Mirna - por Jose Manuel Romeo


- ¡Mirna, pequeña ladrona!, ¿dónde te has escondido?. Como vuelvas a hacerlo, la bruja del bosque vendrá y se te llevará...
[...]
Ha pasado mucho tiempo de eso, y es de las pocas cosas que recuerdo de mi madre. No recuerdo como era, su aspecto, pero recuerdo que era una viuda solitaria enfrentada a la ardua labor de criar a dos hijos en aquel miserable pueblo en la linde del Gran Bosque.
- Señora... - Me sacan de mis pensamientos para anunciarme la llegada de un antiguo alumno y de su padre: -
Bigan, de la Casa Zirah, y Gohoru, el Duque de Yastar, han llegado... - ¿el Duque de Yastar?-, y pienso para mí: "Este bardo es incorregible".
[...]
- Has de recordar que en toda pócima no deberás mezclar nunca elementos opuestos, que si lo haces deberás utilizar un...
- ¿Catal.. acidor?
- Un catalizador. Muy bien Mirna. Llegarás a ser una excelente bruja...

- No, yo tero sed pincesa...
- Para eso tendrás que casarte con un príncipe. - Pod’entonces ceré guedera, una gan guedera...

[...]
- Jailuca, ¿por que te empeñas en enseñarle brujería?. ¡No posee el don!. Yo te envíé a una buena aprendiza, y escogiste a esa huérfana.
- Manra, te lo he dicho mil veces. No es compasión, ni nada de eso, y a tu hija la podía educar cualquier otra del gremio. Mirna es especial. No se lo he dicho a nadie pero el gran Gusano se me apareció en sueños y me lo dijo...

[...]
- ¡Dragón!-. Siempre que recuerdo lo del sueño de Jailuca le llamo así. Él lo sabe, pero no tengo ni idea de si se siente culpable o no.
Aparece con forma humana. Cada vez lo hace con una distinta, pero yo sé reconocerlo. Muy pocos lo harían...

