me pidió mi opinión....
Bueno. Ya esta todo contado. No todo...
Se me olvidó decirte como acabó todo en la corte después de nuestro viaje. Después de su derrota en la apuesta, Rivto se marchó a su residencia de verano

con su séquito. No me imagino que hubiera pasado si la apuesta hubiera sido en la fiesta de invierno.
Creo que ya no hay nadie que no respete hoy en día a nuestro emperador, salvo yo mismo, que para eso soy la excepción.
Postdata 1:
Bueno mi buen Hermn, que sorpresa nos has dado.
No hace ni dos horas que te has ido, después de acompañarnos durante una

semana, y ya te echo de menos.
Aunque cuando llegaste sólo me quedaba repasar la carta, no hizo falta que

leyeras nada, porque te lo contamos todo en persona. Aun así acabaré la carta rememorando tu visita y te la enviaré, para que disfrutes de ella.
Nos alegramos mucho por tu título y tu nueva posición en tu sociedad.

Posdata 2:
Durante la visita de Ledani Mol, Luna leyó la carta que te estaba escribiendo (y sospecho que nuestro emperador también). Te cuento esto porque, al poco de irte y comentarle que iba a acabar la carta de todos modos, ella me lo ha confesado, y, además, me ha animado a escribir todas las aventuras que pasamos todos, tu, Ledani Mol, Semrol, Rosa, Luna, etc. y recopilarlas en un códice, para que generaciones venideras sepan lo que pasó y lo que podría haber pasado.
Yo no sé que hacer. Por un lado me agrada la idea de inmortalizarnos a todos, pero, como todos los que me conocen saben, no soy bueno con la palabra escrita. Siempre se me ha dado mejor el contar historias en torno a un fuego.
¿Tú que opinas?
Saludos
Yrdin