- Señora... - Siempre responde así, cuando le llamo dragón. Si, creo que se siente culpable, pero a la vez sabe que no tiene la culpa por cumplir un destino para el que le educaron.
-
Dragón, Bigan y su padre han llegado. Es el momento de ser sinceros. Están recopilando un códice con todo lo que acaeció.
- Lo sé, mi Ama. Yo estoy preparado, ¿lo estáis vos?...
[...]
Aquella mañana me había despertado mal. Cambié las compresas que evidenciaban mi debilidad como guerrera y me puse las últimas que quedaban. Me vestí con especial cuidado de no desgarrar mi malgastada ropa, me calcé mis viejas botas y aprecié que la derecha mostraba mi dedo gordo. Para rematar, no había tenido tiempo de comprar cordel para el arco, así que sólo saldría con la mellada espada corta, la cual no desenfundaba nunca para no matar de risa a cualquiera con quien me enfrentase. Y encima, al esconder el carcaj, descubrí que las flechas se estaban oxidando.
- Menuda mercenaria estoy hecha - dije en voz alta -. Intenté seguir los pasos de mi hermano y aquí estoy, en la capital del Imperio Mogaral, en los suburbios, malviviendo mientras me gano algún sueldo con pequeños recados. “Escolta a esa señora a su casa y sé
discreta con su marido”, “custodia ese saco con dinero desde un extremo al otro de la ciudad”... Pero cada vez hay menos trabajo. Mi aspecto empeora y casi parezco una mendiga. Con un gorro de bruja, pero una mendiga, lo cual no les inspira confianza y eso significa menos empleo, y vuelta a empezar con el circulo vicioso... Tengo que dejar esta ciudad y su asqueroso lago de plata. ¿Dónde se ha visto una ciudad que presuma de su lago plateado? Ni siquiera es agua, lo cual agrava el problema, porque anda que no hace que no me lavo...
Continué hablando sola hasta que salí a al calle. Sorteé los charcos y el barro, no había agua, pero las calles de los suburbios siempre están llenas de barro. Me dirigía al Santurrón Borracho, la única taberna en la que me dejaban sentarme a la espera de clientes. Saqué una de mis ultimas monedas para pagar la barcaza que iba a la verdadera ciudad, construida sobre las murallas de una antigua fortificación de titanes, o dioses, y en el centro la torre en la que vivía el Emperador, y su corte. Paradójicamente, a los pies de la gigantesca torre estaban los suburbios, construidos sobre unos escombros que permitían a todos los pobres vivir sin tener que nadar en este asqueroso lago de mercurio.
Llegamos a los pies de la muralla y tomamos el elevador. Otra moneda. Es increíble lo que los habitantes de
Charco hacemos por esta ciudad. La mayoría van a realizar el trabajo que los habitantes de las murallas no quieren...
[...]
- Y... perdón, Duque -. Aunque me cae bien, me muestro sarcástica, no puedo evitarlo -. ¿Cómo va la recopilación de datos de ese Códice tuyo?
- Vale de coñas. Utilicé el título sólo cuando tu criado me pidió una identificación. Mi padre desapareció hace mucho tiempo, con lo cual el título de
Duque de Yastar está más que olvidado...
- Salvo en los cuentos - le apuntilla su hijo Bigan.
- Sí, claro, salvo en los cuentos...
- Y tampoco eres consorte de la
Emperatriz, por que ella abdicó de su cargo hace unos años - añado yo...
- Señor
Duque, disculpe a mi Señora. Desde que supo que venían a documentar su versión de la historia no está muy diplomática.
- Nunca lo he sido -, le espeto.
-
Maestra, si no estáis preparada para ello no lo hagáis. Sé que es doloroso para vos...
Y sé que puede leerme los pensamientos, a pesar de que podría escudarme con suficiente magia para asustar a un
kragar. Ha heredado el don de su madre, y es que su raza no necesita de la magia para hacer tales proezas.
[...]
- No te preocupes, Mirna, mi vida, a mí me costó tres años hacer fuego...
- Si, pero a mi no me sale nada, ni los trucos mas elementales, y eso sin hablar de las pócimas...
- Te repito que no tienes que preocuparte por la cocina. Las obras están acabando, y pronto podremos volver a llenarla.
- ¿Con qué dinero?. Ocupas tanto tiempo en mí que no atiendes a tus “clientes”. La señora Martina todavía esta esperando tu ungüento para el dolor de muelas.
- Creo que te estas obsesionando con esto. Aprender brujería no es tarea fácil. Deberías desconectar de vez en cuando, tener amigos...
- ¿Como?. Nadie me acepta salvo tú. ¡Estoy sola!. No tengo amigos, ¡y no los necesito!

[...]
- ¿Contratar mis servicios?-, pregunté extrañada, y no por la pregunta, sino por que mi interlocutor era un pato vestido de soldado, salvo que caminaba erguido y era más
grande. Me llegaba a la cintura, sus alas eran brazos emplumados y, encima, iba acompañado de otra cosa que se parecia una version humana de un gato y, las otras dos... ¿conejos?.
- Si, mi país está amenazado y necesitamos la ayuda de alguien competente. Todos nos han dicho que tú eras la indicada.
- Bonita manera de escurrir el bulto -. "Ningún mercenario les querrá como clientes", pensé para mi
- Ja, ja, Mirna, ¿ahora sales con animales? -, se burló
Gronco, “el Idiota” (aunque él se hacia llamar “el Invencible”), acercándose a la mesa que yo ocupaba.
En cuestión de segundos el pato le sacudió un puñetazo, que claro, al tener esa altura impactó de pleno en... bueno ¿os lo imagináis?. El gato, que estaba mas alejado, cargó su arco y disparó dos flechas que colgaron a Gronco a la columna, evitando que se derrumbara en el suelo víctima del dolor.
- Eso ha tenido que doler -, me mofé del “Idiota”
- ¡Eh!,
Mirna, nada de peleas en mi taberna -, gritó el dueño -. Y llévate a esos anarmales de aquí.
[...]
- Anadm... ¿que?
- Anarmales, pequeña. Son animales que antaño fueron dotados de inteligencia para ser esclavizados como los Humanos, y todo esto lo hicieron los Kragar. Hubo otros a los que ademas de inteligencia les dieron forma de hombres, pero hace tiempo que no se ha visto a ninguno así. Por eso, más vale que te lleves bien con mi gato. Si quieres ser una autentica bruja deberás tener uno, ademas del gorro.
- Y zi ez lidzto, ¿podque no haba?
- Mi vida, porque a éste, unos desalmados le arrancaron la lengua

[...]
El que parecía un pato se llamaba Grapet... [...]
Mientras a duras penas contengo la lagrimas, me disculpo y pido a mis invitados aplazar la entrevista un día
[...]
- Ella se llama Gondina y su novio Tichet. El gato arquero es Jacar.
- ¿Así que un hechicero ha traído la desgracia sobre vuestro país, que es una Isla que esta más allá de la Costa de Promisión? -. Intenté aclarar toda la información recibida. Tenia un trabajo, el primero desde hacía meses, pero mis clientes eran un pato, un gato y dos conejos. Podría pagarme algo de ropa, ¡no!, lo primero, una buena comida... Un hechicero kragar que había invadido su isla con lobos-hombre... Mierda, no me había cambiado, da igual, podría pagarme gasas nuevas y suaves, y un baño... Navegaría hacia un lugar desconocido donde el enemigo nos superaba en número. En resumen, una locura. - Pagaréis doscientos sueldos ahora y el resto después...
[...]
Desde el mirador que tengo en mi dormitorio veo las vistas mas bellas que mortal alguno ha podido contemplar. Son únicas, producto de la magia. Mientras me deleito en ellas mi tristeza se desvanece. No puedo hacer nada por ellos, no pude entonces, ¿por qué me
atormento?.
- ¿Qué haces espiándome,
demonio? - lo he visto llegar, por el rabillo del ojo, volando desde la habitación de invitados. No se resiste a su curiosidad...
- ¡Oh!, amable
tordali, gracias por insultarme -. Responde a mi insulto con otro típico de su raza...
- Está bien, su Ilustrísima,
Gohoru, Duque de Yastar...-, pero me mira con esos ojazos verdes y me desarma -. Vale, tanai, ¿qué quieres?
- Eso está mejor. ¿Por qué no me llamas por mi nombre?...
- Estoy cabreada - digo secamente
- De acuerdo, sé que pediste intimidad, y más a raíz de los recuerdos que esta noche despertamos en ti. No sabia que dolieran tanto...
Me planteo anular la magia a mi alrededor, pero entonces recuerdo que no caería. Puede volar, y, de hecho, continúa flotando frente a mí... Los
tanaï tienen un don diferente, no son de este mundo, y su “magia” procede de ellos mismos. Él se siente en deuda conmigo ya que me ofrecí a ocupar el cargo que le fue asignado por obligación. Es la primera persona que veo rechazar la divinidad. Ahora él sería un Dios, y no yo. Aunque, en realidad, ése era mi destino.
- Acepté la entrevista por que me cae bien tu hijo. Fue mi mejor alumno...
No me sorprende cuando me revela:
- Conozco tu historia, la he oído de muchas bocas, pero nunca la había oído de ti. Siento curiosidad. ¿Que llevó a una mercenaria humana a escoltar a unos anarmales?. Todos los habían rechazado, todos los consideraban demonios menores venidos de un pasado solo recordado en leyendas y cuentos. Y tu aceptaste acompañarlos a un destino incierto...
- El dinero, fue el cochino dinero...
- ¿Segura?, ¿o es que pensabas escapar de una forma de vida que no te convenía?. He vivido en la capital y sé lo dura que es la vida para los extranjeros...
- ¿Por qué me eligieron a mi?, ¿por qué confiaron en que una sola persona iba a a ayudarles?...
- La vida me ha enseñado que cuando estás desesperado te agarras al primer brazo que se te tiende, aunque sea el de un cadáver...
- La desesperación nos llevó a ser grandes compañeros de aventura...

[...]
- Menos mal que compramos esa mula -, dije mientras masajeaba mis pies -, aunque unos caballos nos habrían ido mejor...
- Claro -, ironizó
Jacar -, y, de paso, contratamos a unos mercenarios, y mientras nos quedamos descansando en una taberna, ellos salvan al mundo y se llevan a la chica.
- Gatos, ¿quién los entiende? -, terció Gondina -. Si tuvieras una montura, él sería el primero en lamerte las botas -, “Puagh”, exclamó Jacar a este comentario, sin que nadie le hiciera caso -, con tal de que le dejases un sitio, aunque fuera en la grupa.
Hacía semanas que estábamos en camino y la ruta fue tranquila, si obviábamos los tres pueblos en los que nos recibieron a pedradas y la aldea en la que nos persiguieron hasta que nos acercamos al
Gran Bosque. De allí no pasaron, y es que las hadas son muy suyas, y sólo yo conocía el camino para atravesarlo...
- Ya esta hecho -, anunció Grapet. Acababa de regresar del pueblo costero en el que, según ellos, desembarcaron la primera vez.
- Ha habido suerte -, confirmó
Tichet, que lo había acompañado -. Mañana partiremos al alba.
- ¿No la habréis cagado negociando el pasaje? -, preguntó Jacar -. Me gustaría dormir en una cama, para variar...
- Bueno,
Tichet lo ha hecho lo mejor posible, y yo no soy comerciante...
- ¿Entonces?...

- Tendremos que dormir al raso
- Genial. Otra noche al raso. Mi espalda lo esta notando y cuando no descanso como es debido no apunto bien. Además, ¿sabes lo que cuesta quitarse estas cascarrias de mi delicado pelaje?, ¿lo sabes?...-, y se alejó refunfuñando.
- Pensaba que las que tendríamos motivos para quejarnos, por arriesgar nuestra delicadeza, seriamos las chicas -, terció
Gondina, y me guiñó un ojo.
- Estoy hambriento, ¿a quién le toca hacer la cena hoy? -, dijo Tichet intentando quitar paja al asunto
- A don refunfuñón -, sentenció
Gapret -, pero da igual. Casi no hay provisiones, solo pastas rancias...
Tras nuestro paupérrimo festín nos tumbamos en torno a la fogata. Creo que esa noche nos costó conciliar el sueño, estábamos muy cerca de nuestro destino. Grapet intentó dormirme con clases de astronomía.
- ¿Ves esas estrellas?...

- Si, mi palmípedo amigo. Es la constelación del Gusano -, le respondí...
- Mi pueblo - continuó -, la llama la
Dama del Dragón, pues junto a esas otras, que parecen una figura humana, forma parte de nuestro panteón.
- Anda ya -, dije yo incrédula.
- Dice la leyenda que la
Dama del Dragón salvará a nuestro pueblo en su momento final...
- Pues os habéis equivocado, no soy vuestra dama ni tengo un dragón, pero tengo sueño y mañana promete ser un día largo...

[...]
- Dime tanai, ¿que sentiste al ver la gran roca aplastándote?...
- Lo mismo que tú cuando la Isla se hundió y luchaste por salir a flote...
- No te creo...
- ¡Je! -. Medita. Creo que nunca se lo había planteado, tal vez por salvaguardar su cordura: - Rabia porque me pillo desprevenido, y, mientras permanecía bajo su peso..., rabia por haber participado del estúpido juego de los dioses. Cuando volví de las
Cuevas de Reposo Tanaï me juré que nunca volvería a seguirles el juego, pero ya era muy tarde. Eso me recuerda que si un día despiertan todos los kragar estaremos jodidos...
- Ya me ocuparé yo de eso. Ahora controlo toda la Magia, incluso la de ellos...
- ¿Y nunca te has planteado...?
“¡NO!”, pienso con todas mis fuerzas “¡calla, no sigas por ahí!...”

[...]
- Ya es de noche -, anunció entre susurros el gato, mientras permanecíamos ocultos en la playa a la que habíamos llegado esa mañana -. Os guiaré al templo. Intentad evitar que el hechicero acabe con su labor. Yo iré luego a las colinas a sacar a los nuestros de sus escondites...
- ¡No! -, le contradijo Gondina -. Aunque tu ves muy bien en la oscuridad serás necesario en el templo. Nosotros... -, y miró a su amado -, nosotros iremos a avisar a nuestro pueblo...
- De acuerdo -, añadí yo -. Los tres guerreros afrontaremos la parte mas difícil. Suerte, tortolitos...

- ¡Somos conejos!...
- Venga, todos en marcha -, concluyóGrapet...
Salimos intentando ocultarnos, y aunque era luna nueva, una esfera roja como la sangre iluminaba la isla allá donde debería haber estado la luna...
Los dos conejos corrieron hacia la agrupación montañosa que había al norte.
“Que curioso”, volví a repetirme. “Siempre pensé que al correr adoptarían una posición a cuatro paras, como los conejos de campo” y recordé que habían sido creados de la aberrante unión entre humanos y las especies animales correspondientes.
Los tres guerreros nos adentramos en el único bosque que había en la isla, donde, según
ellos, estaba el templo en el que escucharon al hechicero kragar hacer sus planes para traer a nuestro mundo un poder oculto durante eones.
Jailuca me había enseñado que el tiempo es el mejor agente de la ignorancia. Desde que la raza humana había puesto los pies sobre Ashana, nuestro mundo, había sido esclavizada, como muchas otras razas, por los kragar. Ya nadie recordaba como eran, solo quedaba una palabra que englobaba a aquellas razas que habían sido diferentes a la nuestra: demonios. Así que los kragar eran demonios, y nuestros compañeros durante y después de la esclavitud, los tanaï, también. Que suerte tenían los anarmales. Ellos solo eran medio demonios y por lo tanto, tras nuestra Liberación, podían quedarse con nosotros como esclavos... Por eso muchos huyeron, y casi nadie los recordaba cuando aparecieron frente a mi...
Ya cerca del templo sorteamos varias manadas de lobos-hombre de guardia y, por suerte, de los que no pudimos sortear, ninguno dio la alarma. La precisión de Jacar con el arco era impecable, y la mía no estaba mal. Mientras me sorprendía del poder que había manifestado el kragar, dominando a tantas criaturas, intentaba recordar más de las lecciones de historia que me había dado Jailuca.
[...]
- Mirna ¿me has oído?. Jailuca ha muerto. Era muy mayor, nadie podría haber hecho nada. Pero la vida sigue. Ahora eres la curandera del pueblo, y la terciadora entre las Amazonas del Bosque y los Cazadores.
- ¡Y una mierda!. ¡Manra! Sabes muy bien que no estoy preparada. Además, no tengo magia ¿Por qué me eligió Jailuca?

- Llora todo lo que necesites, niña. Yo tampoco lo entendí, pero tal vez un día lo comprendas...
- Me marcharé de aqui. Iré adonde nadie me conozca...
- Sé que eres capaz, pero antes de irte toma esto. Es el sombrero de Jailuca. Le hubiera gustado que lo llevaras contigo cuando llegase el momento...

[...]
- Mirna ¿me has oído?
- Si,
tanai -, susurro con rabia contenida.
- Posees todo el poder del mundo. ¿Nunca te has planteado volver atrás y salvarlos?
- Muchas veces,
tanai, muchas veces. Pero si aparezco, el hechicero kragar me detectará, y entonces, ante semejante derroche de magia, sentirá curiosidad y me descubrirá. Ademas, eso cambiaría la historia. Ellos tienen que morir. Después de sus muertes me sentí deprimida, y eso fue lo que me motivó para volver al bosque en el que me crié y encontrar mi destino, el Dragón que nos ayudó a todos, incluido tú. ¿Recuerdas quién iba a ser la nueva divinidad?...
- Creo que para ser una
Diosa protectora de la Magia te falta mucha imaginación -, concluye gruñendo...
- Serás grosero... -. Pero no puedo acabar, él se marcha volando (¿de qué otra forma sino?), dejándome con la palabra en la boca...

[...]
Las flechas se nos agotaron con la ultima patrulla, en los pasillos. Grapet los pasó a todos a cuchillo, pero Jacar fue herido en la sien, junto a la oreja izquierda. No era grave, pero sangraba profusamente, por lo que tuve que improvisar unas vendas y cubrir parte de su cara al realizar la cura.
Por fin llegamos a la sala principal del templo. Habíamos errado la ruta, de modo que estábamos situados en un piso superior. Pero la suerte quiso que encontrásemos una balconada que nos sirvió de parapeto. Abajo, el hechicero kragar seguía con su ritual, sin
percatarse de nuestra incursión, entonando cánticos agudos acompañados por chasqueos de lengua, danzando mientras contorsionaba sus extremidades.
- ¿Qué hacemos ahora? -, susurró
Grapet. El gato nos miró intrigado...
- No tengo más flechas -, le confirmé...

- Si quedara alguna podría atravesarle -, nos informó el gato, que en fondo lamentaba mas el vendaje que cubría su ojo que la carencia de proyectiles.
- No, él es el canalizador de poder -, le advertí -. Si lo matas, todo esto sera una explosión de caos mágico puro. Hay que destruir la joya del altar. Es su fuente de poder, pero será peligroso.

- ¿Cómo de peligroso? - preguntó Grapet.
- No acabaremos como babosas tentaculares, pero la tensión liberada podría echar el Templo abajo.
- Correremos el riesgo -, añadió el gato.
- Espera... -, dije, mientras caía en la cuenta de que la varilla que hacia que mi gorro de bruja fuera puntiagudo podría servir de flecha -. Voy a cambiar de posición para apuntar mejor...

[...]
Me veo luchando contra las olas que intentan tragarme mientras la isla se hunde. Sigo viéndolo lentamente, segundo a segundo, pero esta vez no me angustio...
[...]
- Aquí, hechicero. Los anarmales hemos venido a vengarnos por tu intrusión...
- Calla, perro - ruge el hechicero...
Vi a
Grapet recibir una descarga mágica y caer, pero fue la distracción que necesitaba. Había alcanzado una posición favorable, me alcé y dispare hacia la Joya. Esta se resquebrajó y el kragar aulló...
Todo empezó a venirse abajo.
El hechicero me miró, había odio en su ojos. Creo que le cabreé mucho, pero no tenía tiempo y sabia lo que iba a pasar. Recitó una palabra ininteligible y desapareció, con la intención de volver otro día...
Todo se desintegró lentamente, pero sin pausa, y luché por sobrevivir abriéndome paso entre los escombros y luego entre las aguas que todo lo inundaban, olvidándome de mis amigos, los únicos que tuve, a los que dejé morir...

[...]
Desde una dimensión paralela he realizado mi magia, tan sutil que el kragar no la ha notado. Hay muchas burbujas, pero las que me interesan son las que dan aire respirable a mis recién recuperados amigos. Ellos y su pueblo vivirán en un lugar seguro. Grapet ha cambiado un poco desde que recuerdo. Ahora es un perro (¿será por el hechizo del kragar?), pero aparte de eso, sigue siendo el mismo de siempre. Si me lo pide le volveré a convertir en pato.
[...]
Mi visitante tenía razón, me faltaba imaginación. Tal vez estaba bloqueada por mi angustia. Ahora su deuda esta saldada, pero no se lo diré por el momento, no sea que se le suba a la cabeza...
[...]
- ¡Mamá! Eztoy aquí ezcondida ¿no me vez?
[...]
Ahora soy feliz...